Introducción
El terremoto de la Vega Baja del Segura ocurrido el 21 de marzo de 1829 sigue siendo uno de los eventos sísmicos más catastróficos de la historia reciente española, arrasando con poblaciones enteras y dejando testimonios tanto de los estragos físicos como de una serie de fenómenos considerados inexplicables, paranormales o de carácter religioso por los testigos y cronistas de la época. Este informe sintetiza de manera sistemática y documentada los testimonios recogidos en fuentes primarias, tales como la Relación trágica del horroroso estrago... (1829), el Archivo Jesuita, así como el libro La catástrofe sísmica de 1829 y sus repercusiones de Gregorio Canales Martínez. El propósito central es distinguir entre fenómenos físicos, interpretaciones populares y mitos religiosos, proporcionando, para cada fenómeno, la descripción, el nombre del testigo (si está disponible), la fuente original del testimonio, y una interpretación desde perspectivas científicas, religiosas o simbólicas.
Este informe está estructurado en secciones dedicadas a cada tipo de fenómeno reportado e identifica para cada uno los diferentes estratos de interpretación, como una microguía o ficha técnica archivística. Al final, se incluye una tabla comparativa que clasifica los fenómenos según su naturaleza.
Contexto histórico y geográfico del terremoto de 1829
El potente sismo del 21 de marzo de 1829, conocido indistintamente como “terremoto de Torrevieja” u “Orihuela”, asoló la región del Bajo Segura, con especial impacto en Almoradí, Orihuela, Torrevieja y Guardamar del Segura. La intensidad del movimiento fue estimada entre IX y X en la escala MSK, con una magnitud calculada de 6,6 en la escala de Richter. El seísmo destruyó aproximadamente 2.965 viviendas y causó 389 muertes y 377 heridos, lo que llevó a la reorganización urbana de la zona bajo directrices del ingeniero Larramendi.
La naturaleza extraordinaria de la destrucción, la repetición de réplicas y la magnitud del desastre abonaron el terreno para percepciones de fenómenos incomprensibles que serían interpretados más allá de la explicación física, amalgamándose con las creencias religiosas, los miedos colectivos y los mitos ancestrales.
Metodología de análisis de los fenómenos
El tratamiento riguroso de los testimonios implica:
- Revisión de narrativas y documentos originales aportados por cronistas eclesiásticos, autoridades locales y testigos presenciales.
 - Contraste entre descripciones físicas, explicación tradicional/científica e interpretación religiosa o simbólica.
 - Identificación de los nombres de los testigos cuando la fuente lo remite.
 - Priorización de fuentes primarias y secundarias de mayor rigor documental.
 - Detección de patrones interpretativos recurriendo a literatura sismológica, folklore y filosofía de la religión.
 
Fenómenos documentados durante el terremoto de marzo de 1829
A continuación se describen de forma pormenorizada los principales fenómenos reportados, desglosando para cada caso la información exigida.
1. Lenguas de fuego y fenómenos lumínicos
Nombre del fenómeno: Lenguas de fuego / Luces extrañas
Descripción: Numerosos testigos aseguraron haber visto “llamas” o “lenguas de fuego” saliendo de la tierra o de las grietas abiertas por el terremoto, así como resplandores y luminiscencias en el cielo y sobre el mar. Estas observaciones aparecen mencionadas tanto en la Relación trágica del horroroso estrago… como en romances de literatura popular y cartas de la época. Se describen globos de fuego, rayos y llamaradas de aspecto inesperado, generalmente previos o coincidiendo con los instantes críticos del terremoto.
Nombre del testigo (si disponible): No se asigna un nombre concreto, sino colectividades o testigos anónimos referidos en las relaciones y romances. La “Relación trágica” y la literatura popular mencionan el fenómeno de manera colectiva.
Fuente original: Relación trágica del horroroso estrago... (1829); literatura popular y relaciones impresas de la época; compilaciones en La catástrofe sísmica de 1829.
Interpretación científica: Hoy se reconoce el fenómeno de las “luces de terremoto” (Earthquake Lights, EQL) como un evento natural reportado, aunque no del todo comprendido. Las hipótesis actuales proponen la triboluminiscencia – emisión de luz por la rotura de rocas bajo gran presión –, así como la ignición de gases como el metano y el radón liberados en el momento del fracturamiento de suelos. A través de descargas eléctricas o fricción, estos gases pueden generar llamas o efectos luminosos. Se ha documentado en sismos modernos y recientes el surgimiento de auroras, flashes e incluso bolas de luz.
Interpretación religiosa: La tradición cristiana, abonada por siglos de providencialismo, identificaba estos fuegos con “señales de la cólera de Dios” o advertencias celestiales. En predicaciones y panegíricos se interpretaron como manifestaciones directas de ira divina o intervención milagrosa.
Interpretación simbólica: El fuego tiene profunda raigambre en el imaginario del juicio providencial y en la cosmovisión de lo numinoso, asimilado a la purificación o destrucción apocalíptica. En el folklore sobre terremotos se menciona que el temblor y el fuego son señales inequívocas de cambios en el orden natural y moral.
Distinción entre hechos físicos, interpretación popular y mito religioso:
- Hecho físico: Emisión de gases, triboluminiscencia, ignición de metano/radón.
 - Interpretación popular: “Volcanes de fuego” o “luces del fin del mundo”.
 - Mito religioso: Llamas como castigo y señal de la ira de Dios.
 
2. Campanas que se tocaban solas
Nombre del fenómeno: Toque espontáneo de campanas
Descripción: Diversos cronistas y testigos afirman que, al producirse las sacudidas sísmicas, las campanas de iglesias y conventos comenzaron a sonar solas, sin intervención humana. El fenómeno fue registrado en numerosas localidades, incluyendo Almoradí, Orihuela y Torrevieja, y relatado por cronistas como José Antonio Ponzoa. La campana mayor de Almoradí (“Andrea”), que sobrevivió al derrumbe de la iglesia parroquial, adquiere un estatus casi milagroso, ligada al recuerdo emocional del desastre.
Nombre del testigo (si disponible): José Antonio Ponzoa (cronista y testigo indirecto, recogiendo testimonios en la ciudad de Murcia); comunidad parroquial de Almoradí.
Fuente original: Memoria sobre el terremoto de Ponzoa (1829) citada en Ciudad y arquitectura después del terremoto del 1829; documentación local y archivos parroquiales.
Interpretación científica: El movimiento sísmico suele causar oscilaciones violentas en estructuras colgantes como campanas, generando que el badajo golpee espontáneamente el contorno y provoque repiques sin intervención manual. Este mecanismo es incluso descrito en catálogos sismológicos modernos como indicador de la intensidad de un temblor.
Interpretación religiosa: Para la población de la época, el tañido espontáneo de las campanas era interpretado como un llanto del pueblo o el “grito de socorro” de la propia iglesia, así como una señal de urgencia espiritual, llamada a la oración o súplica hacia el cielo por protección.
Interpretación simbólica: La campana, en la tradición cristiana, marca el paso del tiempo, el llamado a la misa y el anuncio de catástrofes o muerte. Su repique incontrolado sin mano humana podía ser leído como el aviso del Juicio Final.
Distinción:
- Hecho físico: Movimiento pendular inducido por la onda sísmica.
 - Interpretación popular: “Almas penando” o “voz de la iglesia en peligro”.
 - Mito religioso: Milagro de protección o castigo.
 
3. Visiones religiosas y prodigios místicos
Nombre del fenómeno: Visiones de santos/ vírgenes y prodigios místicos
Descripción: Las crónicas y cartas reunidas en el Archivo Jesuita y la Relación trágica... recogen testimonios de personas que creyeron ver figuras sobrenaturales o santos interviniendo, como San Emigdio (patrón contra terremotos), San Roque o la Virgen María. Hay referencias a la protección milagrosa sobre determinadas poblaciones o casas habitadas por personas declaradas “de buena fe”. Este tipo de visiones es frecuente tras catástrofes naturales, especialmente cuando una parte de la población queda ilesa frente a la destrucción generalizada.
Nombre del testigo (si disponible): Numerosos testigos anónimos; párrocos locales; Felix Herrero Valverde, obispo de Orihuela, quien impulsó la devoción a San Emigdio.
Fuente original: Relación trágica del horroroso estrago... (1829); cartas parroquiales y crónicas en el Archivo Jesuita y relatos recogidos por Canales Martínez.
Interpretación científica: Desde el ámbito de la psicología social, este tipo de visiones se explican por el efecto del trauma postcatástrofe, la sugestión colectiva y la tendencia a reinterpretar eventos inusuales mediante el prisma de la esperanza o el consuelo religioso. En situaciones de estrés extremo o “pánico místico”, los individuos pueden experimentar fenómenos alucinatorios pasajeros, magnificados posteriormente por el rumor colectivo.
Interpretación religiosa: Se considera intervención directa de los santos o de la Virgen en la protección de los fieles, como figuras mediadoras ante la ira divina. La interpretación oficial de la Iglesia que se recoge en la época legitima estas visiones, relacionándolas con la devoción y la fe del pueblo.
Interpretación simbólica: Los relatos de aparición santa cumplen una función psicocultural de consuelo, refuerzo de la religiosidad popular y consolidación de la identidad local (p.ej. San Emigdio como protector de la comarca).
Distinción:
- Hecho físico: Visiones inducidas por estrés/trauma; procesos psicosociales colectivos.
 - Interpretación popular: Aparición milagrosa.
 - Mito religioso: Patrones protectores que aseguran la continuidad de la comunidad y la fe.
 
4. Ruidos subterráneos y retumbos
Nombre del fenómeno: Ruidos subterráneos / Tronidos desde las profundidades
Descripción: Muchos relatos de la época insisten en la percepción de “horribles ruidos subterráneos” o “estruendos atronadores” que preceden o acompañan los movimientos del suelo. Se describen como retumbos profundos, a veces comparados con detonaciones, cañonazos o el paso de una tormenta intensa.
Nombre del testigo (si disponible): Testigos generales consignados en cartas a la Gaceta de Madrid y en relaciones oficiales de alcaldes y párrocos.
Fuente original: Relación trágica...; cartas de ayuntamientos y párrocos (recopiladas en el libro de Canales Martínez).
Interpretación científica: Los ruidos sísmicos, llamados por los sismólogos actuales “bramidos” o “retumbos símicos”, son un fenómeno físico asociado a la propagación de ondas sísmicas a través de formaciones rocosas. Los sonidos pueden ser audibles en la superficie por el efecto de vibraciones de baja frecuencia anteriores a la llegada de la onda principal. Asimismo, los efectos de cavidades, fracturas y suelos parcialmente saturados de agua pueden amplificar estas sonoridades.
Interpretación religiosa: Para los habitantes, tales ruidos eran interpretados como la voz de la tierra clamando, gritos del infierno, o la señal de la cólera de Dios. En la mentalidad providencialista, el “río subterráneo” era tradicionalmente una morada de fuerzas sobrenaturales.
Interpretación simbólica: El ruido subterráneo como signo precursor de desastre impregna el folklore ibérico e hispanoamericano, anclado en el terror ante lo desconocido que se prepara bajo tierra.
Distinción:
- Hecho físico: Bramidos provocados por el paso o ruptura de ondas sísmicas.
 - Interpretación popular: Presagio del desastre; “dragones” sepultados despertando.
 - Mito religioso: Voz de la tierra airada por mandato divino.
 
5. Derrumbes inexplicables y casos singulares de destrucción
Nombre del fenómeno: Derrumbes inexplicables atribuidos a causas sobrenaturales
Descripción: Se produjeron casos de edificios o viviendas que cayeron por completo mientras otras anexas quedaban en pie sin daños aparentes. Los testigos atribuyeron esta selección de ruinas y salvación a causas sobrenaturales (pena, milagro o castigo especial) o a la protección de imágenes sagradas rescatadas intactas entre los escombros.
Nombre del testigo (si disponible): Testigos anónimos; relatos recogidos por José Antonio Ponzoa y por el obispo Félix Herrero Valverde.
Fuente original: Memoria sobre el terremoto (Ponzoa, 1829); cartas parroquiales y recopilaciones de la Relación trágica.
Interpretación científica: El comportamiento diferencial de los edificios ante un terremoto responde a la tipología constructiva, calidad del suelo, materiales, cimentación y destino aleatorio de las ondas sísmicas. Es habitual que colapsen inmuebles de mayor masa y altura emplazados sobre suelos menos consolidados o con cimentación defectuosa. El caso de imágenes sagradas encontradas intactas puede explicarse por su ubicación (nicho, retablo más aislado del derrumbe, etc.).
Interpretación religiosa: La salvación milagrosa o la destrucción selectiva era interpretada según la fe y las obras de los habitantes: “Dios protegió a los justos”, o “castigó con el derrumbe a los impíos”.
Interpretación simbólica: En la cultura oral, la destrucción selectiva es leída como decisión de fuerzas superiores que juzgan a la colectividad e individualmente.
Distinción:
- Hecho físico: Vulnerabilidad estructural diferencial, azar físico.
 - Interpretación popular: Destino, providencia.
 - Mito religioso: Recompensa divina o castigo.
 
6. Fenómenos hidrogeológicos (borboteos, chorros y cráteres)
Nombre del fenómeno: Emanaciones y cráteres de agua/lodo; borboteos hidrogeológicos
Descripción: Particularmente en las salinas de Torrevieja, se documentaron a lo largo de meses y años posteriores al seísmo chorros repentinos y borboteos de agua o lodo de hasta un metro de altura; la aparición súbita de cráteres de 3 a 30 metros de diámetro en la costra salina y el surgimiento temporal de nuevas fuentes en localidades como San Miguel de Salinas o Los Montesinos. Se reportó un aumento del nivel de aguas subterráneas y la muerte masiva de peces en el Segura por emanaciones sulfatadas.
Nombre del testigo (si disponible): Trabajadores de las salinas entrevistados por De Prado (1863); informes de ingenieros y administración de salinas.
Fuente original: Memoria de Larramendi (1829); estudios hidrogeológicos posteriores en la zona; La catástrofe sísmica de 1829 y sus repercusiones.
Interpretación científica: Estos procesos son típicos de la “licuefacción” del suelo y la sobrepresión de acuíferos por movimientos sísmicos. En suelos no consolidados, el terremoto puede causar que el agua subterránea y los sedimentos finos asciendan violentamente, abriendo boquetes y cráteres (conocidos en la ciencia moderna como “volcanes de arena” o precisamente licuefacción). El análisis geotécnico ha corroborado la existencia de rellenos artificiales en las vegas aluviales del Segura y en las salinas, altamente propensos a tales rupturas durante el sismo.
Interpretación religiosa: La súbita erupción de agua o lodo se interpretó como otro signo de castigo o señal del fin de los tiempos (“la tierra vomita sus entrañas”).
Interpretación simbólica: Los cráteres y chorros son leídos como portales al inframundo (infierno) o como heridas abiertas en la piel del planeta como reacción al pecado de la humanidad.
Distinción:
- Hecho físico: Licuefacción, sobrepresión de acuíferos por sismo.
 - Interpretación popular: Presagio maligno, “la tierra sangra”.
 - Mito religioso: Manifestación de la cólera de Dios.
 
7. Anomalías en animales y comportamiento precursor
Nombre del fenómeno: Presagio animal (comportamiento inusual de animales)
Descripción: Algunos relatos recogidos en fuentes populares y literatura del siglo XIX mencionan que, momentos antes del sismo, numerosos animales (especialmente perros, caballos y aves) mostraron signos de inquietud, huyeron o emitieron sonidos alarmados.
Nombre del testigo (si disponible): Testimonios anónimos incluidos en Los terremotos de Orihuela o Enrique y Florentina.
Fuente original: Literatura popular, testimonios recogidos en la novela mencionada y pliegos de cordel.
Interpretación científica: Es frecuente, y hoy bien documentado, que animales perciban vibraciones sutiles, cambios en el campo electromagnético o gaseoso y ruidos subterráneos inapreciables para el oído humano antes de terremotos. Su reacción de huida es, por tanto, un indicador físico fiable aunque imperfecto de actividad sísmica inminente.
Interpretación religiosa y simbólica: Se entendía como “don de adivinación animal” o “mensajeros de agüero”, asociados tanto a la protección (advertencia) como a la fatalidad.
Distinción:
- Hecho físico: Agudeza sensorial animal para precursores sísmicos.
 - Interpretación popular: Alerta mística.
 - Mito religioso: Intervención divina a través de los animales.
 
8. Estratos emocionales y expresiones poéticas: Romances y literatura sísmica
Nombre del fenómeno: Manifestaciones literarias y poéticas del desastre
Descripción: Junto con las crónicas oficiales, los romances de ciego y la poesía popular constituyeron auténticas “crónicas emocionales” del seísmo, recogiendo relatos de prodigios, señales del cielo, castigos y milagros.
Nombre del testigo (si disponible): Diversos autores anónimos y reconocidos, como Mariano José de Larra.
Fuente original: Literatura popular sísmica (compilado por Fernández Rodríguez de la Torre); romances de la época.
Interpretación científica: La literatura oral refleja el impacto psicológico y social del desastre, categorizando el miedo, la esperanza y la interpretación activa (teúrgica).
Interpretación simbólica y religiosa: Refuerza y modela la percepción del desastre como cruce entre determinismo natural/divino y destino colectivo.
Distinción:
- Hecho físico: Testimonio emocional interpretado literaria/artísticamente.
 - Interpretación popular: Relato acercado al misterio, la advertencia y la esperanza.
 - Mito religioso: Reforzamiento de la cultura providencialista.
 
Consideraciones sobre mitología y creencias populares ante terremotos
Es importante reconocer que la interpretación providencialista era predominante en la España del siglo XIX. Conforme a Gelaberto Vilagrán y otros historiadores, la Iglesia católica articulaba una “pastoral del terror” donde los desastres naturales eran vistos como instrumentos de reforma moral y religiosa. Sin embargo, en paralelo subsistían mitos de raigambre precristiana y popular, en los que el temblor de la tierra era obra de dragones, demonios o fuerzas del inframundo, y los animales eran presagios vivos de lo que iba a suceder.
La modernización del estudio de los terremotos, que en siglos posteriores buscó explicaciones físicas y sismológicas (teoría de placas, rebote elástico, medición de licuefacción y triboluminiscencia), ha ido desplazando gradualmente las explicaciones sobrenaturales, aunque estas siguen activas en el imaginario popular, exacerbadas en situaciones de crisis o desastres agudos.
Repercusiones y legado en la reorganización urbana y cultural
Cabe mencionar que el impacto de la interpretación de los fenómenos extraños y religiosos tuvo efectos concretos en la reconstrucción física y simbólica de la comarca del Bajo Segura. Bajo la dirección del ingeniero Larramendi y la supervisión religiosa del obispo Félix Herrero Valverde, la reedificación se realizó bajo estrictos parámetros antisísmicos (casas de un piso, calles anchas, eliminación de estructuras altas) y con un marcado énfasis en la cohesión comunitaria, solidaridad y religiosidad renovada.
El refuerzo del culto a San Emigdio, por ejemplo, se consolida a partir de este evento, convirtiendo al santo en copatrón de la región y generando tradiciones persistentes hasta el presente. La memoria colectiva del seísmo, alimentada por romances y relatos, dejó huella profunda en la cultura local, la arquitectura y la percepción del riesgo natural.
Conclusiones
El terremoto de 1829 en la Vega Baja del Segura actuó como catalizador de una compleja interacción entre hechos físicos, creencias religiosas y mitos populares. La revisión rigurosa de las fuentes primarias y secundarias muestra que la mayoría de los llamados fenómenos “paranormales” encuentran explicación en procesos naturales, agravados o magnificados por la percepción colectiva del terror y la necesidad de dotar de significado a lo inexplicable.
No obstante, la persistencia y fuerza de las interpretaciones religiosas y simbólicas evidencia el arraigo de una visión del mundo en la que lo físico y lo espiritual se funden ante el desastre. La función consoladora, cohesionadora y explicativa de la religión y el mito, en contextos de crisis, es tan operativa como las medidas arquitectónicas o científicas aplicadas a la prevención y reconstrucción.
La investigación de los fenómenos extraños del terremoto de 1829 sirve no solo para entender la historia local, sino también para ilustrar la manera en que una sociedad reacciona y se adapta ante el trauma colectivo, traduciendo el horror en narrativas de sentido, fe y resiliencia.

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