Álbum musical destacado por la página web oficial de la Universidad Nacional de Educación Pública Estatal Española (UNED). Apartado dedicado a MIGUEL HERNÁNDEZ, "Poemas musicalizados y discografía". Incluído también en la obra literaria del escritor y colaborador de Radio Nacional de España Fernando González Lucini, "MIGUEL HERNÁNDEZ ...Y su palabra se hizo música".

viernes, 25 de noviembre de 2016

Anécdotas de nuestros cines: El Riacho

* Sólo se trata de una anécdota, no entro a valorar quien tiene razón ni tampoco quiero que se convierta esta entrada en un panfleto político de ningún color. Sólo reflejo las dos versiones que me han llegado hasta los oídos.

La versión de la Izquierda:

En 1971, un grupo de jóvenes cargados de ilusión y optimismo, forman un pequeño grupo cultural en la calle de la corredera. El Club Tháder.

Allí se reunieron de vez en cuando para tratar temas de relevancia.

Uno de sus actos más importantes fue el Primer Homenaje en la Historia de Orihuela a Miguel Hernández en el aniversario de su muerte.

Durante una semana (del 22 al 27 de Marzo de 1971) se celebraron en el local del cine Riacho, una serie de actos tales como conferencias, teatro, música y poesía.

El lleno fue absoluto.

El pueblo oriolano participó activamente de estos actos y fue una alegría comprobar que la memoria de nuestro poeta no había caído en el olvido.

Para costear la carga económica que supuso este esfuerzo extra se propusieron varias soluciones:

La primera de ellas era una rifa de un viaje a través de la venta de las típicas papeletas. Pero fue desechado por el escaso margen de beneficio.

Entonces, sus cabezas fueron iluminadas por la llama de la sabiduría y optaron por cambiar el premio del viaje por regalar las Obras Completas de Miguel Hernández.

Fue tal el éxito de la rifa que tuvo que volver a repetirla.

Así fueron sufragados la mayor parte de los gastos.

Con toda la programación de los distintos actos ya programada, vino para desmoralizarlos el problema de la censura.

El grupo ilicitano escogido que iba a realizar una escenificación poética basada en las poesías de Miguel Hernández era “La Carátula” y los folios en donde estaban escritos los versos aparecían llenos de sucios tachones impuestos desde la Censura de la Gobernación.

Obligados por ley estaban de presentar los folios que componían el programa al Cuartel de la Guardia Civil de Orihuela.

Cuando fueron a recogerlo dos horas antes del inicio del evento, desde el despacho del teniente de la Guardia civil les hicieron saber que la censura había hecho desparecer de golpe y porrazo de la función mucho más material dejando la duración de la misma a tan solo una hora.

Estos jóvenes mantuvieron en secreto este hecho y no se lo hicieron saber a la Comisión de los actos ni a “La  Carátula”.

Durante la función que transcurrió con normalidad, se presentaron unos sujetos que aun tratando de pasar desapercibidos todos supieron que se trataba de la policía secreta.

Y también ocurrió lo mismo al día siguiente en la función de los cantantes.

Lo más reseñable fue que en el cartel que se realizó para pedir la ayuda económica del resto de vecinos, se había destacado en rojo la palabra “Socorro” que no escondía ningún propósito oculto. Pero algunos de los fotógrafos dejaron constancia en sus fotografías que aquello era intencionado y que se trataba de una señal suspicaz que sólo algunos podían descubrir entre aquellas letras rojizas disfrazadas de mensaje subversivo.

A raíz de aquello, varios de los integrantes del grupo cultural Tháder fueron interrogados entre ellos su Presidente, José Martínez Carmona y José Cases además de otros de los organizadores del evento que tuvieron que presentarse en el cuartel de la Guardia Civil de Orihuela mientras sus domicilios eran registrados

La marcha de clausura que debía terminar en el cementerio de Orihuela fue terminantemente prohibida.



La versión de la Derecha:

Fue un abuso del grupo de la izquierda que descaradamente pisoteaba su propio discurso sobre la libertad aprovechándose de la buena voluntad del pueblo, los dirigentes y las autoridades de la ciudad de Orihuela que habían dado su permiso para que se celebrara el evento, en un momento delicado de la historia de España, convirtiendo lo que iba a ser un acto conmemorativo y pacífico hacia la figura de Miguel Hernández en una reunión de carácter político con llamadas sutiles pero visibles por todos a simple vista a la subversión, como el ejemplo del famoso cartel en donde de miles de colores se eligió el rojo distintivo del movimiento de la izquierda para rotular la palabra “Socorro”. 

¡Qué casualidad tan generosa!, ¡La palabra más importante de la sala y en el color más característico del movimiento comunista!

Con un matiz en sus discursos cargado de mensajes que iban más allá de lo puramente cultural como eran las continuas alusiones a intelectuales que comulgaban con sus ideas políticas (Antonio Gramsci, Rafael Alberti, sí, aquel que lo echó de su casa allá en Madrid, a nuestro querido poeta) o dirigentes extranjeros pertenecientes a la izquierda más radical.

Si aquello era un movimiento social que buscaba el reconocimiento de nuestra figura literaria más importante de la historia, no se sabe qué pintaban allí aquellas menciones tan especiales como la que iba encaminada a marcar las excelencias de Ho Chi Minh (El revolucionario vietnamita).

Por eso hubo censura y detenciones con registros.

Aquello fue una provocación.



miércoles, 23 de noviembre de 2016

El Toreador del Ring que murió en Orihuela


Un hombre de aspecto descuidado, perdido en sus cavilaciones, permanecía imperturbable en el interior del geriátrico de Orihuela.

Exuperancio Galiana Díaz se llamaba.

Originario de Quintanar de la Orden donde nació en el año 1931, marchó siendo un adolescente a Mataró.

Durante un combate de boxeo, como público por primera vez, se sintió tan molesto que tuvo que apartar los ojos.

Poco sabía él de que su destino iba a estar ligado para siempre con este arte.

En 1950, se apuntó para participar en los Campeonatos de Cataluña de Boxeo amateur en la categoría de los pesos pluma.

En 1954 se hizo con el Campeonato de España en esa misma disciplina pero ya como profesional.

Animado por sus victorias y trofeos decide subir de categoría y compite a partir de ese momento en peso ligero, consiguiendo una nueva victoria como Campeón de España después de derrotar al famoso Ángel García.

En 1955 viaja a París en donde logra proclamarse Campeón de Europa enfrentándose tanto a boxeadores como a los jueces que ya por aquel entonces mostraban su rencor a los deportistas españoles.

Algunos críticos decentes de la capital francesa empezaron a denominar a nuestro boxeador como el “Toreador del Ring” al lucir en los combates una técnica elegante y depurada con la que conseguía deshacerse de sus rivales con facilidad. Su domino sobre los pasos laterales y las fintas era elogiable dejando en evidencia a sus contrincantes que caían repetidamente en sus propios embistes al vacío.

Fue un héroe, un ídolo de masas que atraía a cientos de seguidores que en pocas horas agotaban las entradas de este boxeador que si fuéramos justos podríamos considerar como el mejor del mundo.

Exuperancio Galiana Díaz se retiró con 154 victorias (90 por K.O.), 22 derrotas (5 por K.O.) y 13 combates nulos, y habiendo conquistado el Título de Campeón de España y Campeón de Europa.

Su muerte se produjo alrededor de las 17.00 horas en una residencia geriátrica de la localidad alicantina de Orihuela, en la que vivió los últimos años debido a la enfermedad de Alzheimer que padecía.

Acabó sus días, a los 74 años por culpa de una neumonía, en Orihuela. Casi nadie le recordaba ya. Ni siquiera él, borrada su memoria por el Alzheimer.

Y esto casi nadie lo sabía.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Los preparativos de defensa de Orihuela en 1356


Sabemos por los textos y documentos que el cronista de Orihuela Mosén Pedro Bellot nos dejó en sus trabajos, que durante estos años en los que la ciudad pertenecía a la Corona de Aragón, y los castellanos eran nuestros más terribles enemigos, hubo muchas calamidades, guerras e intromisiones con ataques que casi siempre acababan con violaciones, muertes y campos o casas quemados.

Una costumbre oriolana de esta sombría época era cuando se producía un hecho importante, o alguna visita de gran renombre, era mandar que se colocaran velas y rondas en las cuatro puertas de la ciudad que debían permanecer cerradas.

Se ordenaba también a los ciudadanos que se empadronaran por parroquias.

El pregón se escuchaba por las calles de la ciudad avisando de que nadie podría hacer uso propio de las cosechas pues había que pagar un tributo para colaborar en la defensa de Orihuela. Aquellos que se atrevían a no obedecer las órdenes, eran castigados con lo que ellos llamaban la “Pena de Azotes”.

Los soldados de a pie eran organizados en grupos de doce personas bajo las disposiciones de un superior en cada grupo que recibía el título de cabo. Debían salir corriendo hacia la defensa de la torre que se les había encomendado al toque de aviso de las trompetas.


Todas las casas debían permanecer con sus ventanas y puertas cerradas, aseguradas y que se presentasen los hombres de toda la villa con una azada y un capazo para colaborar (por lo menos uno por casa).

Los jurados mandaban subir mucha piedra a lo alto de las torres y muros.


Paulo Gil y Jaime Bonecontre se encargaban de llevar una carga de fusta para viratones cada día.

En los muñidores se apostaban dos hombres en cada torre. Y otros dos hombres hacían la ronda a caballo durante doce horas hasta que eran sustituidos por otros dos que vigilaban el resto del día.

Los jurados mandaban realizar una estacada o empalizada en el postigo de la plaza mayor y que se adobara la torre horadada para que ayudase a defender a los hombres de a pie o de caballo que tuvieran que salir fuera de los muros protectores.


Las acequias eran cerradas para que los molinos trabajasen a pleno rendimiento. Se pedían las muelas manuales de nuestros vecinos de Guardamar a los que se les debía pagar religiosamente.

Los jurados mandaban subir mucha piedra a lo alto de las torres y muros.

Se consignaba a los ciudadanos a que trajeran todo el fruto de su cosecha al interior de la villa, principalmente el trigo que es lo que básicamente servía de alimento. Y para ello se establecía un plazo máximo de cuatro días.

La obligación del empadronamiento era una forma de controlar el número de habitantes y todos sus bienes, pues debían estar detallados en el libro del padrón.

Si el ataque era inminente, se mandaba a Francés Mirón y Bartolomé Villafranca que hicieran un reconocimiento del estado de la muralla y las escalas. Ante cualquier imprevisto o irregularidad se realizaba la pertinente reparación.

Se hacía por ordenamiento un recogimiento de recursos entre los que estaban la madera, el hierro, el cáñamo y el alquitrán, todo aquello que fuera útil en caso de tener que defender la villa.

Sobre la peña, se mandaba colocar grupos de hombres, en total quince decenas en aquellos lugares determinados que fueran de importancia y en el Oriolet subían otros diez hombres para vigilar aquella otra parte.

Las órdenes eran claras, no estaban permitidas, entre estos hombres, las reyertas ni físicas ni verbales bajo pena de arresto durante sesenta días de cárcel. Todos debían permanecer alerta y atentos a lo que pudiese acontecer.

Todas las casas o viviendas que estaban en la parte de fuera pegadas a la muralla eran derribadas para que los enemigos no se subieran sobre ellas y alcanzasen con facilidad una brecha o un camino fácil donde pasar al interior de la ciudad.

Así es como debíamos ponérselo difícil a aquellos que considerábamos nuestros enemigos.

Y así ocurrió según consta en los documentos.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Relatos de Ruta VIII: Mis dos terribles experiencias



Relato 1:

Yo era pequeña.

A puntito de hacer la comunión

Como es por costumbre en mi familia católica, fuimos a misa un domingo y en esta ocasión elegimos la del Colegio Santo Domingo.

El sacerdote terminó la homilía y empezamos a salir ordenadamente del interior de la iglesia.

Justo al lado de la puerta de salida, vimos otra puerta pequeña que nos llamó mucho la atención.

Observamos una especie de ojal grande por donde pudimos asomarnos para ver lo que había más allá.

Con los ojos adaptándose a las circunstancias pudimos descubrir al fondo un pequeño ventanuco por  donde se filtraban los rayos de luz de un sol tempranero.

A los pies de donde caía el rayo, vimos a un hombre encapuchado con aspecto de monje.

Nosotras sabíamos que en el colegio no había monjes, sí sacerdotes, pero no monjes.

Pero aquel sujeto era extraño. No parecía humano.

No podíamos apreciar los rasgos de su rostro.

Las manos era lo que más nos llamaba la atención pues alzadas al cielo parecían brillar como si se tratase de una figura de cera o de otro material sintético que no nos pareció en ningún momento humano.

El hombre permanecía arrodillado con la vista al frente, mirando la ventana.

Permanecí varios minutos al acecho, observando aquella cosa siniestra que en mi corta edad me pareció fascinante y aterrador a la vez.

Quise que mi amiga lo viera también, así que me aparté a un lado.

Ella lo miró y su experiencia fue similar a la mía.

Cuando me dejó libre otra vez el sitio, lo contemplé por última vez.

Entonces es cuando sentí un escalofrío. Pues el monje sintético había cambiado su posición. Sus manos adoptaban ahora otra perspectiva y su nariz que de pronto se me hizo visible aparecía en otro lugar.

Esto nos impresionó mucho.

Desde aquel día, ya no quisimos volver por allí a escuchar misa.



Relato 2:

Recuerdo, como te dije, que mi abuelo tuvo un aparatoso accidente de tráfico.

Un día, antes del incidente, nos dimos cuenta de que nuestro perro, con el que mi abuelo mantenía un vínculo enorme, empezó a aullar de una forma terrible que parecía taladrarnos los oídos.

Era tal la potencia del aullido que mi familia no se explicaba cómo podía salir del cuerpo de un animal tan pequeño un sonido tan estrepitoso y desgarrador.

Lo extraño es que era siempre a la misma hora, todos los días.

Tuvo que venir la fatalidad en forma de suceso trágico a mi querido abuelo y quiso también la casualidad que se produjese a la misma hora en la que el perro solía volverse loco aullando como si lo estuviese viendo venir de cerca.

Esto ocurría siempre de noche.

Mi madre no recordaba que jamás el animal hubiese actuado de aquella forma y tuvimos miedo de que su hubiera puesto enfermo.

Era un perro muy ladrador pero nunca había soltado el más mínimo chillido.

El mismo día que mi abuelo finalmente tuvo el accidente y que mi madre estaba hablando con el medico del SAMU, el perro ya hacía unos diez minutos que estaba aullando sin parar.

Nos asustamos mucho y mi pobre abuelo consiguió sobrevivir alrededor de quince días sufriendo los dolores de su cuerpo magullado y con todos los cuidados que la familia le proporcionaba.

El perro siguió aullando todos los días a la misma hora mientras el anciano seguía con vida.

Cuando falleció el moribundo, el perro, misteriosamente dejó de aullar.

Como si de una parte del animal se hubiese marchado, este fue perdiendo vitalidad lentamente y pasados unos nueve meses aproximadamente, el animal enfermó y murió también.

Fue muy extraño sentir en el salón de mi casa la presencia y el olor característico de mi abuelo unos días antes de que el animal nos dejara.

Quizás vino para llevárselo con él al otro mundo.



Relatos de Ruta VII: La casa de mi Bisabuela


Me ha llenado de ternura y también, por qué no, de terror, el inocente testimonio de esta niña que al igual que su amiga Elena, ha iniciado una aventura por esos mundos misteriosos donde reinan el miedo y la oscuridad.

Es un sentimiento de cariño el que profeso por el relato pues yo conocí a su bisabuela.

Aún tengo en mi mente una imagen de sus cara sonriente con el pelo negro y su infinita paciencia ante la insubordinada actitud de su nieta “Loles” cuando ponía la música tan alta que hacía que aquello pareciese una discoteca en vez de un hogar.

Había pasado poco tiempo desde que aquella señora de sonrisa eterna y agradable había fallecido.

Para mi madre, era su abuelita, para mí, mi bisabuela.

Ella tenía una casa por la zona del colegio Jesús María y en ella quedaban los ecos de tiempos pasados que según dicen mis padres, fueron mejores.

En esa casa anciana y descuidada por el paso del tiempo empezaron a suceder cosas extrañas.

Primero fue una ocasión en la que me encontraba yo en su cuarto jugando con mi hermano pequeño.

Algo, golpeó la pared con fuerza. Tanto que nos detuvimos en seco.

Nos dirigimos al cuarto de baño que era la otra habitación que había pegada a esa pared pero allí no vimos nada ni a nadie.

Mi abuelo que era muy bromista fue el que recibió todas nuestras reprimendas, ya que creímos que había sido él.

Pero siempre lo negó todo. No entendía que le echáramos la culpa.

Pocos días después, estábamos otra vez de paso en la casa de mi bisabuela cuando la puerta de su habitación se cerró de golpe sola sin que ninguna ventana hubiese provocado un paso de corriente de aire ya que estaban todas cerradas.

Pero lo más curioso que vivimos en aquella casa fue que mi padre que tuvo que ir por allí a hacer alguna gestión, cerró la puerta de portazo, sin girar la llave para que el bulón diera tres vueltas.

El caso es que cuando mi abuela regresó de un viaje e intentó abrirla, se topó con que la puerta tenía echadas las tres vueltas como hacía su madre cuando vivía.

De todo esto, han pasado al menos cuatro años.

Pero cuando paso cerca de esa casa o estoy en su interior siento la presencia de mi bisabuela, como si aún estuviera allí esperándome. Con su sonrisa eterna y su pelo negro.





martes, 1 de noviembre de 2016

Orihuela Curiosa: La fama de las mujeres oriolanas


Cuenta un madrileño, que allá por las otras tierras de la España se hablaba mucho y que muy bien de las virtudes de nuestra tierra.

Famosas eran las huertas y frutos que de ella salían.

Nombrar Orihuela era como decir en voz alta las bondades de una tierra fértil, donde destacaban los limones y naranjas de nuestro vergel.

Pero aquí, en el árbol prohibido del Paraíso Perdido había otros frutos que tenían fama de deliciosos, de apasionados y hermosos.

Esos frutos de notoriedad nacional eran las mujeres oriolanas.

Consideradas a principios de siglo XX como las damas más hermosas de toda la península.

Así que no es de extrañar que ante tanto piropo, la oriolana fuera cambiando su autoestima y empezase a mirar por encima del hombro como si ellas fueran las únicas mujeres de la patria.

Para demostrar este hecho, me he topado con un documento, una historia que cuenta un antiguo madrileño que pone de manifiesto a que nivel de chulería llegaba la mujer de estas tierras.

Este hombre cuenta, en una de sus obras que cuando pisó por segunda vez el suelo de Orihuela, después de haber pasado la tira de años sin asomarse por estos lares, lo primero que le sorprendió es que el color del pelo de las oriolanas había cambiado.

En una época en la que lucir el pelo de color dorado era muestra de coquetería y una actitud pecaminosa muy criticada por la curia, resulta que todas las oriolanas, arropadas por ese nuevo sentimiento de seguridad que les daba el sentirse la más codiciadas del país, se pusieron de acuerdo al unísono para colorearse todas a la vez el pelo con el color de los brillantes rayos de luz del sol. O sea, tintarse de rubias.

Fue la primera ciudad de España en donde ocurrió esto. Y lo relata un experto en mujeres.

Esta curiosa y a la vez fascínate anécdota está reflejada en una de las obras de aquel mujeriego madrileño que visitó nuestra ciudad por segunda vez en su vida.

Aquel que fue considerado como uno de los pioneros de la novela erótica.

Me estoy refiriendo a Joaquín Belda que curiosamente es originario de Cartagena, en donde la belleza de sus mujeres también es hoy día muy considerada.

FUENTE: 
Las Bodas de Oro de mi Colegio (Joaquín Belda)

Orihuela Misteriosa: El terremoto más largo de la historia.


Los cronistas musulmanes nos hablan de un suceso muy extraño ocurrido en la antigüedad aquí en Orihuela.

"Se produjeron unos terremotos en el territorio de Tudmir [...] Aquello se produjo después del año 440 y duró aproximadamente un año. Todos los días se presentaba varias veces: no pasó ni un solo día ni una sola noche en que aparecieran estos terremotos. Las casas se derrumbaron, las torres se abatieron, así como todos los edificios altos. La mezquita mayor de Orihuela se derrumbó junto a su minarete; la tierra se abrió por toda la nahiya de la hawma [territorio]". Así tradujo el historiador Emilio Molina López el texto de al-Udrí escrito en el siglo XI refiriéndose a unos terremotos de entonces. 

El 440 de la hégira sería el 1048/1049 cristiano (Véase E. Molina López, "La Cora de Tudmir según al-‛Udrí". En "Cuadernos de Historia del Islam, 4, 1972).

Según ellos, un terremoto sacudió la ciudad de Orihuela todos los días que duró el año 440 según su calendario.

No costa en ninguna parte del mundo un terremoto que tuviese una duración semejante.

Para hacernos una idea, el terremoto más largo registrado de todos los tiempos tuvo una duración de casi 10 minutos con un registro de 9,3 en la escala de Richter que desató una serie de tsunamis a lo largo de las costas de la mayoría de los países que bordean el océano Índico.

Esto fue el 26 de diciembre del 2004 en las islas de Sumatra y Andamán principalmente.

Junto con el terremoto de Valdivia de 1960, son considerados los terremotos más grandes de la historia desde que existe el sismógrafo.

Pero, ¿podemos fiarnos de los textos registrados por este antiguo historiador musulmán?

Este geógrafo, Al-´Udri de origen almeriense fue criticado hasta 1965 como un simple recopilador de hechos milagrosos y extraordinarios por culpa de las citas que extraían  de su obra los autores orientales Al-Qazwini y Al-Himyari que daban por hecho de que todo su legado no fuese más que una de esas colecciones tan fantásticas a las que eran aficionados los autores musulmanes.

Pero nada más alejado de la realidad.

La edición de los pasajes dedicados a al-Ándalus incluidos en un manuscrito, incompleto de la  Geografía  de al-'UcJri vino a modificar radicalmente esa creencia. 

El almeriense no era un mero recopilador de leyendas y milagros, era, ante todo, un serio y documentado geógrafo que, tomando como base la obra de Abmad al-Razi, la enriquecía grandemente con aportaciones personales de indudable valor histórico y geográfico. La  Geografía'  de al-'U@ es, en nuestra opinión, la mejor obra de su género escrita sobre al-Ándalus; mejora  y  completa la de al-Rázi y supera ampliamente las de dos afamados geógrafos comoal-Bakri y al-Idrisi.

Entonces, ¿qué es lo que ocurrió en Orihuela durante todo aquel año?

¿Temblores de tierra durante 365 días y producidos varias veces en el mismo día?

Algo tiene de especial esta tierra donde un fenómeno único en el mundo fue asentado en su obra por uno de los más serios y disciplinados geógrafos e historiadores de la era Andalusí.