Al principio fueron unos golpes secos en mitad de la noche. Era parecido a cuando alguien golpea con mucha fuerza una de las paredes.
Luego siguieron los sonidos de “cosas” invisibles
estrellándose y haciéndose añicos.
Esto fue lo que empezó a mosquear realmente a los inquilinos
de una de las viviendas de esta calle en apariencia normal.
De madrugada, un estruendo que sonaba como si una gran
botella de cristal se cayera al suelo y se hiciera pedazos los despertaba a
todos.
El cabeza de familia, un hombre pequeño pero con carácter como
son algunos ecuatorianos, se levantaba con desgana y acudía hacia el lugar en
donde se había escuchado el destrozo.
Miraba de aquí para allá pero nunca encontraba nada.
Una de las noches su mujer sintió como si unas manos frías
agarraran uno de sus senos y esta gritó
cuando caminaba por el pasillo llevando entre sus brazos las toallas que había
recogido de la colada ya seca y que se dirigía hacia uno de los cuartos de baño
para ponerlas en sus anillas.
El alarido sonó tan fuerte que heló la sangre de algunos
vecinos que fueron a pedir explicaciones a los pocos minutos.
La familia no comprendía nada.
Los pocos días que llevaban habitando la casa se estaban
convirtiendo en una pesadilla.
Habían dado al dueño del piso una señal por adelantado y un
mes como es costumbre hacer cuando se alquila un piso por primera vez.
El barrio no tenía nada de especial y junto a su edificio
bullían otros edificios de similares características que no hacían presagiar
nada malo.
Pero desde el primer día en el que se habían establecido en
la vivienda habían empezado a notar como si una presencia los acompañara.
En algunas de las habitaciones hacía un frío horrible y eso
que era en pleno verano.
Luego, empezaron a escuchar voces pero en una primera
instancia creyeron que se trataba de sus vecinos y que era problema de las
paredes que seguramente eran muy delgadas.
Lo extraño era que a veces parecía que alguien los llamaba
por su nombre.
Algunos muebles aparecían cambiados de sitio y esto no hacía
más que acrecentar todavía más los sufridos ataques de nervios que la familia
estaba padeciendo.
El padre fue a visitar a su casero para decirle que iban a
abandonar el piso y que por favor le devolviera la señal.
Pero este se negó en redondo acusándoles de no querer
cumplir el contrato que les había hecho para un año.
Así que aguantaron todas estas misteriosas calamidades por
la sencilla razón de no perder el dinero de la fianza que tanta falta les
hacía.
Pero los días se sucedían entre sustos y encontronazos con
algo oscuro de forma desconocida que parecía haberse apoderado de la vivienda y
que les estaba haciendo la vida imposible.
Ejemplo de esto es una mañana en la que el padre se
encontraba en el cuarto da baño aseándose cuando creyó ver en el espejo una
figura, una sombra fugaz que pasaba detrás de él. No tenía una forma definida
del todo pero parecía un cuerpo humano de aspecto oscuro.
Cuando no pudieron más, simplemente abandonaron el piso sin
dejar ni rastro.
El casero no volvió a saber nunca más de ellos y quizás,
asustados por un terror inimaginable dejaron incluso atrás a la ciudad y se
marcharon muy lejos de Orihuela.
Rostro captado en ventana del piso |
Hay dos figuras una de un hombre con traje y corbata y una mujer con vestido de época.
ResponderEliminarMe apunto lo que me cuentas. Ya lo investigaré.
EliminarHay dos figuras una de un hombre con traje y corbata y una mujer con vestido de época.
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