Álbum musical destacado por la página web oficial de la Universidad Nacional de Educación Pública Estatal Española (UNED). Apartado dedicado a MIGUEL HERNÁNDEZ, "Poemas musicalizados y discografía". Incluído también en la obra literaria del escritor y colaborador de Radio Nacional de España Fernando González Lucini, "MIGUEL HERNÁNDEZ ...Y su palabra se hizo música".

lunes, 3 de julio de 2023

La verdadera leyenda de la Armengola



Había llegado el principio del siglo XIII, una época donde la ciudad de Orihuela se encontraba sumida en la opresión y el dominio musulmán. Las callejuelas empedradas resonaban con el clamor de una población cristiana que anhelaba la liberación de sus tierras. En lo más alto del imponente castillo de la ciudad, una figura destacaba entre las sombras, Benzaddon, el alcaide musulmán que ejercía su dominio con puño de hierro. Pero incluso en la oscuridad más densa, la esperanza siempre encuentra un resquicio para brillar.

En aquel castillo fortificado, vivía Benzaddon junto a su familia. Y entre los muros de piedra, ocultaba un secreto valioso y poderoso: Hermenegilda-Eugenia, conocida como "La Armengola". Ella, una mujer de sabiduría profunda y fuerza indomable, había sido designada como nodriza de los hijos del alcaide. Su posición le otorgaba acceso privilegiado a los recintos del castillo y una visión clara de las injusticias que se cometían.

Pero el destino tejía una trama más compleja. Un fatídico día, la Armengola descubrió un siniestro complot tramado entre los mudéjares locales y aquellos provenientes del Reino de Murcia. Su objetivo era desencadenar una masacre en el Arrabal Roig, donde los cristianos residían en la mozarabía. La fecha fijada para esta atrocidad era el 16 de julio, una jornada que quedaría grabada en los anales de la historia.

Aunque La Armengola era una ferviente cristiana, Benzaddon confiaba en ella y, sin sospechar su verdadera lealtad, compartió los planes maléficos en los que estaba involucrado. Conmovida por la valentía y el espíritu de justicia, la Armengola tomó una decisión audaz y peligrosa: debía advertir al pueblo cristiano del inminente peligro que los acechaba.

Llegó la noche del 16 de julio y el ambiente se teñía de misterio. La Armengola se preparó para su peligrosa misión. Disfrazó a dos jóvenes fornidos, Aruns y Ruidoms, dándoles la apariencia de sus propias hijas. Estos valientes guerreros se convirtieron en su única esperanza para llevar su mensaje y detener la masacre que se avecinaba.

Avanzando sigilosamente por las oscuras calles de Orihuela, los falsos jóvenes llegaron al imponente castillo. Empuñando sus espadas con determinación, se abrieron paso entre los soldados musulmanes, enfrentando cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino hacia la justicia. El rugir de las espadas y los gritos de batalla llenaron el aire, mientras los impostores se acercaban a su objetivo final: Benzaddon, el responsable de la inminente tragedia.

El enfrentamiento fue encarnizado, pero la determinación y el ímpetu de Aruns y Ruidoms prevalecieron. En un acto de coraje y justicia, vencieron al alcaide musulmán, asegurando la caída del tirano y su régimen opresor. El castillo resonó con el rugir de las armas y el clamor de la victoria, mientras Aruns y Ruidoms, envueltos en una aureola de gloria, proclamaban la libertad para Orihuela.

Así, con la caída de Benzaddon, los intrépidos guerreros tomaron el control del castillo de Orihuela. Su triunfo resonó en las paredes ancestrales, trascendiendo las piedras y envolviendo la noche en un aura de libertad. Pero el destino aún reservaba más sorpresas para aquel fatídico amanecer.

Al alba del día siguiente, cuando el sol dorado comenzó a asomar por el horizonte, la ciudad despertó con un aire de expectación. Era el 17 de julio, un día significativo, pues coincidía con la festividad de las Santas Justas y Rufina, las patronas de Orihuela. La ciudadanía, ansiosa por conocer el desenlace de la osadía de la Armengola, se congregó en las calles y plazas, esperando un símbolo de esperanza y redención.

Y entonces, como un rayo de luz divina que desciende sobre la tierra, dos luceros brillaron intensamente en lo más alto del castillo de Orihuela. Eran una manifestación celestial, un tributo a las Santas Justas y Rufina, pero también un llamado al pueblo oriolano. Los destellos luminosos anunciaban que el castillo había sido liberado, que la opresión había sido desterrada y que una nueva era de libertad se abría paso.

La noticia se propagó como el fuego en una pradera seca. Los corazones se inundaron de júbilo y gratitud mientras la historia de la valentía de la Armengola se contaba una y otra vez en cada rincón de Orihuela. El nombre de la Armengola resonaba en los labios de los ciudadanos, reverenciado como un símbolo de resistencia y coraje en la lucha por la libertad.

Pero el destino aún tenía preparado un último acto de justicia. En ese mismo día, el glorioso rey Jaime I de Aragón llegó a Orihuela. Con su ejército a su lado y una determinación inquebrantable, el rey se dispuso a expulsar a los musulmanes de la ciudad de una vez por todas. Era el capítulo final de la Reconquista de Orihuela.

La batalla que siguió fue épica, una lucha feroz que sacudió los cimientos de la ciudad. El clamor de las espadas, el crujir de las armaduras y los rugidos de guerra resonaron en el aire. La Armengola, ahora reconocida y aclamada como heroína, se unió a las fuerzas cristianas, liderando con valentía y sabiduría.

Con el sol alcanzando su punto más alto en el firmamento, el destino se decidió. Las tropas musulmanas, agotadas y superadas en número, se vieron obligadas a ceder ante la fuerza arrolladora de Jaime I y su ejército cristiano. Orihuela, una vez sometida, ahora se alzaba victoriosa.

Desde aquel día, el 17 de julio se convirtió en una fecha sagrada en la historia de Orihuela. Es el día en que se conmemora la valentía y la resistencia de la Armengola, así como la liberación de la ciudad del dominio musulmán. Cada año, en el aniversario de aquella gesta heroica, la ciudad de Orihuela se viste de gala. Las calles se engalanan con banderas y estandartes, mientras que el sonido de tambores y trompetas llena el aire. Una procesión solemne recorre las principales arterias, rindiendo homenaje a la valentía de la Armengola y a todos aquellos que lucharon por la libertad de la ciudad.

En lo más alto del castillo de Orihuela, dos luceros brillan como faros de esperanza, recordando a todos los ciudadanos la importancia de preservar los valores de justicia y libertad. Es un recordatorio de que la lucha por la libertad es constante y que cada generación debe mantener viva la llama de la resistencia.

La figura de la Armengola se ha convertido en un emblema de la ciudad. Su valentía y sacrificio son recordados en monumentos y estatuas erigidas en su honor. En cada rincón de Orihuela, su legado se entrelaza con la historia y el espíritu de su pueblo.

Pero la leyenda de la Armengola trasciende los límites de Orihuela. Su historia ha sido contada y reverenciada en todas las tierras de España. Es un símbolo de la lucha contra la opresión y de la resistencia ante la adversidad. Su nombre es mencionado en susurros de inspiración y en canciones de valentía que resuenan en los corazones de aquellos que anhelan la libertad.

Y así, la leyenda de la Armengola y la Reconquista de Orihuela perdura a lo largo de los siglos. Es una historia de coraje, sacrificio y triunfo sobre la injusticia. Cada vez que los oriolanos se reúnen para conmemorar esta hazaña legendaria, se renueva el compromiso de defender los ideales por los que lucharon sus antepasados.

Que la historia de la Armengola y la Reconquista de Orihuela sirva como un recordatorio perenne de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre habrá una llama de esperanza y valentía que guíe a aquellos que se alzan en busca de la libertad.




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