Pasaba ya la mitad del mes de septiembre del año 1705 cuando
se dejaron ver por Orihuela algunos que nadie conocía.
Estos forasteros, vestían trajes militares y entre ellos
destacaban los oficiales, coroneles y soldados de mayor rango.
Venían dispuestos a luchar en la guerra que se producía en
Cataluña.
Con mucha arrogancia y descarada falta de cortesía,
exigieron a los oriolanos, poder alojarse en las casas de los vecinos. Así
también, como caballos, mulas y sillas de montar.
No sabían estos cazurros, que Orihuela estaba exenta, por
gracia de su majestad y gracias a los privilegios obtenidos en años anteriores,
de esta impuesta obligación.
Para evitar el enojo de los militares y queriendo demostrar
el amor que los oriolanos sentían por su rey, consintieron en darles alojamiento
en una posada.
El jurado de la ciudad, Don José de Rocafull, dio las
órdenes pertinentes para que con toda celeridad, se requisaran las cabalgaduras
que estos soldados requerían.
Descontentos con la solución de alojarlos en una posada, y
con la tardanza en la obtención de los caballos, se quejaron a uno de sus
coroneles y este acudió en busca de Don José para reprenderle.
La queja fue de carácter insolente y cargada de mucha
aspereza.
El Justicia, se excusó diciendo que era poco el tiempo el
que habían tenido para hacer cumplir tal menesteres.
El coronel, no aceptó las
disculpas y le imputó a la cara:
“Como yo tuviese aquí
mi regimiento, ya andaríais con más diligencia, y de no, por más jurado que fueseis
os llevaría arrastrando a la cola de mi caballo.”
Don José se quedó maravillado, no se esperaba una reprimenda
cargada de tanta chulería y entonces le respondió con tanta socarronería como
pudo:
“Me admira, señor
coronel, que para tan poca cosa como lo es el atarme a la cola de vuestro
caballo, necesitéis nada menos que todo vuestro regimiento.”
El coronel al sentirse ofendido y con un arrebato de cólera,
tiró de la espada. Rocaful, tiró de la suya.
Gritaron los vecinos y acudieron soldados tanto forasteros
como de Orihuela y se enzarzaron en una terrible disputa al más puro estilo de
los soldados de Richelieu contra los Tres Mosqueteros.
Cuando con más fuerza se batían y con más ganas se sentían de herirse los unos a los otros, apareció en el campo de batalla, el teniente
de gobernador y el justicia y con muchas dificultades, consiguieron detener la
refriega.
FUENTE:
Rufino Gea LOS ORIOLANOS DE ANTAÑO
Rufino Gea LOS ORIOLANOS DE ANTAÑO
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