No son pocas las obras conocidas que
parió este Murciano y que realizó con sus propias manos.
Un hombre que parece que ha dejado
huella en la Semana Santa de casi toda España.
La perfección en el detalle, la pureza
de los rostros, son sus características principales.
De sobra es conocido el Cristo de la
Agonía del Convento de San Francisco de Orihuela que está
considerada como una de las más memorables obras de este artista
dedicada al tema de la Crucifixión de Cristo.
Podemos sentirnos privilegiados.
Durante la Guerra Civil fueron muchas
las obras del escultor murciano que fueron destruidas o que a día de
hoy permanecen en paradero desconocido.
Un ejemplo de ello es La Magdalena que
se puede apreciar en la foto pero que ya no existe por la barbarie de
la guerra.
Muchas leyendas giran alrededor de la
figura de este personaje que como corresponde a este blog vamos a
desvelar para el gusto de nuestros lectores.
Ya que los cronistas e historiadores de
Orihuela no parecen muy amigos de las leyendas fabulosas tendremos
que recurrir a las que circulan por nuestra ciudad vecina, Murcia, en
donde llevan siglos contándolas de padres a hijos.
Una de las más conocidas, con más de
dos siglos de antigüedad, es la que se refiere a una talla que con
mucho cariño guardan en la ciudad de Murcia y que algunos autores se
han atrevido a comparar con las inmaculadas obras de Miguel Ángel o
del mismísimo David de Florencia. Y que la tratan como si fuera un
icono de importancia mundial.
La Oración en el Huerto.
Salzillo quería crear un ángel
perfecto pero no era capaz de encontrar la inspiración.
Tenía ya representado a Cristo en
actitud de oración en el Huerto de los Olivos y quería que la
figura del ángel cobrara todavía mayor importancia.
Pero ¿Cómo retratar a un ángel? Si,
nadie ha sido capaz de haberlo hecho nunca.
Así pasaron los días, los meses, y la
obra quedaba sin finalizar.
Este hombre se atormentaba al mirar
hacia el lugar vacío en donde debía de estar la figura del ángel.
Fueron muchos los bocetos que desestimó
porque consideraba que no reflejaban el rostro perfecto de la
criatura más importante de la creación.
Un día, alguien llamó a la puerta de
su casa. (como habitualmente sucedía como se refleja en las crónicas
que hablan de su vida).
Al abrirla, Salzillo se encontró
frente al rostro desatendido de un harapiento desfallecido de hambre
que solicitaba su piedad.
Salzillo, se sintió conmovido y lo
hizo pasar dándole una hogaza de pan y dejando que se acomodara en
su taller para resguardarse del frío del exterior. Y a continuación
se subió a su aposento para descansar.
A la mañana siguiente, Salzillo ya
vestido bajó al taller para ver como estaba el desprotegido que
había recogido.
Pero se encontró con que se había
marchado.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo
cuando descubrió que la puerta estaba abierta.
Se dirigió para cerrarla y cuando
volvía contrariado por no saber del paradero del mendigo, sus ojos
se posaron sobre algo de color claro que permanecía sobre la mesa de
su taller de trabajo.
Se acercó hasta allí y al
contemplarlo más detenidamente descubrió un boceto que el mismo
desconocía su procedencia y que instantáneamente lo atribuyó al
mendigo al que de una manera desinteresada y piadosa había acogido y
alimentado por una noche.
Y así es como la caridad de Salzillo
atrajo los pasos de un ángel del cielo que había bajado para probar
su fidelidad a los buenos preceptos y que como premio le había
obsequiado con la imagen verdadera del rostro y cuerpo de un ser
perfecto que no es hombre ni tampoco mujer.
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