Un día, su madre, las mandó a recoger leña.
Y estas que eran muy obedientes le hicieron caso y fueron a
desempeñar la tarea. Al terminar se quedaron jugando sin percatarse de que el
tiempo pasaba con rapidez y que se estaba haciendo de noche.
Cuando la oscuridad sorprendió a las muchachas se dieron
cuenta de su error y salieron corriendo para casa, dejando rezagada a su
hermana cojica.
Cayetanica se perdió en el bosque y como no quería que le
pasara nada malo se sentó junto a un árbol para dejar pasar el tiempo y que así
vinieran a por ella.
Pero el sueño la sorprendió y se quedó durmiendo.
Quiso la fatalidad que por allí pasara un hombre con un
zurrón que al verla desprevenida la cogió y la metió dentro.
Y así, con ella metida dentro del zurrón, iba de pueblo en
pueblo obligándola a cantar esta canción:
Que malas son mis
hermanas
Que en el campo me han
dejado
Y ha venido este
hombre viejo
Y en el zurrón me ha
zampado
Y el hombre le hacía coro con su voz malicienta:
Canta zurronico, canta
Que si no te doy con
la tranca.
Y la niña obligada y asustada cantaba y cantaba por donde
pasaban.
Con el tiempo, quiso la casualidad que el hombre pisara de
nuevo el pueblo de la niña.
Y el destino que juega esas malas pasadas hizo que se
tropezase con la madre de Cayetanica que estaba en la puerta amasando alimento
para sus otras dos hijas.
El hombre le dijo a la mujer si le podía guardar el zurrón
mientras él se distraía en una tarea delicada.
Y la madre le respondió que sí, que ella sola se encargaba.
Así que el hombre se marchó y dejó allí a la madre que a sus
hijas les preguntaba:
¿A ver niñas, qué
queréis que os haga?
Yo quiero un rollico -decía
la mayor
Yo también quiero
rollico- contestaba la mediana
Pues yo quiero un
tortón- contestaba alguien desde el zurrón.
La madre se quedó turbada y repitió la pregunta.
Parece que el zurrón
es mágico y con voz de niña habla.
Vamos a repetir la
pregunta.
¿Qué queréis que os
haga?
Yo quiero un rollico.
Yo también quiero un
rollico.
Yo mamá quiero un
tortón.
Y la madre con los ojos bañados en lágrimas abrió el zurrón
y liberó a su hija.
La escondieron bajo la cama y metieron en el zurrón a un
gato salvaje y un montón de piedras.
Al poco el hombre reapareció y se encargó del zurrón hiendo
de pueblo en pueblo con el fin de recibir alguna limosna
Cuando tocó, el hombre al zurrón le habló.
Canta zurronico, canta
Que si no te doy con
la tranca.
Pero el zurrón no respondía.
Canta zurronico, canta
Que si no te doy con
la tranca.
Y el zurrón seguía sin responder.
Cuando salgamos del
pueblo
Verás el palo que te
llevarás.
Y a la salida del pueblo, el hombre abrió el zurrón con la
intención de dar un escarmiento a la niña pero se encontró con una sorpresa que
no se esperaba.
Un gato salvaje le saltó hacia la cara y se la arañó
desfigurándosela.
Pero fue mayor el susto que se pegó que casi lo deja en el
sitio.
Y así es como termina
El Cuento del Zurrón.
Con un buen susto,
Y aprendida la
lección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario