Había según me contaron, un pescador de Torrevieja que gozaba
de muy buena imaginación.
Pues su juventud le hacía digno de contar fantásticas e
increíbles historias.
Un día, se quedó dormido sobre la cubierta de su embarcación
y sin darse cuenta le sobrevino la noche.
Al día siguiente, una gaviota lo despertó y este para su
asombro descubrió que ya no estaba en la playa donde se había quedado dormido sino
que el agua lo había arrastrado y hecho viajar hasta las costas de Marruecos.
Sus ojos advirtieron entonces a una elegante y joven figura
femenina de bien parecer caminado por la playa que al llegar a su altura
entabló conversación.
La joven le contó entre otras cosas que era dueña de muchas
tierras, que hasta un oasis en el desierto poseía.
Prendado de su belleza y olvidando a la esposa que le
aguardaba en la otra parte del mar, decidió quedarse durante un tiempo con
aquella hermosa señorita.
Hipnotizado por aquellos ojos tiernos, y aquella boca que
parecía querer penetrar en su cabeza dejó que pasaran los años, los meses.
Realmente no supo el tiempo que había transcurrido.
Un día, la joven, por capricho, quiso volver a la orilla en
donde se habían conocido. La barca permanecía allí como el recuerdo de algo que
asemejaba a un sueño.
Empezaron otra vez a dialogar y mientras eso ocurría
sintieron en sus respectivos cuerpos un sopor que los dominaba. Quedaron
finalmente dormidos junto a la barca.
O por lo menos eso es lo que parecía, pues era ella hábil en
el arte de simular.
Al despertar, el joven pescador se encontró de nuevo en la
orilla de sus tierras y así, aún sumido en el efecto del sueño que se iba
disipando, fue a buscar a su esposa y a sus conocidos para contarles que una
bruja le había hechizado con su poder maléfico durante tanto tiempo que ya no
se acordaba.
Contó el joven que seguramente esta mujer monstruosa habría
cambiado de forma, adoptando la de una joven, (ocultó a su esposa lo de bella)
con la que lo mantuvo hechizado con extrañas maldiciones pronunciadas en
lenguas desconocidas.
Pero que como toda bruja y sus hechizados, habían perdido su
poder con el paso de los días y para que él no se diera cuenta, lo entregó otra
vez a las fauces de un encantamiento del sueño que lo devolvió a sus tierras.
Y esta es la fantasiosa historia que un pescador joven e
imaginativo me contó de sus extrañas andanzas por tierras de Marruecos.
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