El lugar es una casa como otra cualquiera de Orihuela en donde vive un matrimonio con sus hijos pero que previamente había pertenecido a la abuela de la esposa.
Un lugar en donde todavía se puede respirar en el ambiente
el paso de aquella anciana dulce y siempre de aspecto juvenil aún teniendo una
edad avanzada que parecía gozar de una salud de hierro.
En la casa siempre han guardado con mucho cariño un retrato
de la mujer que antaño habitaba entre aquellas paredes.
La esposa solía pasar siempre por aquel lugar y se quedaba
unos instantes mirando el rostro de su abuelita, de su querida abuelita.
Había fallecido años atrás y aún así todo parecía entrever
que algo de su presencia quedaba todavía en el interior de la casa.
Así que un día que se sentía más valiente se atrevió a
sugerirle a su abuela o mejor, al espíritu de su abuela que si de veras estaba
allí con ellos que le hiciera una señal.
Al día siguiente la mujer volvió a pasar casualmente por
delante del retrato pero algo la hizo detenerse en seco.
El retrato, se encontraba con el cristal misteriosamente
rajado. Pero no una grieta cómo si alguien lo hubiese tirado sin querer y al
caer su hubiera roto el cristal. No, era más bien como si la raja se hubiese
hecho desde dentro. No sé como explicarlo.
El caso es que aquello fue bendecido y bien avenido por la
familia como la señal que estaba pidiendo la nieta como prueba de que la
anciana aún estaba allí con ellos.
Y eso sucedió al principio entre otras cosas que algún día
contaremos.
Lo que sucedió después le ocurrió al marido.
Su esposo que tenía por costumbre el levantarse con los
primeros rayos de sol para ponerse a trabajar.
Se encontraba una mañana en la cama y al sentir la luz sobre
sus ojos cerrados los abrió y creyó que la hora de levantarse ya había llegado.
O bien estaba confundido y aún no había llegado la hora aún
percibiendo aquella misteriosa luz o bien porque aquella noche no había conseguido
descansar bien del todo y se sentía más
somnoliento de lo habitual a pesar de haber llegado el momento de levantarse
El caso es que decidió aún sabiendo que no debía, quedarse
en la cama para ver si podía arañar unos minutos más al sueño.
No sabemos que hora era ni el cómo o el porqué.
Lo que sucedió a continuación, dice mi testigo, quizás se
deba a que de verdad me quedé otra vez dormido o bien un sueño extraño de esos
que se producen a veces cuando mantenemos nuestro cuerpo en ese estado de
duerme vela.
Lo cierto es que mi testigo al relatarme el hecho sintió un
breve escalofrío que le llegó de los pies a la cabeza.
Me cuenta que experimentó como si alguien o algo estuviera
tomando presencia en la habitación.
Abrió más los ojos y los fijó en aquella dirección para
descubrir de qué se trataba y se topó de bruces con el misterio.
Una especie de humo blanquecino que parecía venir acompañado
de una extraña luz estaba entrando por los agujeritos de la persiana.
En un principio pensó que podría tratarse de humo y se asustó.
Pero luego el “humo” se concentró en una especie de bola amorfa
formando el rostro de una persona.
No llegó a identificar dicho rostro pero no le queda ninguna
duda de que podía tratarse de la abuela fallecida.
Así que así me encuentro con este par de hechos que les
ocurrieron a la espera de que me relaten con más detenimiento otras cosas para
poder escribírselas en el Blog.
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