De viejas tradiciones, religiosas leyendas e históricos recuerdos es el 17 de julio.
Día es este en que se celebra, no con el esplendor que se
debiera, la fecha memorable en que los oriolanos se apoderaron por completo de
la ciudad y su castillo, arrojando de ella a los árabes que la tenían cercada
con su dominio.
Era por el año 1242, cuando los cristianos, hartos de sufrir el
yugo musulmán, decidieron dar el grito de religión y libertad.
Aben Mohor, rey
moro, alcalde de la ciudad, descubrió los planes de los cristianos, y envanecido
de su poder acordó hacer un escarmiento ordenando fueran durante la noche
pasados a degüello todos los enemigos del Islam.
Tenía Ben Mohor un hijo que
amamantaba la Armengola, mujer oriolana, fuerte, valiente y decidida.
Enterada esta de los terribles y sanguinarios propósitos del
rey moro, le suplicó el indulto de sus dos hijas, a lo que accedió.
Corrió la
Armengola al barrio ocupado por los oriolanos a prevenir a sus hermanos de
sangre y religión el grave peligro que les amenazaba.
Hablaron, discutieron,
hasta que, por fin, acordaron el estratégico plan a seguir que pusieron en
práctica con bravura.
Tres robustos jóvenes vestidos de mujer subieron
acompañando a la nodriza del hijo de Aben Mohor a la fortaleza del castillo, y
los musulmanes que nada sospechaban, abrían las puertas, cayendo a continuación
sus cabezas segadas violentamente.
Detrás, todos los oriolanos subían con
serenidad de héroes, apoderándose poco después del castillo y la ciudad por
completo, y arrebatando la bandera del vencido reinato moro, que se llevaron
como trofeo de guerra y victoria y cuyos girones se conservan hoy como pendón
glorioso de la Reconquista de nuestra ciudad.
Enterado de la heroica hazaña el infante don Alfonso, hijo
del rey don Fernando de Castilla, llamado el Santo, admiro a los oriolanos y
los llamó dignos descendientes del Rey Teodomiro; puso en movimiento sus
huestes y ocupó la ciudad en nombre del Rey Católico.
La víspera de la fecha gloriosa, refiere la tradición, que
aparecieron en el cielo dos estrellas descendiendo milagrosamente como
anunciando el triunfo de los cristianos, la una hacia el castillo, y la otra
bajando hasta el Arrabal.
Las dos estrellas llevaban envueltas en su luminoso esplendor
la figura de dos santas, Justa y Rufina, cuya fiesta se celebraba al día
siguiente.
Un voto público aprobado por el monarca y el Papa Inocencio IV
nombró patronas de Orihuela a las vírgenes sevillanas Justa y Rufina.
Esta es a grandes rasgos la historia de la Reconquista de la
ciudad de Orihuela, que todos los años, el 17 de julio, celebran los oriolanos con
una sencilla fiesta cívico religiosa.
La víspera el día del Pájaro, como vulgarmente se llama al
17 de julio, por el pendón de la ciudad está rematado por un pájaro, el Oriol,
escudo de nuestra ciudad, son colocadas sobre los viejos muros del histórico
castillo dos luces, queriendo representar a las milagrosas estrellas que un día
bajaron del cielo a la tierra anunciando el fin de la dominación musulmana en
Orihuela.
Todos los oriolanos que son padres enseñan a sus hijos las dos luces,
y cuentan con orgullo la historia que la tradición les transmitió de la
Armengola y sus dos hijas.
Los niños escuchan atentos la narración que sus
padres les hacen y difícilmente se les borra de su memoria.
Y
después de anunciar las campanas de todas las torres y los morteros disparados
en la sierra que la histórica Señera saluda a la ciudad, es conducida procesionalmente
primero desde el Ayuntamiento a la Catedral, y después de la Catedral a la iglesia
de Santas Justa y Rufina, acompañada de ambos Cabildo Municipal y Catedralicio
y seguirá de la muchedumbre que le aclama precedida de la banda de música que
toca sin cesar.
FUENTE:
JOSÉ MARÍA BALLESTEROS
JOSÉ MARÍA BALLESTEROS
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