Es una delicia el poder contemplar en la Catedral de Orihuela obras que lamentablemente son poco conocidas pero no exentas de majestuosidad como las pinturas del autor madrileño Eduardo Vicente, "Las almas del Purgatorio", "La curación de los leprosos" o "El bautismo de Jesús".
Una de las pocas personas que tuvieron la suerte de poder capturar la esencia de uno de los rostros poéticos más famosos del mundo. Nos referimos al retratista de nuestro querido poeta inmortal.
Una de las pocas personas que tuvieron la suerte de poder capturar la esencia de uno de los rostros poéticos más famosos del mundo. Nos referimos al retratista de nuestro querido poeta inmortal.
Secuestrado de su hogar hacia tierras oriolanas por el que se convertiría en Obispo de nombre Almarcha , los cuadros de este autor contienen una esencia a la vez mística y trágica que parece profetizar los hechos misteriosos que rodearon a su propia muerte.
¿Qué contenían las pinturas de este hombre que en 1937 algunas de ellas fueron expuestas junto a la obra más famosa de Picasso, El Guernica, en la exposición internacional de París?
¿Qué contenían las pinturas de este hombre que en 1937 algunas de ellas fueron expuestas junto a la obra más famosa de Picasso, El Guernica, en la exposición internacional de París?
Estuvo muy influenciado por las obras de Goya ya que parte de su vida trabajó en la reproducción de las pinturas negras del pintor zaragozano.
Era un hombre que sabía captar y transmitir la misma esencia de la muerte.
Estrella tenemos los oriolanos de conservar varias obras de él aquí en nuestra ciudad.
Estrella tenemos los oriolanos de conservar varias obras de él aquí en nuestra ciudad.
EL PURGATORIO
El Purgatorio, la magnífica obra maestra pintada por el talentoso Eduardo Vicente, presenta a diez almas impuras que sufren en el fuego purificador mientras se liberan de sus pecados. Esta obra desgarradora de 3x2,30 metros, creada en el oscuro y turbulento año de 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, es una impresionante muestra del talento artístico de Vicente. En ella, podemos apreciar cómo los ángeles guardianes enviados por Dios observan con atención el proceso de purificación de las almas, mientras las llamas arden con intensidad. Una obra que sin duda nos invita a reflexionar sobre la redención y la importancia de la purificación del alma.
La obra está realizada al óleo y representa una escena del purgatorio, un lugar de penitencia y purificación según la teología católica.
La imagen central es la de una figura humana, desnuda, en una actitud de sufrimiento y dolor, arrodillada en el suelo con las manos en alto.
La figura se encuentra rodeada de una atmósfera oscura y misteriosa, con tonos predominantes de rojo y negro.
La figura principal, en particular, parece estar en un estado de desesperación, lo que sugiere la idea de un sufrimiento profundo y una necesidad de redención.
En la parte superior del cuadro, se puede ver una figura angelical, que se representa con la cabeza inclinada y las alas extendidas en un halo de luz.
A ambos lados de la figura principal, se encuentran otras dos figuras, también desnudas, que parecen estar en la misma situación de penitencia.
Detrás de estas figuras, se puede apreciar un paisaje de montañas rocosas, que se pierde en la oscuridad del fondo.
El cuadro se caracteriza por un fuerte contraste entre la luz y la sombra, que crea una atmósfera intensa y dramática.
*Una rareza intrigante: ¿Sabías que en el lado izquierdo de la pintura, uno de los personajes parece canalizar la esencia de Gabriel Sijé? NOTA1
LA CURACIÓN DE LOS LEPROSOS
La obra maestra de Eduardo Vicente realizada en 1942 , "La Curación de los Leprosos", es una pieza de arte que ha trascendido los límites de la creatividad y se ha convertido en un símbolo de esperanza y fe para la comunidad de Orihuela. Durante una época oscura y difícil de hambre y pobreza, esta pintura inspiraba a aquellos que temían por su salud, para que acudieran a los pies del cuadro y realizaran sus peticiones para evitar ser afectados por las terribles epidemias y enfermedades que azotaban la población. A través de su técnica magistral, Eduardo Vicente ha creado un escenario que transmite una sensación de calma y tranquilidad, en el que se puede observar a los enfermos curados por la intervención divina. El cuadro refleja la fe y la devoción de una comunidad que lucha por superar las dificultades, y ha sido un símbolo de esperanza y consuelo durante generaciones. Sin duda, "La Curación de los Leprosos" es una obra de arte que no solo es bella a nivel estético, sino que también tiene un valor emocional y espiritual incalculable.
La obra muestra una escena de sanación bíblica que se encuentra en el Evangelio de San Lucas.
La escena se desarrolla en un paisaje desolado, donde un grupo de hombres y mujeres leprosos se acercan a Jesús, quien se encuentra en la parte izquierda de la composición. Jesús está de pie. Detrás de él se ve un cielo gris y tormentoso.
Los leprosos están arrodillados ante Jesús, con las manos juntas en señal de súplica. Algunos tienen la cabeza baja, mientras que otros levantan la mirada hacia Jesús. Todos están cubiertos por harapos y tienen lesiones en la piel, que son claramente visibles en las extremidades.
La figura de Jesús es el punto focal de la obra, con su túnica blanca y su cabello oscuro. Se representa con una expresión serena y compasiva en su rostro, mientras que su cuerpo irradia una especie de luz suave que envuelve a los leprosos.
La obra muestra una gran habilidad en la representación de la anatomía humana, especialmente en la expresión de las diferentes emociones en los rostros de los leprosos. Los colores son predominantemente oscuros y apagados, creando una atmósfera de tristeza y desolación.
En general, "La curación de los leprosos" es una obra de gran intensidad emocional, que representa con gran maestría una de las historias más conmovedoras de la sanación de Jesús en el Nuevo Testamento.
*Contemplado por miradas sagaces, se vislumbra cierta similitud con la ciudad de Orihuela.
EL BAUTISMO DE JESÚS
En la majestuosa Catedral de El Salvador de Orihuela, se encuentra una impresionante obra de arte creada por el renombrado artista Eduardo Vicente en 1943: "El Bautismo de Jesús". Esta pieza artística de estilo impresionista se encuentra frente a la pila bautismal, donde los fieles han acudido durante siglos para recibir este sacramento tan importante. En la obra, podemos apreciar la escena en la que Juan el Bautista sumerge a Jesús en el agua del río Jordán, mientras los ángeles observan la escena desde el cielo. La técnica magistral de Vicente nos transporta a un ambiente de paz y armonía, que evoca la espiritualidad del momento y nos invita a reflexionar sobre el significado del bautismo. La obra es una representación vívida y conmovedora del momento en que Jesús fue iniciado en su misión divina, y es un testimonio perdurable de la fe y devoción de la comunidad de Orihuela. En resumen, "El Bautismo de Jesús" es una obra maestra de la pintura religiosa que no solo deleita los sentidos, sino que también inspira y fortalece el espíritu.
"El bautismo de Jesús" está realizada al óleo sobre lienzo. En ella se representa el momento bíblico del bautismo de Jesús en el río Jordán por parte de Juan el Bautista.
En la parte central del cuadro se puede ver a Jesús con los pies sumergidos en el agua del río, con la cabeza inclinada hacia abajo y sujetándose las manos a la altura del pecho en señal de aceptación y humildad. Juan el Bautista, vestido con pieles y sosteniendo un báculo en su mano izquierda, está de pie delante de Jesús, vertiendo agua del río sobre su cabeza. El agua se representa con gran detalle, con ondulaciones y transparencias que reflejan los colores de los árboles y el cielo. En el centro del cuadro, en la parte más alta, se puede ver una paloma, con las alas desplegadas.
En el fondo del cuadro se aprecia parte del paisaje de Judea. El uso de la luz en el cuadro es muy efectivo, destacando la figura de Jesús como centro de la escena y creando un ambiente de espiritualidad y solemnidad.
La paleta de colores que utiliza Eduardo Vicente es muy armónica, predominando los tonos ocres y tierras, así como otros más claros para el paisaje y el agua. La técnica de pincelada suelta y empastada permite crear texturas muy logradas.
La obra presume una gran belleza y espiritualidad, que muestra una escena bíblica en la que se representa la humildad y aceptación de Jesús ante el bautismo y el inicio de su misión divina en la Tierra.
Eduardo Vicente
Fue un artista que supo plasmar la vida cotidiana de Madrid.
Su estilo de trazos ágiles y limpios, que interpretó con un sentido poético y con una gran delicadeza cromática las esencias de Madrid. Los escenarios que poblaron sus cuadros fueron esencialmente la Puerta del Sol, el Rastro, los descampados de las afueras de la ciudad, y los lugares próximos al Manzanares En estos paisajes urbanos, en los que aparecen figuras anónimas de la calle, plasmó sus grandes dotes para reproducir los ambientes de la ciudad, con una gran sensibilidad, un toque que resulta nostálgico, y una cierta carga expresionista.
Eduardo Vicente. (1909-1968) Madrid. Formado en Madrid, en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, Eduardo Vicente se relacionó con intelectuales y artistas como Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Cristina Mallo, Eugenio D´Ors y Ortega y Gasset, entre otros, que contribuyeron a desarrollar en el pintor unas miras intelectuales amplias y elevadas.
En los años grises y sombríos de la postguerra española brillaba con luz tenue y delicados matices la obra pictorica de Eduardo Vicente. Nacido en Madrid, en el año 1909, al acabarse la contienda tenia exactamente treinta años. En plena juventud y con entera posesión de sus medios expresivos, contaba ya con una intensa experiencia artlstica, adquirida al lado de su hermano Esteban, tambien pintor, cuya vida y obra posterior estaría ligada a Norteamerica. Eduardo Vicente, que con anterioridad a la Guerra Civil había colaborado, como copista, con el Museo Ambulante de Misiones Pedagogicas, que había sido creado para mostrar por los pueblos y las aldeas de la Península copias facsímiles de las obras mas representativas del arte español ,el mismo se encargo de hacer las reproducciones de las Pinturas Negras de Goya ya que había vivido el ambiente intelectual de las vanguardias históricas en los años veinte y treinta, pertenecía al lado liberal de las dos Españas. Combatiente del ejercito republicano, al triunfar los "nacionales" era un perdedor, un vencido. Para poder sobrevivir se vio obligado entonces a realizar trabajos de pintura industrial de brocha gorda. Pero muy pronto su buena estrella y circunstancias favorables hicieron que, pese al exilio interior, pudiese salir adelante. Su amistad con Jose María de Cossío, que le introdujo en la Editorial Espasa-Calpe y sobre todo el descubrimiento de su pintura por Don Eugenio D'Ors, que le puso en contacto con el galerista Aurelio Biosca y en 1944 le encargo el cartel para el Salon de los Once en la academia Breve de Crítica de arte, hicieron que Eduardo Vicente volviese a empezar su interrumpida carrera creadora.
A partir de entonces se inicio su camino ascendente hacia la fama hasta lograr el cenit del exito al cual podía entonces aspirar un artista. Amigo de escritores, de poetas, libreros e intelectuales, asiduo de las tertulias del cafe Gijon, Eduardo Vicente se convirtio en un pintor admirado y elogiado por las personas mas cultas de la epoca. En el panorama de la pintura madrileña de la postguerra -Manuel Sánchez Camargo, en 1954 lo incluía en su libro Pintura española contemporanea. En la escuela de Madrid ocupa un singular puesto. Junto con Benjamín Palencia, Rafael Zabaleta, Ortega Muñoz, Pancho Cossío y Díaz Caneja, su nombre figura hoy en el primer plano artístico del momento. Nombrado en 1951 miembro del Jurado de la Primera Bienal Hispanoamericana del Arte e invitado a la Bienal de Venecia, su arte se alineaba dentro de las tendencias consideradas entonces renovadoras de la plastica española. Ahora bien, a partir de 1957, con la aparicion de "El Paso", del Informalismo, del "Arte Otro", el Pop y demas movimientos de vanguardia, Eduardo Vicente pasó a formar parte de un pasado que para los artistas jovenes estaba totalmente obsoleto. Con su muerte relativamente temprana -todavla no había cumplido los sesenta años desaparecio discreta y silenciosamente de la escena. En la primavera del año 1968, cuando en Madrid se celebran las Fiestas de San Isidro y cuando iba a abrirse una exposicion de su obra en la Galeria Quixote, fallecio repentina e inesperadamente. Sus amigos, inquietos al no verle durante varios días, descubrieron su cuerpo sin vida acurrucado en un rincon de su estudio como si la muerte le hubiese sorprendido en un primer sueño.Era el 9 de Mayo de 1968 y su cuerpo no fué descubierto hasta 3 días más tarde.
http://www.foroxerbar.com/viewtopic.php?f=52&t=10331
http://mhernandez-palmeral.blogspot.com.es/2012/11/elpintor-eduardo-vicente-vino-orihuela.html
NOTA1: Daniel Potes Vargas, diario LA VERDAD / 4-3-1979
Gabriel Sijé o el (último romántico)
Este nombre, de "último romántico", se deriva de un óleo
que hizo cuatro años antes de la muerte del escritor el
pintor Eduardo Vicente. Justino Marín Gutiérrez era cin
co años menor que Miguel Hernández Gilabert. Había
nacido un 30 de octubre, como el autor de «Perito en Lu
nas», del año 1915.
Justino Marin sintió el cambio educacional porque primero
cursó estudios en el colegio de Santo Domingo. Y cuando la Re
pública echó «de casa» a la Compañía de Jesús, pasó al Insti
tuto Nacional de Segunda Enseñanza. En la tahona de los
hermanos Fenoll, Efrén y Carlos, asistió a los magisterios de su
hermano, que había nacido con vocación de maestro. En él, el
contacto con el principio de realidad que abordaba Herbert
Marcusse en «Eros y Civilización», se dio muy escasamente. Al
final de su vida montó una librería en Orihuela. En su calidad
de lector y escritor, estableció algo que tuviera que ver con los
objetos más vinculados a su orbe: los libros. Pero el libro no es
sólo concreción intelectual sino objeto sometido a las leyes im
placables de lo monetario. Y en ese sentido, el último romántico
que tanto ha estudiado el abogado oroelitano Antonio García
Molina, tuvo que abandonar el negocio.
Así como su hermano mayor se vació en el ensayo, que es
literatura de ingenieros, labor racional y documentada, el fondo
y el légamo soñadores de Justino se vaciaron en el cuento. Es
cribió teatro, redactó conferencias. Al igual que Ramón, se es
cabulló de la confección poética. Pero escribió «poemas en
prosa». Con uno de los poetas panaderos, Carlos Fenoll y Jesús
Poveda, miembro dudoso de la pandilla tahonera, sacó a la luz
una revista llamada «Silbo».
Parece ser que esa expresión tenia una característica mar
cada. Era al tiempo expresión de la alegría hortelana y deseo de
exponer puntee de vista. Josefina Manresa Marhuenda, en diá
logo que sostuvo con ella en Elche, me decía que Miguel Her
nández solía hacer salir un surtidor con agua que tenía en la
boca a través de huequecillos dentales. Cuando Miguel quería
entretener a NeTUda después de tomar sus copas por la calle de
Correos en Madrid, se subía a les árboles y se soltaba como los
ruiseñores. Entroncado o no, el tema de la palabra Silbo es una
reaíirmaclón poética de lo pastorli y vegetal. Dos muertes mar
caron polarmente la sensibilidad dei autor de «Mariqullla Mira
cielos»: la muerte de su hermano Ramón Sijé, cuando él tenía
20 años. Y la del poeta pastor, Miguel, muerto cuando él tenía
27 años. Sijé desapareció de entre los oriolanos en el año 1946.
Se fue un 20 de junio, día de Corpus Chrisfci- Orihuela, la Oleza
de Gabriel Miró en «nuestro Padre San Daniel «estallaba» en la
plenitud de la liturgia eucarística». (Página 211 de la obra de
José Guillén García y Muñoz Garrgós sobre autores olecen-
Ambos hermanos, Ramón y Gabriel ganaron concursos
menores. Ramón, a los trece años, número cabalístico, ganó un
premio en la revísta «Héroes» sobre el viaje de Ramón Pranoo a
Argentina. Sijé el menor escribió una narración corta llamada
«Una hictoria demasiado vulgar» con la que ganó un concurso
convocado por el Semanario Domingo. Ese premio, el «Concha
Montalvo», lo ganó a principios fiel año 44, dos años antes de su
partida definitiva.
Ramón terminó sus estudios universitarios. Gabriel los dejó
por el segundo año. Eran materias arduas para su arcilla sensi
tie y soñadora. Gabriel también hizo labor de traductor. Tra
dujo del italiano «Coloquio en Sicilia» y «Las hermanas Mate-
rassi». Esto lo hizo, al par que motivado por su rastreo de los
idiomas y el lenguaje, buscando un alivio para las dificultades
que en materia de denaríos atravesaba su familia. De la obra
teatral de Gabriel Sijé quedan sólo los nombres. Las palabras
de menosprecio que é4 anteponía a la mención de sus piezas fue
el motivo para que no quedaran registradas.
En un balance apretado, se citarían: Monólogo del arte,
Sombras y locura. Igualmente otra de título extravagante: Don
Servando Ilusión.
Como a todos los escritores, le persiguió la estela de las
grandes fases, que tanto chocan contra la mísera y risible con
dición humana: «Cuando el hombre muere, el tiempo empieza»,
que gravita en el recuerdo desde que su hermano Ramón la es
cribiera en una de las paredes de su cuarto. En c " «U terat" _r
alicantina», pág. 254, dice Vicente Ramos que Gabriel « ” yó len
tamente un pozo de silencio en aquel su nativo huerto silen-
cioso*-
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