Entre 2008 y 2012, el FC Barcelona no solo dominó el fútbol mundial: lo redefinió. Bajo la dirección de Pep Guardiola, el equipo catalán desplegó un estilo de juego tan perfecto que parecía inhumano. El tiki-taka se convirtió en sinfonía, y el Camp Nou en templo. Messi, Xavi, Iniesta, Puyol… todos parecían moverse con una precisión sobrehumana, como si el cansancio no existiera.
Pero mientras el mundo aplaudía, algunos observadores empezaban a preguntarse si había algo más detrás de ese rendimiento físico y mental tan sostenido. En Francia, el diario Le Monde insinuó vínculos entre el Barça y el médico Eufemiano Fuentes, protagonista de la Operación Puerto, relacionada con dopaje en el ciclismo. Aunque el club negó cualquier implicación y ganó la demanda judicial, las sospechas nunca desaparecieron del todo.
Más concretamente, el nombre que sí aparece en los registros del club es el del Dr. Ramón Segura, médico y nutricionista que trabajó con el Barça en varias etapas. Conocido por sus famosos batidos mágicos, Segura fue vinculado a dos casos de dopaje por nandrolona: Frank de Boer, jugador del Barça, y Pep Guardiola, cuando jugaba en el Brescia. Aunque nunca se demostró una implicación directa del médico en prácticas ilegales, su reputación quedó marcada.
Cuando Guardiola asumió como entrenador en 2008, pidió expresamente el regreso del Dr. Segura al cuerpo médico del club. Durante esa etapa, el Barça mostró un rendimiento físico excepcional, con presión constante, recuperación rápida y una sorprendente ausencia de lesiones musculares. Lionel Messi, por ejemplo, no sufrió lesiones musculares durante toda la era Guardiola, algo que algunos medios atribuyeron a una mejora médica y nutricional significativa.
En paralelo, Barcelona como ciudad se convertía en un centro estratégico para el pensamiento progresista europeo. En 2012, mientras el Barça cerraba su ciclo dorado, Open Society Foundations, la red global de George Soros, preparaba su desembarco en la ciudad. En 2013, se inauguró oficialmente la sede de la Open Society Initiative for Europe (OSIFE), con el objetivo de influir en el debate político, social y cultural del continente desde una ciudad que respiraba cambio.
Aunque no había vínculo directo entre Soros y el club en ese momento, la coincidencia temporal entre el auge deportivo del Barça y la llegada de Soros a Barcelona alimentó teorías sobre una influencia invisible. ¿Podía el capital global haber respaldado, de forma indirecta, el ascenso del club más simbólico de Cataluña?
La historia dio un giro más concreto en 2019. El Barça, ya sin Guardiola pero aún con Messi como estandarte, buscaba fichar a Antoine Griezmann por 120 millones de euros. La banca tradicional no podía responder con la rapidez exigida. Fue entonces cuando apareció 23 Capital, un fondo británico especializado en operaciones deportivas, con George Soros como uno de sus inversores. El fondo facilitó el préstamo y la línea de crédito que permitieron cerrar el fichaje.
Así, el relato se cierra como un círculo perfecto: el club que deslumbró al mundo con su juego celestial, que fue objeto de sospechas por su rendimiento físico, terminó recibiendo ayuda financiera de uno de los hombres más influyentes del planeta, cuya presencia en Barcelona había comenzado justo cuando el equipo tocaba el cielo.
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