En nuestra tierra existe una leyenda que conocemos por gracia del obispo de León D. Luis Almarcha.
Durante el sitio que Pedro el Cruel mantuvo a Orihuela en la
guerra de los dos Pedros, envió a un emisario a parlamentar con el objetivo de
conseguir nuestra rendición.
Los oriolanos, sin fiarse aún del enviado por su enemigo le
vendaron los ojos y lo metieron en el canto foral que está situado detrás de
la calle de arriba muy cerca del Colegio Santo Domingo.
Los huecos de la piedra horadada estaban tapados con tupidas
cortinas. Y al quitarle la venda al emisario este creyó que lo habían hecho
prisionero y dejado a solas en el interior de una mazmorra.
Indignado se puso a gritar a los cuatro vientos que su señor
lo vengaría ante aquel insulto.
Entonces los oriolanos descorrieron todas las cortinas y le
mostraron el esplendor de toda la comarca.
El castellano, se sintió entonces mucho más molesto y a la
pregunta de cual era el nuevo motivo de su indignación este respondió:
- Porque vuestro canto
foral tiene un balcón más hermoso que todos los de mi reino y esta verdad
deberé comunicarla a mi señor aún a riesgo de sufrir su enfado. -
El Señor de Orihuela se quedó un instante pensativo y
respondió:
- Decidle a vuestro
rey que mientras quede en Orihuela una espada sin romper no pisará jamás este
balcón. -
Una vez que la ciudad fue vencida, el rey quiso añadir a su escudo lo de "vuestras espadas siempre han prevalecido" y respetando el juramento de los oriolanos se comprometió a no pisar el balcón añadiendo que "su nombre de Foral será recuerdo del Fuero privilegiado que doy a Orihuela...
Una vez que la ciudad fue vencida, el rey quiso añadir a su escudo lo de "vuestras espadas siempre han prevalecido" y respetando el juramento de los oriolanos se comprometió a no pisar el balcón añadiendo que "su nombre de Foral será recuerdo del Fuero privilegiado que doy a Orihuela...
Visto desde la Calle de Arriba |
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