Cuentan de una niña que unos ojos malvados desearon.
Fue raptada con 11 años y llevada a un descampado en donde un
hombre la forzó para luego echar su cuerpo malherido a un profundo pozo.
Como resulta que estaba seco, se puso el maldito a echar
piedras para ver si con acierto la mataba. Y creyéndola muerta fue a aparentar
normalidad con sus vecinos.
Pasaron unos días y quiso la providencia que un pastor que
se acercara al pozo viese al fantasma del hombre echando piedras y llamando a
la niña.
Fue corriendo a dar la alarma al ayuntamiento y las
autoridades se pusieron en marcha para averiguar si en el interior de pozo
estaba la niña desaparecida.
Bajaron con una cuerda y la hallaron asustada pero viva con
heridas en la cara.
Extrañados de que siguiera viva después de haber pasado
tanto tiempo, le preguntaron cómo eso era posible.
Ella respondío que cuando el hombre malo le tiraba piedras,
una mujer hermosa la cubría con un manto evitando así que sufriera el menor
daño.
Consiguieron sacarla del pozo y la llevaron a la Iglesia pues había
indicios de milagro.
Y esta al encontrarse frente a la imagen de la Virgen del Rosario repetía
sin cesar que esa mujer era la que la había protegido.
Y como esta historia está basada en hechos reales, me toca
decir que al hombre malo lo llamaban el Tío Isabeleto y que después de sufrir
el castigo de cárcel, un hijo suyo nació sin la mano con la que el padre había
arrojado las piedras sobre la niña.
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