A raiz de lo ocurrido en las investigaciones en las ruinas del castillo de Orihuela, me ha dado por mirar entre mis documentos viejos y he encontrado un testimonio del año 2017 que comparte bastantes similitudes con lo que le ocurrió al investigador experiemntado que es D. Pedro Amorós:
A una hora sin concretar entre las doce y la una de la madrugada de la noche de San Juan.
Caminaba yo con mi perra India por la parte superior del Seminario de Orihuela, allá por donde está el Arco de la Amorosa, La Fuente de la Judía.
Mi perra iba delante de mi haciendo ostentación de un estado de ánimo lleno de optimismo y alegría.
Se movía suelto de allí para allá.
En un momento dado sentí como si algo o alguien invisible agarrara mi bandolera y la sujetara en tensión. Como si de esa forma quisiera captar mi atención.
Creí que había sido la perra que seguramente se encontraría a mi espalda pero al darme la vuelta fue cuando me di cuenta de lo extraño que estaba resultando todo.
Al mirar hacia atrás pude comprobar que no había ningún matojo ni árbol, nada donde la bandolera se hubiera podido enganchar.
El perro estaba enfrente de mí, no a mi espalda como hubiera sido lógico si hubiera sido él el causante del agarre.
Cuando volví a mirar a mi perra estaba como nerviosa, asustada, empinándose para que la cogiera en brazos, situación que conozco muy bien.
Mi reacción no se hizo esperar, la cogí para consolarla y me alejé de allí casi santiguándome.
No me ha vuelto a pasar desde entonces.
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