Cuenta una vecina de 58 años de edad de mi pueblo que recuerda un hecho inexplicable de cuando era una niña.
Siendo ella natural de la zona de Nerpio en el sureste de la
provincia de Albacete por el año 1962, añade que jamás ha podido olvidar lo que ocurrió
aquella siniestra noche
Eran aproximadamente las 3 de la madrugada y por supuesto
todos dormían en el hogar.
Una casita alejada de otras en donde se hacía vida rural y
se luchaba a brazo partido con las adversidades del día a día.
Aquella madrugada algo les sobresaltó a todos
simultáneamente.
Un sonido que primero pareció aislado pero que luego fue
variando su cadencia hasta convertirse en una rica melodía producida por un
instrumento musical rasgó la oscuridad de la noche.
Los más atrevidos de la familia se levantaron y se
dirigieron en busca de la procedencia de tan misteriosos sonidos.
Recorrieron la casa hasta encontrar la fuente del fenómeno.
El sonido provenía del cofre que con tanto cariño guardaban
tantos años por ser un objeto que pertenecía a la tradición familiar.
Debajo de este tenían escondido una vieja guitarra de la que
sólo quedaba una cuerda.
Mi madre dijo aquella noche:
-
“El que se va a morir se ve que es músico que mira que
bien toca”.
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