Cuando los árabes se hicieron dueños de este territorio, se
establecieron en las Zahurdas, junto a la finca llamada La Capitana que estaba
habitada por cristianos.
Abrumado por la belleza de una de las moras que habitaban
Las Zahurdas, el hijo de los dueños de la finca cristiana se enamoró locamente
de la mora.
Por supuesto, ese amor se convirtió en un problema al ser
visto por los padres como algo peligroso y que hacía daño al buen nombre de la
familia.
Por eso, los amantes decidieron mantener el contacto sin que
nadie se enterara. Nadie, excepto una criada mora que es la que hacía de
mensajera entre ambos enamorados.
Pero quiso la desfachatez que el plan fuese descubierto por
un hermano de Zulema que fue corriendo a prevenir a su padre.
Este, se sintió tan ofendido que no tuvo más remedio que
mandar a su hija a Orán con el resto de sus parientes.
Inició los preparativos y mandó a uno de sus hijos al puerto
de San Ginés (Campoamor) para comerciar con el capitán de uno de los bajeles
que solía mercadear con los agricultores de la zona para cerrar un trato que
permitiera mandar a su hija y a algunos de los criados a Orán y de allí al
cercano pueblo de Tremecén en donde vivían los parientes de la chica.
El día acordado, partió la caravana hacia el puerto sin
saber que la hija, a través de un criado, había puesto sobre aviso a su amado
tanto del día como de la forma en que tenía su padre planeado su viaje.
A orillas del río Mariomento, esperaban a la comitiva el
enamorado y sus hermanos escondidos.
Zulema aún mantenía firme el recuerdo de la despedida con su
madre que con lágrimas en los ojos le prometía la felicidad allá donde fuera.
La caravana mora estaba formada por un grupo de criados bien
armados comandados por 3 de los hermanos de Zulema, siendo uno de ellos el que
la acompañaría hasta que la chica llegara a su destino.
Atravesaron el Monte de Campoamor y cuando dejaron atrás el
riachuelo y salían al margen derecho fueron sorprendidos por un ataque de los
cristianos.
Se produjo entonces una sangrienta matanza en donde
perecieron todos los moros que acompañaban a la chica excepto uno de sus
hermanos.
Los enamorados haciendo caso omiso ante tal tragedia,
rodeados de cuerpos y sangre, se fundieron en un apasianodo abrazo.
El resto no se sabe si fue por venganza o si fue fruto del
azar. Pues el hermano de Zulema que quedaba vivo, alcanzó a los dos enamorados matándoles
en el acto a ambos.
Desde aquel entonces, la tradición le puso un nombre a aquel
sitio.
El lugar sería conocido como MATAMOROS.
* Se sabe que poco tiempo después, los moros tuvieron que
abandonar con prisas la finca de Las Zahurdas pues temían por sus vidas. El
padre de Zulema, que ya no se sentía hombre, sino más bien, un anciano abatido
por la desgracia de haber perdido a todos sus hijos, solo tuvo tiempo de
ordenar a uno de sus criados que escondiera parte de sus tesoros en algún lugar
de la finca. Y hasta el día de hoy, permanecen allí ocultos en algún lugar que
el tiempo ha borrado de la memoria de los hombres hasta que alguna casualidad o tal vez el destino permita que
sea descubierto.
LUIS MATEO 1979
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