El año pasado, el 2017 nos dejó un hombre que había tenido un sueño y que él sólo con la ayuda de sus manos lo había puesto en práctica en la ciudad vecina de Elche.
Nacido en Orihuela en 1926, este zapatero de profesión pero también experto en la colocación de cortinas y rieles, supo dejar huella en estas tierras gracias a su afición a la montaña.
Se perdió en busca de un lugar en donde hacer realidad su sueño de convertir parte de esa sierra que el admiraba en una obra de arte atemporal.
Y lo consiguió, vaya si lo consiguió.
En lo alto de la montaña conocida como El Cau, en las rocas que pertenecían a la antigua cantera donde se recogía el canto para la restauración de la Basílica de Santa María, aprovechando los momentos libres que le permitía su jubilación, empezó a picar y a dar forma a las piedras.
Poco a poco aquello fue tomando carácter y acompañado de la inestimable colaboración de Cándido, Vicente y Pere realizaron un trabajo titánico entre el año 2000 y el 2008.
Miles de visitantes acuden al lugar como uno de los destinos turísticos más curiosos y hermosos de la ciudad de Elche.
Entre las obras que se pueden localizar en ese lugar están la propia Iglesia de Santa María, El Escudo y Dama de Elche, el pantano, el Molino Real, la Fuente de la Glorieta, la Calahorra, Calendura, el Misteri y el Palmeral.
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