Durante muchos años, hubo en Orihuela, en una de las paredes de la calle del Ángel una pequeña marquita en la que ya casi nadie reparaba. Una marca como esas que se ponen junto al río para recordar para siempre la crecida de las aguas.
Pero esa señal no estuvo ahí por casualidad, esa señal lo
que nos quería indicar era hasta que punto al fervor y el amor incondicional a
Dios podía introducirnos en un éxtasis tan profundo que te podría hacer incluso
levitar.
Y esto es lo que le ocurrió en una procesión del Corpus al
capuchino fallecido en 1613 Ignacio de
Monzón.
Calle del Ángel |
“estando en el año de 1613 celebrando en esta ciudad de Orihuela la solemnísima general procesión del Corpus Christi, al salir ésta, […] se elevó sobre los tejados y terrados de las casas embebido en la dulce contemplación de tan Sagrado Misterio, lleno de resplandores, arrodillado sobre nubes, siguiendo de esta suerte la procesión con admiración y asombro de todas las gentes, viéndole extático y elevado en el aire sin descomponérsele el hábito por más de dos horas"
COMPENDIO HISTÓRICO ORIOLANO Volumen VI
Joseph Montesinos Pérez Martínez de Orumbella
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