Según la tradición local de Orihuela, la figura del demonio que aparece en la base de "la Cruz de los Labradores" tiene una historia detrás. Se dice que durante la construcción de la talla, un monje fue requerido para ayudar en la construcción, pero éste se negó a colaborar.
Debido a su negativa, el monje fue condenado por Dios a permanecer atrapado en la madera de la obra para siempre, como una especie de castigo divino. Desde entonces, la figura del monje atrapado en la Diablesa se convirtió en una especie de leyenda local y se incorporó a la simbología de "la Cruz de los Labradores".
Lamentablemente, no existe una versión única y verificable de la leyenda del monje atrapado en "la cruz de los labradores" de Orihuela que incluya fechas y nombres precisos. Lo que se sabe es que la leyenda ha sido transmitida oralmente a lo largo de los años y se ha incorporado en la tradición local de Orihuela.
Según la versión más extendida de la leyenda, durante su construcción a finales del XVII ordenada por el gremio de Labradores de Orihuela, se pidió la ayuda a un hombre relacionado con el Convento de San Juan de la Penitencia (covento de clausura femenino) para que colaborara en su construcción. El monje, llamado fray Miguel de la Hoz, se negó a prestar su ayuda alegando que no quería involucrarse en algo tan mundano y material y fue castigado por Dios por esta actitud soberbia y falta de humildad.
El gremio de labradores se sintió traicionado por la actitud del monje, pero decidieron continuar sin tomar ningún tipo de represalia. Sin embargo, cuando la obra estuvo terminada por el escultor fray Nicolás de Bussy en 1695, descubrieron con horror que algo extraño había sucedido: en la base de la cruz, se podía ver claramente la figura del monje atrapado en la base en una mueca de terror terrible.
Al principio, todos creyeron que era una ilusión óptica, pero al acercarse se dieron cuenta de que era cierto: el monje había quedado atrapado en la madera para siempre. Cuenta la leyenda que, desde ese día, su alma atormentada habita junto a la cruz, y que en ciertas noches se puede escuchar su lamento aterrador resonando por toda la ciudad. Sea cierto o no, sí son reales los problemas que la alarma del museo ha dado a sus gestores a lo largo de mucho tiempo. Disparándose de forma inexplicable a altas horas de la noche y obligando a distintos sujetos a acudir con el susto en el cuerpo para asegurarse de no estar sufriendo un robo o un allanamiento.
En algunas versiones de la leyenda, se dice que el monje fue castigado por blasfemo, mientras que en otras se dice que fue castigado por no cumplir con su deber. En cualquier caso, el castigo divino consistió en que su alma quedara atrapada para siempre en la figura que representa a un fraile demonio en la talla.
La leyenda ha sido transmitida de generación en generación y se ha convertido en parte del folclore y la tradición local de Orihuela. La figura del monje atrapado en la Diablesa se ha convertido en un símbolo de la ciudad y una atracción turística.
Algunas personas muy supersticiosas evitan estar cerca de la talla porque muchos aseguran haber visto la figura del monje moviéndose y gesticulando dentro.
En alguna ocasión, y esto ha sido corroborado por uno de los empleados del Museo Arqueológico donde reposa la figura, alguna persona valiente se ha acercado a la Diablesa para intentar liberar al monje tirando sobre él una pizca de sal, pero siempre fracasan en el intento salvo en una ocasión donde una mujer consiguió realizar el conjuro y salir pitando de allí ante las narices del sorprendido empleado del museo.
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