Álbum musical destacado por la página web oficial de la Universidad Nacional de Educación Pública Estatal Española (UNED). Apartado dedicado a MIGUEL HERNÁNDEZ, "Poemas musicalizados y discografía". Incluído también en la obra literaria del escritor y colaborador de Radio Nacional de España Fernando González Lucini, "MIGUEL HERNÁNDEZ ...Y su palabra se hizo música".

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domingo, 9 de julio de 2023

Leyendas de Valencia: La Leyenda del Dragón del Patriarca

 


En los recónditos tiempos de la ciudad de Valencia, una misteriosa historia se tejía en los susurros del viento y en las sombras de la noche. Era la leyenda del Dragón del Patriarca, una criatura que infundía temor en los corazones de los valencianos.

Cuentan las antiguas crónicas que el Patriarca, San Juan de Ribera, recibió un regalo insólito del distante Perú. El virrey de aquellas tierras le envió un caimán gigante como muestra de respeto y admiración hacia el ilustre Patriarca. El saurio fue bautizado con el nombre de "Lepanto", en honor a la famosa batalla.

Sin embargo, la criatura exótica pronto se convirtió en un símbolo inquietante. Tras la muerte del caimán en 1606, su cuerpo fue disecado y colocado en la entrada del templo del Patriarca. Allí, colgaba como un testigo silencioso y amenazante, un guardián del pasado oscuro de la ciudad.

El dragón de escamas inmóviles se erigió como un recordatorio constante para los visitantes. Su presencia imponente yace como advertencia, sus ojos vidriosos parecen vigilar cada paso que se adentra en el recinto sagrado. Se dice que aquellos que no respeten su legado serán víctimas de su cólera silenciosa.

Los niños de Valencia escuchaban la historia del dragón con ojos abiertos y corazones temerosos. Las leyendas de caballeros y bestias despertaban en ellos el deseo de valentía y heroísmo, pero también les advertían de la necesidad de respeto y prudencia en los lugares sagrados.

El tiempo pasó y la leyenda del Dragón del Patriarca se convirtió en un enigma envuelto en misticismo. Aquellos que dudaban de su veracidad solo tenían que acercarse al atrio del Colegio del Patriarca, donde la malvada bestia seguía suspendida, desafiando el paso de los años.

Hasta el día de hoy, los valencianos contemplan al dragón con reverencia y respeto. Saben que las historias pueden albergar verdades ocultas y que el misterio que envuelve al Dragón del Patriarca aún susurra sus secretos a aquellos que escuchan atentamente.



jueves, 6 de julio de 2023

El sentido de Orihuela Mágica y Rutas de Orihuela


En ocasiones, las leyendas y los hechos reales se entrelazan en una casualidad macabra, desatando una explosión de misterio que se extiende más allá de los confines de la tierra, abarcando cada alma inquisitiva que anhela descubrir los sucesos más singulares.

El destino, con su retorcida maestría, teje hilos invisibles que conectan las fábulas ancestrales con la cruda realidad. La fusión entre lo legendario y lo tangible desencadena una danza fascinante de enigmas, donde la curiosidad se convierte en el faro que guía a aquellos dispuestos a sumergirse en lo desconocido.

Esta conjunción siniestra despliega sus alas en un horizonte insondable, desafiando los límites de la comprensión humana. Un océano de incertidumbre se expande, arrastrando consigo a aquellos valientes capaces de adentrarse en las aguas tumultuosas de la curiosidad insaciable.

El misterio, como una marea indomable, trasciende barreras geográficas y temporales, envolviendo cada rincón de este vasto mundo. Aquellos que se atreven a buscar respuestas se ven cautivados por un universo en constante movimiento, donde las verdades se entrelazan con las sombras, y los secretos más profundos emergen a la superficie.

En la lejanía, más allá de lo tangible, se despliega un abanico de maravillas ocultas. La casualidad macabra despierta nuestra curiosidad innata, invitándonos a explorar los rincones más oscuros de la existencia. ¿Quién puede resistirse al llamado del misterio? ¿Qué almas valientes se sumergirán en las profundidades desconocidas, ansiosas por desvelar los enigmas que acechan en la penumbra?

Así, las leyendas y los hechos reales se entrelazan en una danza eterna, alimentando nuestra sed de conocimiento y avivando el fuego de la curiosidad. En cada alma inquieta, la llama del asombro arde intensamente, esperando ser avivada por la maravilla de los hechos curiosos que se despliegan ante nuestros ojos.

Rutas de Orihuela y Orihuela Mágica se entrelazan para llevarnos más allá de los confines de la realidad, otorgándonos el calor reconfortante y aquello que necesitamos para vivir en armonía con el enigmático mundo de los misterios.

En los caminos trazados por Rutas de Orihuela, nuestros pasos se adentran en un territorio oculto, donde la verdad se disuelve en las brumas del misterio. Sus senderos nos guían hacia lugares encantados, donde lo palpable se funde con lo inexplicable, y nuestras almas se alimentan de una esencia mágica.

Orihuela Mágica, como un velo iridiscente, nos envuelve con su hechizo. Sus encantamientos nos susurran al oído, despertando nuestra percepción más allá de lo común. Nos conecta con esa otra realidad, donde las leyes conocidas ceden paso a lo desconocido y los secretos ancestrales se revelan en cada rincón.

En este idilio con lo enigmático, encontramos el calor espiritual que anhelamos, un fuego interno que nos guía hacia la comprensión de los misterios del universo. Nos invita a explorar los límites de nuestra percepción, abriendo las puertas hacia un mundo lleno de maravillas insospechadas.

Con Rutas de Orihuela y Orihuela Mágica como guías, nos sumergimos en una danza mística, donde lo tangible se fusiona con lo etéreo. Encontramos el equilibrio necesario para vivir en consonancia con los secretos que yacen más allá de la realidad cotidiana, abrazando el poder transformador que solo el mundo de los misterios puede brindar.

Así, en cada paso, en cada suspiro, en cada conexión con la magia oculta de Orihuela, encontramos un bálsamo para nuestras almas inquietas. Nos adentramos en un sendero iluminado por la curiosidad y la búsqueda constante de la verdad más profunda, abrazando el encanto de lo desconocido y descubriendo la plenitud de vivir en armonía con los misterios que nos rodean.


lunes, 3 de julio de 2023

La verdadera leyenda de la Armengola



Había llegado el principio del siglo XIII, una época donde la ciudad de Orihuela se encontraba sumida en la opresión y el dominio musulmán. Las callejuelas empedradas resonaban con el clamor de una población cristiana que anhelaba la liberación de sus tierras. En lo más alto del imponente castillo de la ciudad, una figura destacaba entre las sombras, Benzaddon, el alcaide musulmán que ejercía su dominio con puño de hierro. Pero incluso en la oscuridad más densa, la esperanza siempre encuentra un resquicio para brillar.

En aquel castillo fortificado, vivía Benzaddon junto a su familia. Y entre los muros de piedra, ocultaba un secreto valioso y poderoso: Hermenegilda-Eugenia, conocida como "La Armengola". Ella, una mujer de sabiduría profunda y fuerza indomable, había sido designada como nodriza de los hijos del alcaide. Su posición le otorgaba acceso privilegiado a los recintos del castillo y una visión clara de las injusticias que se cometían.

Pero el destino tejía una trama más compleja. Un fatídico día, la Armengola descubrió un siniestro complot tramado entre los mudéjares locales y aquellos provenientes del Reino de Murcia. Su objetivo era desencadenar una masacre en el Arrabal Roig, donde los cristianos residían en la mozarabía. La fecha fijada para esta atrocidad era el 16 de julio, una jornada que quedaría grabada en los anales de la historia.

Aunque La Armengola era una ferviente cristiana, Benzaddon confiaba en ella y, sin sospechar su verdadera lealtad, compartió los planes maléficos en los que estaba involucrado. Conmovida por la valentía y el espíritu de justicia, la Armengola tomó una decisión audaz y peligrosa: debía advertir al pueblo cristiano del inminente peligro que los acechaba.

Llegó la noche del 16 de julio y el ambiente se teñía de misterio. La Armengola se preparó para su peligrosa misión. Disfrazó a dos jóvenes fornidos, Aruns y Ruidoms, dándoles la apariencia de sus propias hijas. Estos valientes guerreros se convirtieron en su única esperanza para llevar su mensaje y detener la masacre que se avecinaba.

Avanzando sigilosamente por las oscuras calles de Orihuela, los falsos jóvenes llegaron al imponente castillo. Empuñando sus espadas con determinación, se abrieron paso entre los soldados musulmanes, enfrentando cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino hacia la justicia. El rugir de las espadas y los gritos de batalla llenaron el aire, mientras los impostores se acercaban a su objetivo final: Benzaddon, el responsable de la inminente tragedia.

El enfrentamiento fue encarnizado, pero la determinación y el ímpetu de Aruns y Ruidoms prevalecieron. En un acto de coraje y justicia, vencieron al alcaide musulmán, asegurando la caída del tirano y su régimen opresor. El castillo resonó con el rugir de las armas y el clamor de la victoria, mientras Aruns y Ruidoms, envueltos en una aureola de gloria, proclamaban la libertad para Orihuela.

Así, con la caída de Benzaddon, los intrépidos guerreros tomaron el control del castillo de Orihuela. Su triunfo resonó en las paredes ancestrales, trascendiendo las piedras y envolviendo la noche en un aura de libertad. Pero el destino aún reservaba más sorpresas para aquel fatídico amanecer.

Al alba del día siguiente, cuando el sol dorado comenzó a asomar por el horizonte, la ciudad despertó con un aire de expectación. Era el 17 de julio, un día significativo, pues coincidía con la festividad de las Santas Justas y Rufina, las patronas de Orihuela. La ciudadanía, ansiosa por conocer el desenlace de la osadía de la Armengola, se congregó en las calles y plazas, esperando un símbolo de esperanza y redención.

Y entonces, como un rayo de luz divina que desciende sobre la tierra, dos luceros brillaron intensamente en lo más alto del castillo de Orihuela. Eran una manifestación celestial, un tributo a las Santas Justas y Rufina, pero también un llamado al pueblo oriolano. Los destellos luminosos anunciaban que el castillo había sido liberado, que la opresión había sido desterrada y que una nueva era de libertad se abría paso.

La noticia se propagó como el fuego en una pradera seca. Los corazones se inundaron de júbilo y gratitud mientras la historia de la valentía de la Armengola se contaba una y otra vez en cada rincón de Orihuela. El nombre de la Armengola resonaba en los labios de los ciudadanos, reverenciado como un símbolo de resistencia y coraje en la lucha por la libertad.

Pero el destino aún tenía preparado un último acto de justicia. En ese mismo día, el glorioso rey Jaime I de Aragón llegó a Orihuela. Con su ejército a su lado y una determinación inquebrantable, el rey se dispuso a expulsar a los musulmanes de la ciudad de una vez por todas. Era el capítulo final de la Reconquista de Orihuela.

La batalla que siguió fue épica, una lucha feroz que sacudió los cimientos de la ciudad. El clamor de las espadas, el crujir de las armaduras y los rugidos de guerra resonaron en el aire. La Armengola, ahora reconocida y aclamada como heroína, se unió a las fuerzas cristianas, liderando con valentía y sabiduría.

Con el sol alcanzando su punto más alto en el firmamento, el destino se decidió. Las tropas musulmanas, agotadas y superadas en número, se vieron obligadas a ceder ante la fuerza arrolladora de Jaime I y su ejército cristiano. Orihuela, una vez sometida, ahora se alzaba victoriosa.

Desde aquel día, el 17 de julio se convirtió en una fecha sagrada en la historia de Orihuela. Es el día en que se conmemora la valentía y la resistencia de la Armengola, así como la liberación de la ciudad del dominio musulmán. Cada año, en el aniversario de aquella gesta heroica, la ciudad de Orihuela se viste de gala. Las calles se engalanan con banderas y estandartes, mientras que el sonido de tambores y trompetas llena el aire. Una procesión solemne recorre las principales arterias, rindiendo homenaje a la valentía de la Armengola y a todos aquellos que lucharon por la libertad de la ciudad.

En lo más alto del castillo de Orihuela, dos luceros brillan como faros de esperanza, recordando a todos los ciudadanos la importancia de preservar los valores de justicia y libertad. Es un recordatorio de que la lucha por la libertad es constante y que cada generación debe mantener viva la llama de la resistencia.

La figura de la Armengola se ha convertido en un emblema de la ciudad. Su valentía y sacrificio son recordados en monumentos y estatuas erigidas en su honor. En cada rincón de Orihuela, su legado se entrelaza con la historia y el espíritu de su pueblo.

Pero la leyenda de la Armengola trasciende los límites de Orihuela. Su historia ha sido contada y reverenciada en todas las tierras de España. Es un símbolo de la lucha contra la opresión y de la resistencia ante la adversidad. Su nombre es mencionado en susurros de inspiración y en canciones de valentía que resuenan en los corazones de aquellos que anhelan la libertad.

Y así, la leyenda de la Armengola y la Reconquista de Orihuela perdura a lo largo de los siglos. Es una historia de coraje, sacrificio y triunfo sobre la injusticia. Cada vez que los oriolanos se reúnen para conmemorar esta hazaña legendaria, se renueva el compromiso de defender los ideales por los que lucharon sus antepasados.

Que la historia de la Armengola y la Reconquista de Orihuela sirva como un recordatorio perenne de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre habrá una llama de esperanza y valentía que guíe a aquellos que se alzan en busca de la libertad.




La leyenda del pajaro Oriol y la ciudad que fue fundada en su nombre

 


En las eras ancestrales, cuando la tierra aún se moldeaba bajo la creación divina, existía un pájaro humilde, cuya belleza quedaba eclipsada por su aspecto modesto. Este ser alado compartía su destino con un grupo de criaturas que, a los ojos del mundo, carecían de esplendor.

Reflejándose en las aguas serenas del río, estos animales desencantados contemplaban su propia imagen con desaliento, envidiando las tonalidades vibrantes que embellecían al resto de las criaturas.

Cansados de su apariencia, estos seres insatisfechos se congregaron en secreto, ocultando sus intenciones a espaldas de los dioses, susurros de descontento llenando la oscuridad de la noche. Maquinaron la audaz idea de solicitar una audiencia divina, buscando expresar su disgusto ante la aparente fealdad que creían poseer.

Ante su llamado, Dios compareció, concediéndoles la palabra. Sin embargo, en lugar de expresar sus inquietudes con sabiduría, sus quejas y lamentos resonaron en el firmamento como un estruendo discordante.

El Todopoderoso escuchó en silencio, permitiendo que sus palabras flotaran en el aire como nubes de inquietud, a la espera de que reflexionaran sobre lo que estaban demandando.

Mas, incapaces de captar la magnitud de su desatino, sus corazones llenos de orgullo y descontento, provocaron que el Creador moviera su mano con firmeza, y una fuerza implacable arrebató la vida a aquellos seres que habían albergado tales pensamientos oscuros.

No obstante, entre la multitud desvanecida, los ojos divinos se fijaron en un pájaro de plumaje discreto, de tonos gris ceniza y negro, quien en silencio había evitado involucrarse en el alboroto. Este ser alado, satisfecho con el don de la existencia, había mostrado humildad y gratitud por su propia creación.

Entonces, el Altísimo señaló con su dedo a la criatura y pronunció palabras de trascendental significado:

"¡Tú, pájaro virtuoso! A partir de este momento, te convertirás en mi mensajero, portador de los rayos divinos que enfrentarán a las fuerzas tenebrosas. Serás símbolo del pensamiento entre los hombres, y a través de ti, Yo les hablaré. 
Tu presencia en los cielos será la señal de esperanza y buena nueva."


Con estas palabras, Dios partió, y los rayos del sol bañaron con su resplandor el plumaje del pájaro elegido. Su cuerpo se tiñó con un fulgor dorado, un símbolo de la gracia divina que ahora lo acompañaba.

El pájaro alzó el vuelo, deleitándose con el canto maravilloso de la naturaleza, y se posó en la cúspide de un majestuoso árbol, junto a un río sereno.

Los habitantes del lugar quedaron deslumbrados ante la asombrosa belleza del ave y decidieron honrarla adoptando un nombre similar. Desde aquel momento, la región entera fue conocida como Oriola, en honor al espléndido pájaro que había sido tocado por la mano divina.

Desde entonces, El pájaro Oriol se convirtió en un símbolo de gracia y sabiduría, portando en su plumaje los destellos del poder celestial. Cuando surcaba los cielos, su mera presencia era señal de buenas nuevas, disipando las sombras de la desesperanza y despertando la esperanza en los corazones de aquellos que lo avistaban.

Este mensajero alado emprendió su misión con fervor, erigiéndose como intermediario entre los hombres y los designios de lo divino. A través de su belleza y canto melódico, hablaba a los corazones y transmitía las enseñanzas celestiales.

Cuando las tinieblas amenazaban con envolver el mundo, el pájaro Oriol desplegaba sus alas resplandecientes y se alzaba valientemente contra las fuerzas del mal. Con su mirada penetrante y su canto poderoso, ahuyentaba las sombras y restauraba la armonía perdida.

La fama del Oriol se extendió por todas las tierras, y aquellos que buscaban guía y protección acudían a su presencia. Los sabios y gobernantes solicitaban su consejo, pues se decía que sus melodías ocultaban secretos ancestrales y revelaban la voluntad divina.

Generaciones tras generaciones, el linaje de Oriol continuó su legado de luz y sabiduría. Cada nuevo pájaro que nacía bajo su estirpe heredaba la nobleza de su misión y la magnificencia de su plumaje dorado.

Hasta el día de hoy, Oriol vuela con majestuosidad en los cielos imaginados de los habitantes de Oriola, deslumbrando a aquellos que tienen el privilegio de contemplarlo. Su canto resuena en valles y montañas, llevando consigo la esperanza y el recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, la luz siempre prevalecerá.

La leyenda del Oriol perdura como un testimonio de la humildad, la gratitud y el poder transformador de la voluntad divina. Es un recordatorio de que la verdadera belleza radica en el interior, y que aquellos que aceptan su esencia con humildad y gratitud serán agraciados con dones inimaginables.

Así, la leyenda de Oriola se entrelaza con la historia misma, y su presencia continúa iluminando los corazones y las mentes de quienes anhelan la conexión con lo divino.


lunes, 22 de mayo de 2023

La leyenda del árbol que quiso ser Dios

 

Había una vez un majestuoso árbol, una araucaria, que creció orgullosa en la tierra de Orihuela. Durante años, sus ramas se alzaron hacia el cielo, observando con ternura el crecimiento de la ciudad y los sueños de su pueblo. Pero el destino tenía reservado un giro inesperado y doloroso.

Un día, sin razón ni piedad, el hacha del ser humano cortó su tronco, dejando cicatrices profundas en su esencia. El árbol lloró en silencio mientras sus lágrimas de savia manchaban el suelo. Sintió el sufrimiento de ser arrancado de sus raíces, la soledad de ser despojado de su hogar y la angustia de no saber qué le deparaba el futuro.

Sin embargo, veinticinco años después, en medio de su desgarradora experiencia, apartado del mundo en un oscuro almacén, una chispa de esperanza iluminó su camino. Alguien, con visión y compasión, decidió que no debía terminar así, que merecía una segunda oportunidad. 

Con habilidad y devoción, intentó tallar en el tronco la figura de un Cristo de madera, con el propósito de honrar su grandeza y convertirlo en una pieza única para las procesiones de Orihuela.

Pero a medio camino le fallaron las fuerzas o el empuje para hacerlo. Y el destino cruel y caprichoso volvió a relegarlo al olvido.

Volvieron los tristes días de la desesperanza, de la soledad y la agonía después de haber acariciado un desenlace mejor.

Veinte años después, por fin llegó el día en que el árbol, ahora transformado en la imagen sagrada por las hábiles manos de los artesanos oriolanos José Antonio Sánchez Martínez y Antonio Peñalver Cases, fue presentado ante la comunidad. Sin embargo, el corazón del pueblo no pudo comprender su belleza singular. Fue rechazado y excluido de las procesiones, sumergiendo al árbol en una profunda tristeza. Sus ramas imaginadas parecían caer, sus hojas invisibles se marchitaron y su espíritu se debilitó.

Años pasaron y el árbol, convertido en Cristo, guardó silencio en la Iglesia de Santa Justa y Rufina. Pero la vida es un viaje de sorpresas y segundas oportunidades. Un grupo de jóvenes visionarios, con ojos capaces de ver más allá de las apariencias, descubrió su historia olvidada y se conmovió hasta lo más profundo de su ser.


Con amor y respeto, los jóvenes se propusieron devolverle el honor que merecía. Comenzaron a contar su historia a aquellos que visitaban la iglesia, compartiendo el dolor del árbol al ser cortado y su grandeza al convertirse en el Cristo de madera. Las lágrimas de tristeza y emoción brotaban de los ojos de quienes escuchaban, sintiendo la angustia y el sufrimiento que el árbol había soportado.

Poco a poco, la ruta turística que incluía al árbol sagrado se convirtió en un testimonio de esperanza y superación. Las lágrimas amargas se transformaron en lágrimas de alegría y gratitud. Los visitantes, conmovidos por la historia y el sacrificio del árbol, encontraron consuelo en su resiliencia y se inspiraron en su capacidad de renacer desde el sufrimiento.

El árbol, rebautizado en un símbolo de fortaleza y redención, se convirtió en el centro de un abrazo colectivo. Los corazones se llenaron de emoción, y las lágrimas que antes reflejaban tristeza ahora eran lágrimas de pura felicidad. El árbol había encontrado su lugar en el mundo, y su historia trascendió más allá de lo físico, tocando las almas de aquellos que se dejaron llevar por su relato conmovedor.

Así, en la Iglesia de Santa Justa y Rufina, el árbol sagrado se convirtió en un faro de esperanza y reconciliación. Su sufrimiento y grandeza se entrelazaron en una narrativa que tocó los corazones de todos aquellos que tuvieron el privilegio de escucharla. Y así, el árbol que alguna vez fue despreciado, encontró su propósito finalmente: ser el catalizador de lágrimas que transforman la tristeza en alegría, y el sufrimiento en una poderosa lección de vida.



___________

Basado en el relato histórico de Víctor M. Ortega que conmovió los corazones de los asistentes a la inolvidable Ruta de Los Misterios de Santa Justa, actividad realizada en el 2019 por RUTAS DE ORIHUELA con la asistencia de Pascual Segura, Cronista Oficial de Bigastro y representantes de las Asociaciones de Santa Justa y Amigos del Castillo de Orihuela, además de celebridades internacionales como Marta Ruiz "Martuja", experta en temas de misterio y colaboradora de la cadena norteamericana de televisión HBO.

Uno de los carteles del 2019





jueves, 9 de noviembre de 2017

Leyendas de Bigastro: La Leyenda del Pueblo del Saco


¿Quién no recuerda de pequeñito cuando nuestras madres intentaban darnos de comer y nosotros mostrábamos una actitud obstinada y reticente y nos poníamos de morros?

Nuestras madres no tenían más remedio que amenazarnos y nos decían que si no éramos buenos y nos comíamos toda la comida, vendría el hombre del saco y nos llevaría?

Este término del “Saco” viene acompañando a los vecinos de Bigastro desde tiempos que ya no se recuerdan.

Pero a diferencia de la auténtica historia del hombre del saco, basado en los sucesos acontecidos en el pueblo de Gádor en la provincia de Almería en 1910 promovidos por un curandero conocido como Leona y que acabó con la vida de un niño de la que se extrajo su fluido vital para intentar curar los males de un tuberculoso, en nuestra localidad vecina no tiene un origen tan dramático.

Resulta que después de la guerra española, la gente se vio obligada ante la necesidad, a robar el sustento más básico para no perecer. El alimento.

Quiso la causalidad o bien, la fatalidad para aquellos que eran capturados con las manos en la masa, que todos ellos fueran vecinos de Bigastro. Parece ser que los demás chorizos tenían mejor facultades para salir a la carrera y que no fueran sorprendidos.

Así, poco a poco, fue extendiéndose la mala fama de que todos los de Bigastro eran unos ladrones y como siempre que eran detenidos tenían el botín de sus incursiones en el interior de sacos, corrió como la pólvora el rumor.

Así de este modo, el pueblo pasó a conocerse por toda España como el Pueblo del Saco.


FUENTE: Cuadernos de etnografía (José Ojeda Nieto)

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Leyendas de Dolores: La Leyenda de los Santos


Nadie parece querer recordar que no hace mucho tiempo los seres humanos, esos que eran nuestros vecinos, nuestros propios hermanos y familiares, dejaron que la neblina de la barbarie les cegara y se dejaran llevar por un ambiente anti eclesiástico que se propagó por toda España como la pólvora en los días que precedieron a la contienda que enfrentó y dividió a nuestro país en dos partes.

Los milicianos la tomaron con las iglesias y con todo el patrimonio que había en su interior y en las fachadas y el daño artístico que provocaron no puede medirse o tasarse con una cantidad de dinero porque algunas de las obras que destruyeron no tienen precio.

Por eso, fruto de aquellos días salvajes, nos han llegado cientos de historias, unas en forma de leyendas, otras con visos de realidad vestidas con un fino manto de misticismo de la que voy a destacar una.

Cuentan del pueblo de Dolores, que en una de estas ocasiones, un grupo de milicianos estaban sacando a la fuerza y contra la voluntad del pueblo las figuras de los santos que se guardaban en su iglesia.

Un miliciano se quedó mirando de frente la talla de San Juan y con rebeldía le escupió estas palabras:

- ¿Tú que señalas?

Y justo después le rompió el brazo que había permanecido hasta ese día en posición semi horizontal con un dedo extendido.

Pocos días después se supo que aquel hombre se había marchado a combatir a la guerra y que en ella había perdido justamente el mismo brazo que le había roto a la figura.

Aquel mismo día de la barbarie, otro miliciano que se fijó en la talla de nuestro Señor Jesucristo observó que las piernas le sobresalían y de igual modo que a San Juan le habían roto el brazo, a Cristo le rompieron las piernas.

Pues bien, se sabe que este hombre regresó herido del frente en una camilla y sin piernas.

Los actos vandálicos de aquel día no se habían terminado, ya que uno de los milicianos que jugaba con una pistola se enfrentó a la talla de la Virgen y retó a los demás a que tuviesen el valor de dispararle a la frente.

Como nadie quiso hacerlo, él mismo apuntó hacia la figura y dejó que el arma descargara una bala que impactó sobre la zona de los ojos.

Y poco después sabemos por él mismo que regresó arrepentido y pidiendo perdón por haber dañado la figura de la Virgen que tanto adoraba y amaba el pueblo y que por ello se le había castigado y privado del don más preciado que podamos tener las personas, la capacidad de ver.



FUENTE: Cuadernos de etnografía (José Ojeda Nieto)



lunes, 6 de noviembre de 2017

Leyendas de Callosa: La Leyenda del Olivo de las Almas


Leyenda o no, es un hecho relatado que está inspirado en los testimonios de muchas personas que tuvieron la suerte de poder contemplar el fenómeno. Esto ocurrió hasta llegar al 1957 donde el árbol fue arrancado por viejo.

Se dice que en Callosa del Segura un campesino amable y trabajador plantó en su finca un olivar que ocupaba aproximadamente doscientas tahúllas.

En todas ellas, los árboles crecieron fuertes y hermosos, todos, excepto uno que se encontraba plantado cerca del cornijal de la arroba de la acequia.

El dueño de la finca, al ver que aquello no echaba raíces y que le resultaba una molestia más que algo productivo quiso arrancarlo.

Su mujer le dijo entonces que no hiciera tal cosa, que finalmente ese árbol daría sus frutos y que de ellos se extraería el aceite que daría vida a la llama de las almas.

El esposo con una pizca de incomprensión pero por cariño por su mujer, le hizo caso finalmente y dejó al árbol en paz que enraizara creciera a su ritmo.

Al poco tiempo, se produjo el milagro. Las palabras de la mujer habían caído sobre la tierra como bálsamo bendito y como si de una predicción se tratase, el árbol consiguió enraizar y comenzó a crecer.

Cuando llegó el tiempo de recoger la cosecha, el agricultor se quedó maravillado porque comprobó que de aquel olivo salían tres veces más fruto que del resto.

El hombre, en agradecimiento ante aquel milagroso hecho, decidió que todo el aceite que produjera aquel árbol consagrado y cuidado por las “almas benditas” fuese destinado para alumbrar las lámparas que se encendían en el pueblo dedicadas a dichas almas.


FUENTE: Cuadernos de etnografía (José Ojeda Nieto)

La Leyenda de Los Desamparados: El Condenado


Por boca de una anciana me llegan los ecos de una antigua leyenda en Los Desamparados.

Dicen que por las estrechas calles del pueblo, en una época no muy lejana, el espíritu de un hombre vagaba deambulando de un lugar a otro encadenado.

Su alma fue castigada por un crimen fortuito que había cometido tras un pequeño y lamentable malentendido.

Su muerte sucedió tan rápido que no le dio tiempo para ni siquiera sentir arrepentimiento de lo que había sucedido.

Por las noches oscuras, los vecinos escuchaban aterrorizados las voces fantasmales de un alma atormentada que gritaba incesantemente pidiendo auxilio y perdón por sus pecados.

Con un lamento quejicoso y un llanto desconsolado repetía una y otra vez que por favor rezaran por él.

El rozamiento de las cadenas contra el suelo y los lamentos duraban toda la noche y sólo al amanecer volvía la quietud y el silencio.

Su macabro trayecto le llevaba del pueblo al cementerio y de este otra vez al pueblo.

Seguramente porque un alma caritativa y buena se apiadó de la suya, ofreciéndole una oración, la maldición se rompió y desde hace más de ciento cincuenta años ya no ha vuelto a escucharse en la noche el ruido molesto y los gritos proferidos por aquel maldito que con su lento caminar y su viaje hacia ninguna parte trataba de exculpar sus pecados.



El pueblo permanece en paz en la actualidad. Pero no sabemos cuánto durará.

FUENTE: Cuadernos de etnografía (José Ojeda Nieto)


domingo, 5 de noviembre de 2017

Leyendas de Orihuela: La Leyenda del cerdo de San Antón


A falta de unos pocos días de la típica Feria de San Antón de Orihuela, uno de los protagonistas de dicha fiesta, el cerdo, se movía libremente por las calles en donde las familias de vecinos lo cuidaban y alimentaban antes de que llegara el día de la celebración en donde el animalico era sorteado.

Era costumbre en aquellos tiempos dejar al marranico que disfrutase de sus últimos momentos de libertad antes de que pasara a manos de algún agraciado que hubiese apuntado su nombre en los pliegos de papel que permanecían colocados sobre las mesas que estaban dispuestas para recoger la limosna que entregaban los interesados en participar en la rifa.

El animal que había sido expuesto con anterioridad en el mercado de los martes o algún domingo en alguna que otra calle céntrica de nuestra ciudad había atraído las miradas curiosas y algunas perversas de ciertos personajes que entre las sombras tramaban su fechoría.

Así, un día cualquiera, el aroma de los romeros y tomillos del monte de San Antón acompañaba las vibrantes y melodiosas notas de una guitarra.

En este idílico ambiente se produjo un hecho extraordinario.

Una serie de personajes de muy malas intenciones aprovecharon un descuido para sustraer al animalico y llevárselo lejos, al monte para matarlo.

Como si de un ángel guardián se tratase, una estrella brillante y poderosa apareció en el cielo emitiendo un gran resplandor.

Los criminales, asustados apretaron el paso sin comprender lo que estaba sucediendo. Ya que allá por dónde iban, aquella misteriosa luz les seguía.

Llegados a un lugar que consideraron seguro finalizaron su macabra obra dando muerte al cerdo y salieron por pies de allí.

Poco después, los vecinos enterados del asunto, corrieron al rescate del animal sustraído y se dirigieron a la sierra para constatar que ya no se podía hacer nada por el animalico.

Su conversación se centró en la aparición de aquella misteriosa estrella que algunos decían haber visto sin que nadie encontrara una explicación.

Un susto más sufrieron cuando encontraron una piedra en la montaña con una enorme mancha negra en forma de estrella y muy cerca de esta, otra piedra con una mancha similar pero con forma de cochino.

A su lado, las pruebas de la barbarie, la sangre del cerdo que aún goteaba caliente.

Cuentan algunos ancianos que todavía puede localizarse este lugar en la sierra de San Antón, las dos piedras con tan curiosas manchas que aparecieron de la nada en aquella no olvidada velada de San Antón en la que nunca pudieron consumar la rifa del cochino
.

FUENTE: Cuadernos de etnografía (José Ojeda Nieto)

sábado, 4 de noviembre de 2017

Leyendas de Orihuela: La Leyenda de las Cadenas


En la Plaza de las Salesas, en tiempos más tempranos, vivía un hombre acaudalado al que apodaban Juan “el Moro” o “el Mozo” según la versión.

Cuentan los más ancianos que aprendieron de sus abuelos y estos de sus bisabuelos que cuando este sujeto vino a vivir a tierras oriolanas trajo consigo a una niña cuyo nombre se pierde en el tiempo pero a la cual no dejaba de agasajar y mimar por el grande cariño que le tenía.

Como no podía ser de otra manera, los años fueron pasando para esta dichosa familia y aquella que había llegado como niña ya se mostraba a las gentes como una hermosa mujer cuya fama de preciosa se extendió por toda la comarca hasta el punto de que los pretendientes a su mano venían desde lugares inhóspitos y alejados.

Juan el Moro no quiso saber nunca jamás nada de tales pretensiones ya que según sus propias palabras su linda hija ya estaba comprometida con un próspero comerciante argelino.

Por ello debía de cuidar de ella con feroz celo hasta el día en que fuera entregada a su prometido.

Pero quiso el amor hacer acto de presencia en forma de un joven de nombre Andrés que era hijo de Pedro el Espartero.

Un muchacho que compartía con ella edad y aficiones y sin que la chica se percatara dejó que su mente se turbara por el fervor del enamoramiento.

Así que los días pasaban entre cálidos deseos de conocer a aquella muchacha que le arruinaba el sueño ya que deseaba abrazarla, besarla.

Cada vez que podía, se acercaba entre las sombras a la puerta a observar a su amada, noche tras noche, hasta alcanzar la madrugada. Y esto hizo mella en ella que fue dando paso de la curiosidad al cariño, de este al amor y finalmente al deseo.

Un día, la joven decidió que ya era hora de conocer a aquel que la observaba siempre escondido pero con la mirada cándida y dulce. Bajó disimuladamente y como quien no quiere la cosa, se hizo la distraída y consiguieron mantener una conversación.

Aquella fue la chispa que lo inició todo.

Desde aquel día, los encuentros en la Plaza de las Cadenas se sucedían cada vez con más frecuencia y la pasión que ambos sentían mutuamente iba creciendo sin control.

Y como es moneda de cambio en nuestra polémica ciudadela, la envidia, los celos, e incluso, las ganas de fastidiar al prójimo, hicieron su aparición a través de una anciana con aspecto de bruja que vivía por las cercanías de la Plaza de las Cadenas.

Dicha anciana malévola y sin corazón, fue a advertir al padre de la muchacha que quedó impresionado por tales noticias.

Así que entre ambos urdieron un plan.

El tutor de la muchacha se escondería en lugar seguro al acecho de que el pretendiente de su hija apareciese y en cuanto se observase algún comportamiento no deseado se produciría una reacción ante tal afrenta.

Una mañana, Juan permanecía oculto esperando ser testigo de la visita casual de su “enemigo”.

El joven apareció con una enorme sonrisa y la muchacha se arrojó a sus brazos.

El padre entró en cólera y sacó su espada.

Cuando todo pasó, el hombre se dio cuenta de la tragedia ya que con su propia arma había asesinado a los dos enamorados.

Un gran charco de sangre manchaba el suelo mientras él permanecía en pie aturdido por lo que acababa de hacer.

La pena fue más grande que su regocijo y acabó sacando uno de sus puñales y se lo clavó para acabar también con su propia vida.

Lo último que recuerdan las sabias gentes de Orihuela es que de la noche a la mañana apareció un caballero vestido de negro al que nadie conocía pero cuyas intenciones fueron en seguida supuestas. Había venido a llevarse consigo a la bruja, la verdadera culpable de aquel trágico asunto.

Poco tiempo después, en el día de Nuestra Patrona la Virgen de Monserrate, un barullo descomunal y ensordecedor atrajo las miradas de las gentes que vivían en la calle de La Feria.

El escándalo fue tal que los vecinos que se encontraban en la Catedral, salieron para saciar su curiosidad y pudieron contemplar un hecho que aún hoy día se recuerda.

Un gato negro enorme perseguía a una anciana con tal ferocidad y violencia que la acorraló en el recinto de las cadenas de la catedral que estaba considerado desde tiempos inmemoriales como lugar sagrado para los oriolanos.

El colérico animal se movía de un lado para otro sin querer penetrar en el recinto santificado.

Entonces, se detuvo en seco, se transfiguró en un ser humano de carne y hueso pero de aspecto extraño que recordaba a uno de esos seres malditos que viven en las entrañas de la tierra. Empezó a girar sobre sí mismo y como si un torbellino fuese, arrancó las cadenas con su fuerza y se llevó a la vieja con él y nunca más se supo de ella.


FUENTE: Cuadernos de etnografía (José Ojeda Nieto)

viernes, 2 de junio de 2017

Leyendas de Alicante: La Leyenda de Mariola


Haz de saber ciudadano que triste es la historia que te voy a contar.

Pues es la verdadera historia de una hermosa joven y su padre al que los ciegos celos por la riqueza de un malvado y avaricioso romano les llevó hacia la desdicha.

Esta leyenda pertenece a la Sierra de Mariola, situada en la provincia de Alicante, y está ambientada en los años 42 A.C - 37 D.C, durante la época de Tiberio Claudio Nerón.

Se hablaba por aquel entonces de un hombre rico, de nombre Sexto Mario, uno de los más poderosos de Hispania. En sus posesiones había una mina de oro que era la que mayor riqueza le había proporcionado.

Dicha mina, se encontraba en el interior de una montaña.

La ambición de Tiberio le obligó a requisar dichas minas para que pasaran a formar parte de su patrimonio.

El plan era bien sencillo, tenía que conquistar a la hija de Sexto de nombre Mariola, excelente ciudadana y bellísima mujer.

La muchacha acostumbraba a dar largos paseos por la montaña en compañía de una pantera que su padre le había regalado de uno de sus viajes a África.

El romano, cargado de poder y de autoestima era rechazado una y otra vez por la hispana.

Y entonces decidió cambiar de planes e iniciar una venganza acongojado por aquella desazón amarga de ser rechazado por la mujer de sus sueños.


Nerón, mintió al pueblo utilizando todos los recursos que tenía a su alcance y acusó a Sexto y a Mariola de practicar incesto.

Ambos, fueron arrestados y trasladados a Roma donde fueron condenados a ser despeñados de la Roca Tarpeya. Una roca situada al S.O. del Capitolio desde donde se despeñaba a algunos condenados a muerte y que vio correr a través de sus vetas la sangre de los dos inocentes de Cocentaina.

Desde aquel día, cuenta la leyenda que la Sierra que está considerada la más bella de la provincia recogió el nombre de la inocente muchacha que fue asesinada vilmente por aquel caprichoso gobernante romano que no tenía suficiente con su imperio.
Jamás se volvió a saber sobre las minas de oro.

En el año 1965, los espeleólogos del Centro Excursionista de Alcoy tuvieron una agradable sorpresa al encontrar en el interior de una Cueva de Bocairent una serie de huesos que más tarde se determinó por los especialistas que pertenecían a una pantera africana.

Desde los alrededores se cuentan historias basadas en testimonios de personas que en las altas horas del crepúsculo han podido observar la figura evanescente de una hermosa mujer envuelta en unos ropajes de color blanco que semejan la mismísima niebla acompañada de una forma felina que ruge en la oscuridad de la noche..






viernes, 22 de julio de 2016

Leyendas de Rojales: El hombre que se convirtió en cerda


Es cuento de viejas cuando afirman haber conocido a un pariente suyo al que veían de uvas a peras.

Y cuando venía lo hacía agarrado a un libro.

El hombre leía y leía sin parar hasta que un día se convirtió en cerda.

Y el animalico llevaba siete crías detrás.

Pero la cerda era peligrosa pues por la boca escupía fuego y con sus ojos podía convertirte en piedra.

La abuela le tenía miedo y rezaba para que se fuera.

Y por fin un día, desapareció la cerda con todas sus crías.

Pero en Rojales aún quedan,
quien visto lo visto,
piden y rezan,
que no vuelva la cerda.


jueves, 21 de julio de 2016

La Leyenda del Pilar de la Horadada: El Zurrón y la Niña


La Cayetanica, como le decían en el pueblo, era la más pequeña de tres hermanas y la pobre era cojica.

Un día, su madre, las mandó a recoger leña.

Y estas que eran muy obedientes le hicieron caso y fueron a desempeñar la tarea. Al terminar se quedaron jugando sin percatarse de que el tiempo pasaba con rapidez y que se estaba haciendo de noche.

Cuando la oscuridad sorprendió a las muchachas se dieron cuenta de su error y salieron corriendo para casa, dejando rezagada a su hermana cojica.

Cayetanica se perdió en el bosque y como no quería que le pasara nada malo se sentó junto a un árbol para dejar pasar el tiempo y que así vinieran a por ella.

Pero el sueño la sorprendió y se quedó durmiendo.

Quiso la fatalidad que por allí pasara un hombre con un zurrón que al verla desprevenida la cogió y la metió dentro.

Y así, con ella metida dentro del zurrón, iba de pueblo en pueblo obligándola a cantar esta canción:

Que malas son mis hermanas
Que en el campo me han dejado
Y ha venido este hombre viejo
Y en el zurrón me ha zampado

Y el hombre le hacía coro con su voz malicienta:

Canta zurronico, canta
Que si no te doy con la tranca.

Y la niña obligada y asustada cantaba y cantaba por donde pasaban.

Con el tiempo, quiso la casualidad que el hombre pisara de nuevo el pueblo de la niña.
Y el destino que juega esas malas pasadas hizo que se tropezase con la madre de Cayetanica que estaba en la puerta amasando alimento para sus otras dos hijas.

El hombre le dijo a la mujer si le podía guardar el zurrón mientras él se distraía en una tarea delicada.

Y la madre le respondió que sí, que ella sola se encargaba.

Así que el hombre se marchó y dejó allí a la madre que a sus hijas les preguntaba:

¿A ver niñas, qué queréis que os haga?
Yo quiero un rollico -decía la mayor
Yo también quiero rollico- contestaba la mediana
Pues yo quiero un tortón- contestaba alguien desde el zurrón.

La madre se quedó turbada y repitió la pregunta.

Parece que el zurrón es mágico y con voz de niña habla.
Vamos a repetir la pregunta.
¿Qué queréis que os haga?
Yo quiero un rollico.
Yo también quiero un rollico.
Yo mamá quiero un tortón.

Y la madre con los ojos bañados en lágrimas abrió el zurrón y liberó a su hija.
La escondieron bajo la cama y metieron en el zurrón a un gato salvaje y un montón de piedras.

Al poco el hombre reapareció y se encargó del zurrón hiendo de pueblo en pueblo con el fin de recibir alguna limosna
Cuando tocó, el hombre al zurrón le habló.

Canta zurronico, canta
Que si no te doy con la tranca.

Pero el zurrón no respondía.

Canta zurronico, canta
Que si no te doy con la tranca.

Y el zurrón seguía sin responder.

Cuando salgamos del pueblo
Verás el palo que te llevarás.

Y a la salida del pueblo, el hombre abrió el zurrón con la intención de dar un escarmiento a la niña pero se encontró con una sorpresa que no se esperaba.

Un gato salvaje le saltó hacia la cara y se la arañó desfigurándosela.
Pero fue mayor el susto que se pegó que casi lo deja en el sitio.

Y así es como termina
El Cuento del Zurrón.
Con un buen susto,
Y aprendida la lección.


miércoles, 20 de julio de 2016

Leyendas de Torrevieja: Pedro el Pirata


En los tiempos en los que en Torrevieja abundaba el contrabando, había un hombre que habiendo sido contrabandista, se sentía muy desgraciado.

Habitaba en la antigua Pía de Oriente, en la parte sin urbanizar que daba al campo, en una barraca en donde vivía solo.

Como los del pueblo eran muy religiosos, se habían propuesto evangelizar a este hombre conocido como Pedro el Pirata del que se decía que era ateo.

Cuentan algunos que un día unos chavales torturaban y maltrataban a un chucho que fue a ir a resguardarse a la barraca de Pedro.
De su boca aparecían espumarajos y su ladrar se hacía incesante. Nadie del pueblo lo quería o lo defendía ya que le tenían miedo y las mujeres salían de sus cosas armadas con escobas para espantar al pobre animal.

Pero como los caminos del señor son inciertos, quiso el destino que el perro fuera a parar ante la puerta del Pirata.

Este, le dio de beber en una jofaina, lo acogió y desde entonces jamás se separaron.

Los días que pasó curando al perro, consiguieron apaciguar su corazón y este fue haciéndose más blando.

En una ocasión que mimaba y alimentaba al perro escuchó una voz que le dijo:

-    ¡Pedro!, tú a él y él a ti. Por amor has sido salvado.

Y escuchó esto por tres veces.

Entonces Pedro respondió:

-         ¡Señor!, Entonces es verdad que existes. ¿Durante cuanto tiempo te he ignorado?

Con el tiempo, el perro murió y los sentimientos religiosos lo impulsaron a enterrarlo en el patio de su casa.

Salió a buscar consuelo y entró en la casa de una anciana que amablemente lo acogió y le dio desahogo.

Entonces descubrió el verdadero amor y se hizo cristiano.

A los pocos días de aquello, una vecina tuvo por desgracia a perder a su niña víctima de la tuberculosis y Pedro acudió al duelo.

En ella contempló a una madre que no cesaba de llorar recordando las últimas palabras de su hija que quería que la enterraran con el ataúd lleno de flores pero al ser Torrevieja una zona en donde no había posibilidad de que estas crecieran no había podido cumplir los últimos deseos de su niñita.

Entonces Pedro se apiadó de la mujer y llamó a los asistentes para que lo acompañaran a su casa prometiéndoles las flores que necesitaban.

Cuando estos llegaron al patio de la barraca se asombraron pues en el lugar donde estaba enterrado el perro había cientos de flores que fueron recogidas y llevadas para enterrar con ella a la niña.

No habían pasado ni unos meses cuando otro vecino del pueblo enfermó y a los pocos días murió.

Sus familiares y amigos quisieron que se repitiera el gesto de las flores pero dudaron de donde conseguirlas ya que para volviera a florecer tendría que haber pasado otra primavera.

Hablaron con Pedro y este les dijo que él no podía hacer nada hasta que transcurriera un año pero que si querían, que pasaran a su jardín para ver si quedaba alguna.

Al entrar al patio se encontraron que este estaba otra vez repleto de flores y otra vez en el lugar en donde yacía el perro.

Y fue entonces cuado pensaron que aquel animalito que parecía enfermo y que todos ahuyentaban por miedo había sido finalmente un regalo de Dios ya que no sólo había salvado el alma de Pedro el Pirata sino que también obraba milagros en beneficio de todo el pueblo.

Así es recordado Pedro el Pirata, como el hombre malvado que se hizo amigo de un perro, que le ablandó el corazón y se hizo bueno ayudando a los del pueblo cuando se necesitaba.






sábado, 16 de julio de 2016

Leyendas de Torrevieja: La Bruja y el Pescador


Había según me contaron, un pescador de Torrevieja que gozaba de muy buena imaginación.

Pues su juventud le hacía digno de contar fantásticas e increíbles historias.

Un día, se quedó dormido sobre la cubierta de su embarcación y sin darse cuenta le sobrevino la noche.

Al día siguiente, una gaviota lo despertó y este para su asombro descubrió que ya no estaba en la playa donde se había quedado dormido sino que el agua lo había arrastrado y hecho viajar hasta las costas de Marruecos.

Sus ojos advirtieron entonces a una elegante y joven figura femenina de bien parecer caminado por la playa que al llegar a su altura entabló conversación.

La joven le contó entre otras cosas que era dueña de muchas tierras, que hasta un oasis en el desierto poseía.

Prendado de su belleza y olvidando a la esposa que le aguardaba en la otra parte del mar, decidió quedarse durante un tiempo con aquella hermosa señorita.

Hipnotizado por aquellos ojos tiernos, y aquella boca que parecía querer penetrar en su cabeza dejó que pasaran los años, los meses. Realmente no supo el tiempo que había transcurrido.

Un día, la joven, por capricho, quiso volver a la orilla en donde se habían conocido. La barca permanecía allí como el recuerdo de algo que asemejaba a un sueño.

Empezaron otra vez a dialogar y mientras eso ocurría sintieron en sus respectivos cuerpos un sopor que los dominaba. Quedaron finalmente dormidos junto a la barca.

O por lo menos eso es lo que parecía, pues era ella hábil en el arte de simular.

Al despertar, el joven pescador se encontró de nuevo en la orilla de sus tierras y así, aún sumido en el efecto del sueño que se iba disipando, fue a buscar a su esposa y a sus conocidos para contarles que una bruja le había hechizado con su poder maléfico durante tanto tiempo que ya no se acordaba.

Contó el joven que seguramente esta mujer monstruosa habría cambiado de forma, adoptando la de una joven, (ocultó a su esposa lo de bella) con la que lo mantuvo hechizado con extrañas maldiciones pronunciadas en lenguas desconocidas.

Pero que como toda bruja y sus hechizados, habían perdido su poder con el paso de los días y para que él no se diera cuenta, lo entregó otra vez a las fauces de un encantamiento del sueño que lo devolvió a sus tierras.

Y esta es la fantasiosa historia que un pescador joven e imaginativo me contó de sus extrañas andanzas por tierras de Marruecos.



miércoles, 13 de julio de 2016

La Leyenda de San Miguel de Salinas: Zulema y Manuel


Cuando los árabes se hicieron dueños de este territorio, se establecieron en las Zahurdas, junto a la finca llamada La Capitana que estaba habitada por cristianos.

Abrumado por la belleza de una de las moras que habitaban Las Zahurdas, el hijo de los dueños de la finca cristiana se enamoró locamente de la mora.

Por supuesto, ese amor se convirtió en un problema al ser visto por los padres como algo peligroso y que hacía daño al buen nombre de la familia.

Por eso, los amantes decidieron mantener el contacto sin que nadie se enterara. Nadie, excepto una criada mora que es la que hacía de mensajera entre ambos enamorados.

Pero quiso la desfachatez que el plan fuese descubierto por un hermano de Zulema que fue corriendo a prevenir a su padre.

Este, se sintió tan ofendido que no tuvo más remedio que mandar a su hija a Orán con el resto de sus parientes.

Inició los preparativos y mandó a uno de sus hijos al puerto de San Ginés (Campoamor) para comerciar con el capitán de uno de los bajeles que solía mercadear con los agricultores de la zona para cerrar un trato que permitiera mandar a su hija y a algunos de los criados a Orán y de allí al cercano pueblo de Tremecén en donde vivían los parientes de la chica.

El día acordado, partió la caravana hacia el puerto sin saber que la hija, a través de un criado, había puesto sobre aviso a su amado tanto del día como de la forma en que tenía su padre planeado su viaje.

A orillas del río Mariomento, esperaban a la comitiva el enamorado y sus hermanos escondidos.

Zulema aún mantenía firme el recuerdo de la despedida con su madre que con lágrimas en los ojos le prometía la felicidad allá donde fuera.

La caravana mora estaba formada por un grupo de criados bien armados comandados por 3 de los hermanos de Zulema, siendo uno de ellos el que la acompañaría hasta que la chica llegara a su destino.

Atravesaron el Monte de Campoamor y cuando dejaron atrás el riachuelo y salían al margen derecho fueron sorprendidos por un ataque de los cristianos.

Se produjo entonces una sangrienta matanza en donde perecieron todos los moros que acompañaban a la chica excepto uno de sus hermanos.

Los enamorados haciendo caso omiso ante tal tragedia, rodeados de cuerpos y sangre, se fundieron en un apasianodo abrazo.

El resto no se sabe si fue por venganza o si fue fruto del azar. Pues el hermano de Zulema que quedaba vivo, alcanzó a los dos enamorados matándoles en el acto a ambos.

Desde aquel entonces, la tradición le puso un nombre a aquel sitio.

El lugar sería conocido como MATAMOROS.


* Se sabe que poco tiempo después, los moros tuvieron que abandonar con prisas la finca de Las Zahurdas pues temían por sus vidas. El padre de Zulema, que ya no se sentía hombre, sino más bien, un anciano abatido por la desgracia de haber perdido a todos sus hijos, solo tuvo tiempo de ordenar a uno de sus criados que escondiera parte de sus tesoros en algún lugar de la finca. Y hasta el día de hoy, permanecen allí ocultos en algún lugar que el tiempo ha borrado de la memoria de los hombres hasta que alguna  casualidad o tal vez el destino permita que sea descubierto.


lunes, 11 de julio de 2016

La Leyenda de Benijófar: El pastorcillo, la culebra y el zorro


Esta es una vieja leyenda que pertenece al olvido, pues ni los más ancianos del lugar la recuerdan. Un cuento que se trasmitió de padres a hijos durante generaciones y que proviene de una época en la que dicen, los animales hablaban con los humanos.

Como cada mañana, el pastorcito de Benijófar madrugaba y se iba con el rebaño en busca de pastos frescos con que saciar el hambre de los animalitos.
Subía por la Piná hasta llegar hasta la “Casica Blanca”.

Pero esa mañana se encontró con una culebra que estaba helá de frío.
Le dio tanta pena que se la metió en el morral para resguardarla del mal tiempo que hacía a esas horas.

A esto de las 12 del mediodía, cambió la temperatura y empezó a hacer bastante calor.
La culebra que había permanecido todo este tiempo al abrigo de la intemperie fue sacada por el pastorcillo de nuevo al calor de la luz.

Pero ocurrió algo que sorprendió al buen hombre, ya que esta en cuanto sintió la buena temperatura se le envistió como una loca.

Pasaba en ese momento por allí un zorro muy viejo que siendo testigo del inoportuno ataque les preguntó:

-         ¿Qué es lo que pasa aquí?

Y el sorprendido pastorcito le contó todo lo que había pasado. Entonces el zorro se dirigió a la culebra diciéndole:

-         ¡Bueno! ¿Por qué no te pones tú como estabas esta mañana?

Y la culebra se puso en la carretera como en las primeras horas para que el pastorcico la volviera a coger y se la volviera a meter una vez más en el morral.

Pero a esto que el zorro sugirió:

-         ¿Por qué no coges una piedra ahora que está dentro y le chafas la cabeza?

El pastorcito después de dudar un segundo cogió una piedra y aplastó la cabeza de la culebra y respondió al zorro:

-         Bueno, ¡Muchas gracias!

El zorro le reprendió entonces y le dijo:

-         ¡No!, con gracias yo no como. Es ahora obligación tuya entregarme algo del mismo valor o mejor como recompensa.

-         Es cierto, te debo una. Yo te indicaré un lugar junto a mi casa en donde abundan las gallinas para que esta noche a la hora que quieras te acerques a comer las que quieras.

Así es como quedaron y el zorro aventuró que esa noche iría tal y como habían convenido.

Una vez que cada uno se había ido cada cual por su lado, el pastorcito acordándose del consejo que el zorro le había dado previamente se dirigió a la casa de su vecino para prevenirle de que esa noche un zorro viejo acudiría a comerse a sus gallinas.

Los vecinos lo esperaron y cuando descubrieron al animal en el interior le tendieron una trampa y lo mataron.


Y esto de aquí es la moraleja:
Que aunque oigamos la voz que aconseja
Y un beneficio creamos nos deja
No hay que dejarse engañar por la comadreja.