Álbum musical destacado por la página web oficial de la Universidad Nacional de Educación Pública Estatal Española (UNED). Apartado dedicado a MIGUEL HERNÁNDEZ, "Poemas musicalizados y discografía". Incluído también en la obra literaria del escritor y colaborador de Radio Nacional de España Fernando González Lucini, "MIGUEL HERNÁNDEZ ...Y su palabra se hizo música".

sábado, 29 de abril de 2017

El cadáver del cuarto de contadores de Torrevieja


Leer en la prensa o escuchar las noticias por la radio y la televisión de que se ha descubierto un crimen horrible es algo que nos pone bastante tensos.

Pero lo que realmente nos da criba es conocer que ese vecino al que habitualmente saludamos cuando nos tropezamos con él en la escalera de nuestro edificio o subimos con él en el ascensor, precisamente él, al que hace pocos días le habíamos incluso chocado la mano, es realmente un despiadado criminal que ha matado a su mujer y la tiene emparedada en el sótano.

Pues bien, esto es lo que les pasó a unas personas que como no sería de otra forma forman parte ya del grueso grupo de atrevidos que han participado conmigo en la Ruta del Miedo.

Así que sé de primera mano lo que sintieron porque me lo han contado.

Es demasiado impresionable escuchar el testimonio de un niño que lo vivió en primera persona, que recordaba la cálida mano del asesino sobre su cabeza cuando este con disimulo la hacía gestos de cariño para aparentar normalidad.

Los hechos ocurrieron como relato a continuación.

Una pareja chilena que llevaba viviendo en Torrevieja 15 años compartían piso en una conocida calle de la ciudad costera.

Johana Bertina Palma y su esposo John Charlie L.T. de 37 años vivían con normalidad en un inmueble del nº 41 de la calle Ramón y Cajal.



Un día, el 13 de junio del 2016 la chica de 32 años desapareció.

Por supuesto que los vecinos la echaron en falta pero siguieron con sus vidas con el interrogante de qué le habría pasado a la chica.

Dos meses habían pasado desde su desaparición y ningún avance se había logrado ante las denuncias por parte de familiares y amigos íntimos.

Curiosamente, lo único que relacionaba el caso con la vida de los allí restantes vecinos fueron unas quejas de que olía bastante fuerte a productos químicos y ambientadores. Tanto que a veces era insoportable. Además del abultado número de moscas que pululaban por allí.

Cuando pasaban junto a la puerta de los contadores, el tufo a insecticida y ambientador era terrible.

Y por supuesto todo tenía su explicación, ya que uno de los “inocentes” vecinos provocaría la sorpresa más grande de sus vidas.

Alarmados por las denuncias constantes de una vecina por el exagerado número de moscas y los fuertes olores, la benemérita se personó en el inmueble e inició una exhaustiva búsqueda para confirmar sus sospechas.

Para ello pidieron la ayuda del vecindario que gustosamente recorrió cada palmo del edificio en busca de la razón de aquellos hechos.

Así llegaron hasta el cuarto de contadores.

Un cuartucho no muy grande, un habitáculo de pequeñas proporciones donde antes se emplazaba la caldera del agua se encontraba tapado con cemento.

Se abrió un agujero en ese improvisado nicho y eureka se encontraron en el interior los restos de la mujer asesinada con algunas de sus extremidades cortadas.

Para la extracción del cuerpo se tuvo que recurrir a la ayuda de los bomberos además del operativo policial estándar.

La policía local de Torrevieja acordonó la zona y la cerró al tráfico.

La comisión judicial ordenó el levantamiento del cadáver antes de las 8 de la tarde para ser llevado al Instituto Anatómico Forense de Alicante para practicarle la autopsia y conocer la causa de la muerte.

En la confesión del autor del crimen se obtuvo la respuesta “conveniente” de que todo había sido un accidente, una muerte fortuita producida por una discusión que acabó en un empujón que hizo que la cabeza de la chica se golpeara accidentalmente contra el muro de la terraza del domicilio resultando muerta.

La pareja tenía dos hijos, una niña de 12 años y un nene de 5 que casualmente se encontraban durmiendo cuando se produjo el mortal accidente.

Con el cadáver fresco durante dos horas estuvo el asesino decidiendo los pasos que tendría que seguir.

Esperó hasta la madrugada para bajarlo al cuarto de contadores y lo dejó allí durante dos días hasta que se le ocurrió la idea de crear un sarcófago artificial.

Introdujo el cuerpo sin vida en el habitáculo y lo tapó con cemento que consiguió de una obra cercana.

Cuando el cadáver fue encontrado estaba en estado de descomposición pero sin síntomas de violencia a la espera de la autopsia.

Indudablemente, el criminal fue puesto a disposición judicial.



Lo que quiero destacar aquí no es el caso en sí que se puede encontrar relatado en la prensa nacional y local con todos sus detalles.

Es más bien lo escandaloso que resulta descubrir el miedo de una familia que creían tener una vida normal y que de repente se encontraron en el centro mismo del huracán.

Una noche en la que la familia dormía sola en sus respectivos dormitorios ya que el padre estaba realizando una guardia correspondiente a su trabajo.

Imagínense la cara de susto que se les quedó cuando todo se destapó.

Una huella que deja marcadas las vidas de todos los integrantes de esa familia que con gusto y a la vez con mucho temor contaron en La Ruta del Miedo, lugar mágico donde sólo esas cosas salen a la luz.


viernes, 28 de abril de 2017

La terrible y macabra Sentencia de Muerte del Reo Joaquín San Jaime




EL CRIMEN DE COX

Uno de los últimos reos condenados a muerte a garrote vil en nuestra comarca fue Joaquín San Jaime.

Vecino natural de Concentaina y que contaba con una edad de 19 años.

Fue sentenciado por la Audiencia de lo criminal de Alicante a sufrir la pena a garrote vil ante la presencia de treinta y cuatro testigos.


Según la versión popular, se asegura que los dos sicarios se prestaron para cometer el crimen por “Treinta duros y una cena de camarrojas”. La ejecución se llevaría a cabo en Cox, la misma ciudad en donde se habían producido los acontecimientos que desembocarían en su captura.

El 10 de febrero del año 1888 a las ocho de la mañana, este joven, supuestamente, había asesinado a Manuel Lucas Rocamora que andaba por las afueras del pueblo en el sitio conocido como El Cabezo.

Dos sujetos desconocidos se le acercaron pidiéndole fuego. El Sr. Lucas se detuvo concediéndoles el deseo y luego siguió su camino.

Uno de los desconocidos lo acometió bruscamente por la espalda disparándole a quemarropa dos tiros sucesivos que le hicieron caer al suelo bañado de sangre. Y poco después muriendo.

Fueron detenidos cuatro sujetos de los que haré una relación:

Manuel Navarrete Grau, 28 años, casado, natural de Cox, jornalero y actualmente alguacil del ayuntamiento. Joven de aspecto simpático, color moreno claro, estatura mediana y de grueso lo normal.

José Gambin Sánchez, 25 años, casado, natural de Cox, actualmente guardia municipal. Moreno claro y de menor estatura que el anterior. No tiene aspecto de delincuente.

José López Insa, 38 años, casado, natural de Onteniense, jornalero robusto, moreno y de estatura alta. Con aspecto de criminal.

Joaquín San Jaime, expósito, 19 años, soltero, natural de Aljemesí (Valencia). Estatura regular, ojos de mirada penetrante, alegre y vivaracho.

Los cuatro fueron declarados culpables y condenados a muerte. San Jaime y López Insa como autores materiales. Gambin y Navarrete como inductores.

Ante las preguntas del presidente del tribunal San Jaime declaró:

“La pistola es mía y no se la había dejado a nadie. Me encontraba en esos momentos en estado de embriaguez cuando se me disparó sin saber por lo pronto si había herido a alguien. No conozco al muerto, no le había visto nunca”.
Las fuerzas de tropa de línea que se encargaron de su custodia estaban comandadas por el capitán de infantería D. Evaristo Pardines y reforzadas con un grupo de Guardias Civiles.

Fue llevado a Cox durante la tarde del jueves a las 7 de la tarde noche.

Permaneció allí hasta que se le comunicó la sentencia al día siguiente a las nueve de la mañana por el Juzgado de Instrucción de Dolores siendo el encargado de leerla el Sr. Secretario D. Enrique Tormo.

Las palabras que dijo el acusado: “Lo único que siento es que no paguen la misma pena los otros tres compañeros huidos” viene dadas por la fuga que estos habían realizado antes del procesamiento de la cárcel de Alicante.

Inmediatamente se le llevó hacia la capilla improvisada en un cuarto bajo de la Casa Consistorial, habitación de tres metros cuadrados que se había preparado para la ocasión colocando junto a la puerta un altar con seis cirios a cuyos tibios resplandores se ve una modesta imagen de la Virgen de los Dolores y un Crucifijo. En el fondo de la habitación, colocado un sillón, y próximo a él un lecho.


El ayuntamiento y cárcel estaba en la calle de las Eras (hoy Vicente Aleixandre) esquina a la plaza de San Juán y Rodeo.
Cuentan los periódicos de la época que el joven recibió la noticia de su ejecución con cierto aire sereno, desafiante, sin variar su color en lo más mínimo.

Y así estuvo durante buen rato hasta que hicieron ademán de introducirlo en la capilla.

En esos momentos, le falló el aplomo con que había hecho gala hasta entonces.

Tuvo que ser asistido por el canónigo de nuestra Sta. Iglesia Catedral D. Florentino Zarandona y el Rdo. capuchino Fray Ireneo que de forma voluntaria se ofrecieron para el consuelo del que iba a ser ajusticiado.

Un baño de lágrimas surcó sus ojos.

No imaginaba la pobre criatura el padecimiento que aún le quedaba por sufrir.

Las horas siguientes las pasó un poco más calmado sin mucho apetito tras engullir de almuerzo a las doce unas chuletas asadas hasta llegar a la noche antes de la ejecución en donde se le proporcionó un poco de alimento que no le supuso ningún malestar angustioso.

A las cuatro de la tarde rezó con los sacerdotes la oración del Rosario.

A las cinco de la tarde comió un mantecado y una copa de aguardiente.

A las seis recibió la visita de un redactor del Diario de Orihuela que pudo contemplar al reo sentado en el sillón con la escasa luz de los cirios esposado y ostentando en su pecho el escapulario de la Virgen del Carmen con la mirada perdida y un tinte de tristeza en su semblante.

La blusa que antes vestía había sido sustituida por una chaqueta de paño negro, con un pañuelo por corbata y llevando además como el día anterior chaleco de color oscuro, pantalón azul de algodón y alpargatas.

Esta fue la corta entrevista que entablaron mientras el corresponsal le tendía un cigarrillo:

- ¿Cómo va usted de ánimo?

- Bien, ya sé que no hay remedio… ¡Qué va uno a hacer…!

- Tenga conformidad y sobre todo no pierda la esperanza: aun todavía podría conseguirse gracia.


- No la espero.

- Al menos tenga confianza en Dios.

- En Dios… ¡ya!... ¿Quién sabe?...

- No desconfíe. El Todopoderoso tendrá en cuenta vuestro dolor y vuestro arrepentimiento.

- Ya veremos.


A las nueve de la noche se le sirvió al reo la cena que consistió en una sopa de la que tomó unas cucharadas y cuatro chuletas de cerdo que comió con gran apetito. Después se le sirvieron mantecados, naranjas y aguardiente.

El Sr. Juez Instructor le concedió un cigarro. Al que le regaló estas palabras:

“Si hubiera estado tan bien alimentado como hoy, mañana subiría al patíbulo grueso y de buen color, pero con el rancho de las cárceles he enflaquecido contra mi voluntad”.
Al preguntarle otra vez sobre el estado de su ánimo, repuso:

“Quiero demostrar que ningún valenciano sube con miedo al cadalso”.
Después, abandonando su jovialidad, comenzó a lamentarse de la educación que había recibido exclamando:

“Mi desgracia viene de mi mala educación; nunca se debe perdonar ninguna falta a los hijos, antes al contrario, es muy útil castigarlos para corregirlos, evitando de este modo que lleguen a verse en la situación en que me encuentro”.
A las diez y cuarto de la noche el reportero volvió a la capilla para entablar unas últimas palabras con el acusado y esto es lo que le dijo:

“Mañana por la tarde estarán ustedes en sus casa descansando y yo también, pues ya estaré en la fosa.
Poco después quedaba el reo dormido profundamente, hasta las cuatro menos cuarto que fue despertado por el canónigo Sr. Zarandona.

A las cuatro celebró el P. Ireneo el Santo Sacrificio de la Misa, la que escuchó san Jaime con manifiesta devoción.

Poco después celebró el Sr. Zarandona dándole la sagrada Comunión, que recibió el reo con gran recogimiento.

A las cinco y media lo dejaron solo con los sacerdotes en la capilla. Fueron interrumpidos por el doctor Sr. Bernal, titular de Catral que manifestó no haber notado nada de decaimiento ni ningún tipo de alteración.

Su cuadro clínico era de 76 pulsaciones por minuto y temperatura normal entre las ocho de la noche del día anterior hasta las siete de la mañana.

A partir de las ocho se observó en el paciente un aumento de las pulsaciones que pasaron a 104 por minuto.

A eso de las siete y media de la mañana apareció por la capilla el ejecutor de la justicia, Hermenegildo Agüero Marcos, natural de Valencia, 31 años, estatura regular, enjuto en carnes, moreno, ojos pardos y su rostro vulgar luce bigote y perilla; llevaba en la mano la hopa, unas correas y unos zapatos negros. Acto seguido se acercó al reo y le pidió perdón por lo que estaba a punto de hacer en esta pretendida sexta ejecución. (Un periódico de Valencia aseguró que venía a hacer su debut en esta población).

El reo le contestó que le perdonaba y ambos se dieron un beso.

Olvidando que pocas horas antes nadie en el pueblo ha querido darle hospedaje y que ha tenido que recurrir a una habitación que le ha cedido la Casa Consistorial.

A continuación le vistió la hopa mientras San Jaime exclamaba:

“Dios perdone al verdugo, pues él no me mata”.
Y a continuación añadió:

“Tened misericordia de mis pobres hermanas… ¡Desgraciadas!... Yo que era su único sostén voy a morir, y esos pobres ángeles van a quedar abandonados. Por Dios, señores, tened misericordia de esas pobres infelices que quedan a solas en el mundo. Protegedlas”.
Después pidió perdón justo antes de abandonar la capilla a todos los presentes.

Eran miles lo que se acercaron a contemplar la ejecución que estaba a punto de realizarse en la plaza que daba acceso a la prisión.

A las 8:45 de la mañana del 23 de Febrero de 1889 la puerta de la cárcel se abrió y ante todos se mostró el malhechor San Jaime.

Fue subido a un carro que lo condujo hasta el pie del patíbulo que aguardaba custodiado por fuerzas de la Guardia Civil. Un escaso recorrido de apenas 400 metros.

Precediendo al reo, un individuo de sobra conocido por sus vecinos que pertenecía a la hermandad de la escuela de Cristo que sostenía en sus manos de forma alzada un crucifijo.

La gente se agolpaba entorpeciendo el paso de la comitiva.

Las campanas de la parroquia empezaron a entonar una rítmica y siniestra melodía (a tenor de lo que estaba a punto de ocurrir) con una triste sonata que doblaba por el alma del hombre que muy pronto dejaría de estar vivo.

El carro llegó al patíbulo, situado en la planicie al poniente del pueblo y de la carretera y el reo puso los pies en tierra con una palidez y abatimiento que cubrían su rostro de manera maldiciente.

Durante ese breve trayecto gritó a algunas mujeres que lloraban que no hicieran tal cosa pues él no se sentía abandonado por el valor.

Empezó a subir las gradas del patíbulo y sus piernas que parecían seguras le fallaron haciéndole tropezar y a punto estuvo de caer.

Las hábiles manos de los sacerdotes que le acompañaban evitaron la caída.

Antes de sentarse en el banquillo, dirigió la palabra a aquel mar de cabezas humanas que bajo sus pies bullían, dijo:

“Noble pueblo español, hermanos míos… esta vida es un segundo, es perecedera…, me precio de ser hijo noble español. Sé que voy a morir en breves instantes… por el amor que os profeso os ruego… que no os veáis jamás en el suplicio en que me veo… tomad mi ejemplo, esta vida es un tris, ya no podré defender a mi patria. ¿Me perdonáis todos los que os halláis aquí presentes?”
Todos los espectadores se sintieron emocionados por aquellas tristes palabras y respondieron al unísono entre sollozos: “Sí, Sí.”

Acto después, se sentó en el banquillo y repitió las palabras que componían una oración que el señor Canónigo Zarandona le susurraba al oído.

Llegó el último momento entre la vida y la muerte. Le colocaron un pañuelo blanco o sudario tapándole el rostro.

El acto final de la ejecución dio comienzo y el reo se puso a recitar una oración final, un “Credo” que al llegar hasta la parte den donde se dice: “Su único Hijo”, sus labios fueron acallados para siempre por una muerte espantosa que ninguno de los que en esa época vivieron pudieron olvidar jamás.

Resultó que el verdugo era primerizo en sus labores y cometió una serie de imprudencias que hicieron que el dolor, el sufrimiento y la agonía de aquel cautivo llegaran hasta límites insospechados.

Fue un cuadro tan horroroso, que nos negamos a repetir en esta publicación que hasta el propio Juez del partido, el señor Gironés tomó cartas en el asunto y le dio una reprimenda enorme al ajusticiador. 



LA LEYENDA:

Si queréis ser testigos de algo prohibido, acudid a las postrimerías de ese lugar a altas horas de la madrugada, cuando las sombras se hacen amenazantes, cuando los rayos de la luna apenas llegan a alcanzar el suelo.

A lo mejor, y digo solo a lo mejor, escucharéis el llanto agónico de dolor de un joven torturado por las incapaces manos de un verdugo inepto.

La ejecución tuvo lugar en las afueras de Cox, el 23 de febrero de 1889, paraje de “La Tejera”, hoy calle Gabriel Miró.

jueves, 27 de abril de 2017

La noche del pánico de 1919



Era el 10 de septiembre.

Fue un día para no olvidar.

A eso de las 11:40 los suelos que pisábamos empezaron a sacudirse con un temblor que iba de norte a sur.

Durante los 12 segundos que aquello duró el pánico cundió entre todos los vecinos de la ciudad de Orihuela.

La gente salía despavorida por las calles.

Aún no nos habíamos repuesto del susto cuando entre 10 y 15 minutos después volvieron de nuevo las sacudidas.

Entonces el pánico estalló como hacía tiempo que no se recordaba.

A las cabezas de casi todos nos vino el mal recuerdo de aquel día del año de 1829 que fue tan catastrófico y traumático.

Pero este día estábamos viviendo otra vez el infierno.

Los comercios se cerraron. Los talleres siguieron su ejemplo.

La gente acudía como moscas en busca de refugio en plazas y paseos.

Nunca antes habían estado tan concurridos.

Algunas familias cogieron con prisa algunas de sus pertenencias y abandonaron la ciudad todo lo rápido que pudieron.

A los que les pilló comiendo algo, el alimento les sentó mal y pronto los “auguretas” de turno hicieron su agosto con calamitosas profecías que hablaban de desdichas semejantes a las vividas en el terremoto de 1829.

Así que entre este ambiente desconsolador todo el mundo esperaba un nuevo temblor que hizo acto de aparición a las 3 en punto y esta vez fue mucho más violento.

Las mujeres se pusieron a cantar canciones religiosas y acudieron en tromba al centro de la ciudad pidiendo entre llantos que se sacara a la patrona para que las protegiera.

La nota del pregonero no se hizo esperar y eso parece que calmó un poco los ánimos.

No se veía una rogativa religiosa tan concurrida así desde hacía mucho tiempo.

Entonces apareció en los cielos.

Se oyó con claridad el zumbar de un motor de un aeroplano que cruzó en esos instantes por los cielos de Orihuela.

Todos temieron por el acto pues al principio lo habían confundido con un nuevo tronar de la tierra.

La gente se topaba unos contra otros y algunos huyeron despavoridos.

Al caer la noche, se prepararon tiendas de campaña, barracones y carruajes que albergaron a cientos de individuos.

Otros, se dispusieron a aguardar a la intemperie.

Pocos fueron los que se atrevieron a volver a sus casas por miedo a que ocurriera lo peor.

Pues a la una de la madrugada el fenómeno volvió a repetirse.

Así amaneció un nuevo día triste, apagado, con los ánimos decaídos y con la gente somnolienta por no haber pegado ojo.

Se repitieron las oscilaciones pero esta vez ya con menor intensidad.

Y empezaron a llegar las primeras noticias de los pueblos de alrededor.

Gracias a Dios, no había habido que lamentar ninguna desgracia personal.

Pero los daños materiales fueron cuantiosos, sobre todo en el campo de Torremendo donde más de sesenta viviendas se habían desplomado.

Por las Dayas y Benijófar se había agrietado la tierra y de ella habían manado densos vapores y gran cantidad de agua.

Se hizo un recuento de todos los daños producidos y se publicó en la prensa.

La segunda noche la pasamos aún en vela pero los ánimos empezaron a calmarse.

Benejúzar vio cómo su torre se hundió ante la atónita mirada de sus habitantes.

Rojales perdió muchas casas y a su iglesia.

Almoradí sufrió daños en algunas casas y en las torres de la iglesia. Incluso el ayuntamiento amenazaba con covertirse en ruinas.

Dolores vio cómo su juzgado quedaba inhabitable.

En definitiva, Elche y el caserío de Torremendo fueron los más afectados.

Y resulta que la cosa se alargó durante dos meses con réplicas de menor intensidad.



miércoles, 26 de abril de 2017

El Secreto de Torrevieja


Bajo los suelos de la conocida plaza de la Constitución de Torrevieja, un secreto, un pequeño tesoro de la Guerra Civil espera su descubrimiento.

Se trata de una galería de aproximadamente veinte metros de largo y que tiene una capacidad de más de seiscientas personas.

Tiene dos bocas de acceso desde lo que actualmente es la calle Caballero de Rodas y se trata de una de las cinco infraestructuras de defensa pasiva que fueron construidas en la Guerra Civil que se ordenaron a poco de comenzar los bombardeos de las fuerzas franquistas sobre las ciudades del litoral alicantino en noviembre de 1936.

Según indica el cronista oficial de Torrevieja, D. Francisco Sala Aniorte, que asegura que la estructura del refugio se encuentra intacta bajo los bancos y palmeras de la glorieta.
La existencia de esta lugar viene atestiguado por la obra documentada de Carolina Martínez que encontró los planos en el archivo municipal.

Además de este curioso recinto, se tiene constancia de que la Junta de Defensa ordenó construir un refugio de mayor capacidad en el centro de la ciudad, que discurría en galería por las calles Lacy (Chapapietra) y Pi y Margall (Blasco Ibáñez) con una capacidad para mil personas.

Más refugios en las Escuelas Graduadas (Biblioteca Municipal), otro en la Plaza de la Madera, en la calle San Pascual, otro en el barrio de los Molinos y el último en la calle Carreteros (Diego Ramírez).

FUENTE:
Diario INFORMACIÓN. Orihuela, 27 de febrero de 2017 – D. Pamies


El Río Segura como método curativo del Aliacán


El Aliacán era una enfermedad común desde época medieval que se basaba en la observación de ciertos síntomas en la persona afectada como podrían ser pérdida de apetito y rostro pálido como marcado por la melancolía y la tristeza.

Estados más graves producían incluso náuseas y vómitos.

El término nos viene de nuestra región vecina Murcia, en donde les dio por cambiarle el nombre al vocablo árabe para designar la dolencia conocida como ictericia o tiricia.

Esta enfermedad viene ocasionada por un exceso de bilirrubina en la sangre y provoca unos síntomas visibles en las personas afectadas como pueden ser piel amarillo-verdosa.

Hoy día estos síntomas se asocian con la enfermedad del hígado Hepatitis.

Todos los pueblos y ciudades que rondaban las aguas del Segura hicieron suyo el término para ponerle nombre a una extraña enfermedad que aquejaba a niños que pasaban por periodos de tristeza (depresión) o adolescentes que se sentían sin energía y desganados.

Entonces se decía que estaban “alicaídos”.

El remedio que por aquel entonces le dio a la gente por probar era la de colocarse junto a las aguas de nuestro querido río Segura y quedarse fijamente mirándolas durante largos periodos en los que al mismo tiempo se debía de recitar una oración.

Otra forma más curiosa de curar estos síntomas era a través de un ritual cotidiano como era la de orinar sobre las flores blancas del manrrubio.

Dicen que haciendo esto se devolvía el color perdido a los rostros de los que lo habían padecido.

Fue una época en la que los llamados “Curanderos” hicieron su agosto pues casi todas las familias oriolanas acudían en secreto con alguno de sus miembros aquejados con tales dolencias. Y si no, que se lo pregunten a la señá Eustaquia.

Más remedios conocidos son los de colocar una vela encendida o un candil o mariposa.

El curandero imponía sus manos sobre el afectado en la cabeza y otras partes del cuerpo y con una cruz se hacía un pequeño ritual.

El sanador quedaba en trance durante unos minutos y luego se le daba al paciente un pequeño recipiente que contenía un líquido extraído de la savia de las chumberas para cuando notase que la enfermedad regresaba. 


*Y a continuación, un relato corto de Adolfo Claravana sobre un hombre aquejado del mal aquí arriba explicado.









jueves, 20 de abril de 2017

Los aviones fantasma de la Huerta Oriolana



De los cánticos de los brujos y chamanes con sus extrañas oraciones y sus balbuceos que pisaban esta tierra oriolana marcando los pasos de un baile imaginario que sólo en sus cabezas se guardaba se pasó alegremente a un tiempo moderno en donde la ilusión por conseguir dominar lo imposible se acrecentaba día a día.

En 1950 empiezan a aparecer las primeras publicaciones por toda la región y en las limítrofes que hablan por primera vez de los “sembradores de nubes”.

Un misterioso científico de la General Electric norteamericana, Bernard Vonnengut hace un descubrimiento de las posibles aplicaciones del nitrato y toda la prensa mundial parece hacerse eco.

En 1954, algunos periódicos locales de la región de Murcia ya hablaban de que se había descubierto “el secreto de la lluvia” asegurando que técnicos de los Estados Unidos ya eran capaces de provocarla de forma artificial, siempre que hubiese nubes por medio.

En octubre de 1955, en el parlamento inglés se hacían promesas electorales de que las lluvias aumentarían en cuanto algunos entrasen al poder.

Pero los años pasaban y hasta que no llegamos al año 1971 no se hizo en España el intento por parte de nuestro propio gobierno.

Ese año el Ministerio de Agricultura se pone manos a la obra en la realización de un proyecto piloto que empezaría a experimentar con cañones antigranizo.

En nuestra región fueron colocados estratégicamente una determinada cantidad de aparatos que pocos años después vio como aumentaban su número creemos quizás por la probada eficiencia.

Todo el mundo empezó a hablar sobre la fórmula mágica del yoduro de plata.

José Serrano Camarosa, un prestigioso investigador fue mucho más lejos al afirmar que él conocía un método mucho más efectivo y que no precisaba de agentes químicos.

Lo que proponía: “Basta con cubrir una superficie de un kilómetro de diámetro con lienzos con una cara negra hacia arriba y otra blanca hacia abajo”. Según su teoría, el negro absorbería el calor proveniente del sol, y esto haría que la parte blanca estuviese fresca y bien ventilada para que se produjera un efecto de cuña fría que haría que se elevasen las masas de aire caliente.

El caso es que con el tiempo lo que ocurrió es que se esparció el rumor de que tanto los cañones como las avionetas que aparecían por el aire con la intención de ayudar a los agricultores de la región de Murcia y el Levante, lo que estaban haciendo en realidad era espantar las nubes y sus gotas de agua que tanta falta hacían en la huerta oriolana.

Las protestas se extendieron más rápido que el propio rumor y así llegamos al episodio en que un agricultor en Lorca no se le ocurrió otra cosa que abrir fuego contra uno de esos aviones en los años 80.

El caso fue resuelto en los tribunales en 1988 declarando que era imposible que las sales de yoduro de plata tuvieran ningún poder sobre las nubes.

En 1996, las protestas volvieron a reaparecer con mucha más fuerza al jurar algunos testigos que habían sido víctimas de los efectos negativos en sus cosechas que algunas avionetas fantasma estaban causando en la región al seguir con sus prácticas ilegales.

Esto llevó a la Guardia Civil a abrir una investigación que desembocó en un nuevo caso cerrado ya que nunca se encontraron los aeródromos de las llamadas “avionetas fantasma”.

El profesor de Ciencias Físicas Gabor Vali fue reclamado como experto para que diese su opinión y resultó que afirmó que en algunos países como Israel, esas prácticas llevaban realizándose durante más de 30 años con efectos comprobados con aumentos de las precipitaciones que estaban entre un 15 % y un 40 %.

También habló de procedimientos desde tierra en los que una especie de chimeneas se utilizaban para quemar el yoduro y el vapor expulsado produciría efectos similares.

La conclusión a la que se llegó es que el exceso del yoduro en la nube lo que provoca, además de evitar el granizo es que la nube se volatilice.

El caso es que han pasado varios decenios desde entonces y todavía encontramos testimonios de agricultores que aseguran haber sido víctimas de avionetas que en tan solo 15 minutos han sido capaces de hacer desaparecer la tormenta deseada más espectacular.


Fotografía Callejera de Orihuela



El objetivo de este certamen es la de divulgar imágenes tanto conocidas como desconocidas de nuestra querida ciudad de Orihuela.

Por ello, como condición fundamental, todas las fotos que se exhiben están hechas en Orihuela.

También es importante destacar que la mayoría de imágenes han sido obtenidas con simples teléfonos móviles.

Como sería imposible colocarlas todas en el blog, aquí tienen el enlace para acceder al album alojado en FACEBOOK.

https://www.facebook.com/media/set/?set=a.841050589378501.1073741844.723191257831102&type=1&l=087d3ab1d0

¡Gracias a todos los que me habéis mandado las fotos!

sábado, 8 de abril de 2017

Los Héroes Oriolanos Olvidados: 8. Pedro de Tona




Corría el año 1331.

Hasta nuestros territorios habían llegado las excelencias del Héroe del Reino de Granada.

La historia de un cautivo que había pasado de cristiano sometido a una vida miserable a la de héroe local que con sus exitosas campañas y sus triunfos para la Corona granadina se extendían como la pólvora a través de los versos cantados de los juglares.

Por eso no es de extrañar el temor que sentimos en la comarca cuando supimos que ese hombre legendario que arrasaba todo lo que se interponía a su paso, que calcinaba las cosechas por los lugares por donde su sombra había pasado estaba muy cerca de Orihuela con la intención de arrasarla.

Gracias a Dios, aún teníamos un as en la manga. Nuestro castillo tenía fama de ser inexpugnable.

Su ejército de impecable organización, bien armado  y compuesto por un interminable número de soldados se dirigía hacia territorio oriolano con muy malas intenciones.

Los espías infiltrados en las aljamas sarracenas de la procuración habían dejado bien claro a Ridwan y a sus secuaces que Orihuela no se encontraba en un buen momento.

Atravesaron sin descanso la zona murciana y se dirigieron hacia el puerto de Guardamar que por aquella época era uno de los más importantes de España.

El grupo de los 27 estaba compuesto por lanceros y ballesteros de las más hábiles del reino.

Los habitantes de Orihuela casi respiraron aliviados al saber que los pasos del enemigo no se dirigían directamente sobre la ciudad pero el miedo que les generaba la figura y el nombre del granadino era tan superior que ninguno podía conciliar el sueño.

Todos sabían lo que significaba aquella ofensiva, Guardamar estaba perdida.

Pero de entre los ciudadanos de la Orihuela medieval surgió un hombre de origen murciano llamado Pedro de Tona, un almogávar estricto en sus convicciones que supo reunir una pequeña fuerza de combate almogávar compuesto por veintisiete de los mejores hombres de armas que habitaban Orihuela.

Y juntos decidieron acudir al rescate de la pequeña población de Guardamar.

Todos sabían que se dirigían hacia el cumplimiento de una misión suicida que como mucho sólo les daría por recompensa que sus nombres fueran tallados en la piedra como los de tantos mártires y héroes que habían luchado por una causa perdida.

Aprovechando la oscuridad de la noche atravesaron por sorpresa las líneas enemigas.

El ejército invasor no se esperaba una acción tan inverosímil que tacharon de locura.

Con la ayuda de los 27 empezó la batalla.

El ejército invasor que los superaba en número, armamento y  ordenación necesitó de 2 días para hacerse con la plaza.

No se esperaban que la lucha fuese tan cruenta al haber dado por hecho que la conquista del territorio ansiado era cuestión de unas horas.

Pero los nobles hombres oriolanos lucharon a muerte contra sus enemigos sin descanso, sin temor, animados de una sensación de gloria tocada por el altísimo que los llamaba a las puertas del cielo y de la historia.

Esta batalla será recordada por los siglos venideros.

Aquellos 27 hombres hicieron tanto daños a las tropas enemigas que Ridwan estuvo a punto de cancelar el ataque y regresar en busca de otros botines.

Pero finalmente se impuso la lógica del combate y la superioridad numérica se hizo efectiva al contar con ventajas tácticas y de armamento  de asedio.

22 de los 27 hombres valientes fueron masacrados durante el combate dando sus vidas por la ciudad de Guardamar.

El resto, junto con Pedro de Tona fueron capturados vivos cuando por fin consiguieron aprovechar una brecha en las defensas y se hicieron con la ansiada plaza. (En total se habla de 1200 presos).

Fueron llevados como cautivos a Granada para que fueran avergonzados y humillados por haber osado enfrentarse contra el Reino Granadino.

Y aquí les perdemos la pista a estos valerosos héroes que lucharon al más puro estilo de los 300 espartanos.

Qué injusto es el cine cuando ennoblecen el nombre de aquellos 300 que perecieron  y olvidan a caso hecho el valor que los 27 oriolanos mostraron ante un invasor implacable y superior en todos sus aspectos.

Desde aquí les honro y desearía que desde este día sus nombres no queden en el olvido nunca más.


FUENTE: 
LOS ALMOGÁVARES Aventura y guerra en Orihuela de Juan Ignacio Caballero

viernes, 7 de abril de 2017

Orihuela y el descubrimiento de América



¿Qué relación tienen Orihuela y Cristóbal Colón?

Si os preguntara cuál es el episodio más importante de la historia de España seguramente alguno de vosotros me responderíais que el descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo en la época en la que nuestro país gozó del privilegio de haberse convertido en el Imperio más grande de la historia de la humanidad.

Bueno, es cierto.

Pero, ¿Sabíais vosotros que Orihuela estuvo directamente relacionada con el descubrimiento?

Sí, ya sé, algunos estaréis pensando que es una paranoia mía.

Pues no, no es una ficción.

Resulta que uno de nuestros alcaldes fue precisamente la persona que puso el dinero sobre la mesa para que la legendaria empresa que realizara Cristóbal Colón terminase de forma exitosa.

Aunque he manipulado un poco el orden, ya que no fue alcalde antes que mecenas. Sino que lo uno desembocó en lo otro, esto es, gracias a que intervino en la parte económica de la expedición se le otorgó el privilegio de ser uno más en la larga lista de alcaldes ilustres de nuestra querida ciudad.

Y esta es la explicación rescatada de las crónicas valencianas.

Corría el año 1490 cuando la familia Mirón, dueña de la alquería conocida en la actualidad como Redován junto a los nuevos regadíos denominados cómo "La heretat d'Ortanova" (tierras que quedaban entre Benferri y el actual Barrio de San Carlos) vendió a un caballero de renombre que había participado en la Reconquista del Reino de Valencia.

Este caballero se llamaba D. Jaime Santángel. (La imagen es de su hermano Luis de Santángel por Hans Holbein, Tate Gallery de Londres)).

Durante el año 1491 este personaje fue nombrado por Fernando el Católico Alcalde General de Orihuela en agradecimiento junto con su hermano Luis de Santángel por haber sido los prestatarios reales que sufragaron los viajes de Colón para el descubrimiento de América.

Este caballero invirtió también grandes cantidades de dinero en el actual término de Redován, en dónde estableció una de sus residencias familiares cómo finca de esparcimiento para sus ratos libres.

Casualmente, tanto Jaime Santángel como su hermano Luis habían conocido y entablado amistad con anterioridad con el mismísimo Cristóbal Colón gracias a un viaje a Valencia realizado por el futuro descubridor en 1491 con la intención de conocer los trabajos de los calafates en las atarazanas del Grao.

Cuentan las crónicas que el genovés llegó a Valencia muy contrariado por que toda su ambiciosa empresa de descubrir nuevas tierras había sido rechazada por los cosmógrafos del Consejo de los Reyes Católicos y en un atisbo de sinceridad así se lo había confesado a los hermanos Santángel.

Cuenta la tradición que estas fueron las palabras que rodearon tales momentos:

¿Por qué los cosmógrafos reales se oponen a vuestros proyectos?

Creo que es la envidia la que los controla.

Mala es, pues es cierto que donde la envidia reina no puede durar la virtud.

No crece la virtud allende pisan los poderosos.

SI vos me dierais una garantía yo podría ayudaros en los menesteres económicos.

¿Y cuál podría ser esa garantía?

Si me entregaseis el cetro, las coronas y las joyas de sus majestades yo pondría todo lo que hiciese falta para que iniciaseis sin demora vuestro viaje.

Y así ocurrió. El 12 de octubre de 1492 los españoles pisamos las vírgenes costas americanas.

Y todo gracias al dinero que este oriolano honorífico prestó a través de la banca que tanto él como su hermano habían creado con sus propias manos.