Cuando un extraño suceso pasa cerca nuestro, o, al menos, en
nuestro país, nos damos cuenta de lo alejados de la verdad que podemos estar en
nuestro día a día. Cada año aparecen elementos en distintos puntos de la tierra
que no podemos identificar, suceden historias lúgubres sin explicación y otros
extraños acontecimientos nos dejan con un sentimiento de desprotección.
Y es que a pesar de que la ciencia, la tecnología y la
investigación han recorrido un largo camino, lo cierto es que hay ciertos
misterios que no se podrán resolver con explicaciones lógicas. A partir de ese
momento en el que no damos con más pistas, nos tenemos que conformar con simples
especulaciones.
Uno de los misterios más extraños de España es la insólita
muerte del padre Furgús, un importante arqueólogo jesuita considerado un pionero de la arqueología en España y dueño de una trascendente y brillante
colección de objetos arqueológicos de las más grandes de Europa.
Julio Furgús nació el 13 de enero de 1856 en Agen, cerca de
Toulouse. Siendo él niño, su familia se trasladó a Barcelona, donde inició sus
trabajos de investigación arqueológica mediante excavaciones y prospecciones
arqueológicas.
Ya en esos tiempos, Furgús inició íntimas relaciones con
destacados terratenientes e ilustres nobles, gracias al apoyo de los cuáles su
trabajo cada vez fue más notable. También influyó en su carrera que fuera
miembro de la Compañía
de Jesús, ya que el estamento eclesiástico ha participado en el proceso de
recuperación y estudio de las antigüedades clásicas desde siempre.
Para Furgús la principal motivación de sus excursiones
arqueológicas, tanto dentro de la provincia de Alicante como fuera de ella, era
recoger material inédito y valioso para el enriquecimiento de su colección
personal del colegio de Santo Domingo de Orihuela.
Esta ávida necesidad de colección y recuperación de piezas antiquísimas pudo despertar el recelo en algunos de sus allegados, que no verían con buenos ojos que tanta riqueza histórica del país quedara en manos de una única persona.
Esta ávida necesidad de colección y recuperación de piezas antiquísimas pudo despertar el recelo en algunos de sus allegados, que no verían con buenos ojos que tanta riqueza histórica del país quedara en manos de una única persona.
Además, a causa de su formación decimonónica, se ha
comentado que existía una actitud de desconfianza a la hora de mostrar sus
objetos a otros investigadores del momento, lo cuál pudo despertar aún más
envidias y enemistades.
Se ha descubierto que el padre Furgús mantenía una asidua
relación de intercambio de conocimientos e opiniones con los hermanos Siret,
con los que, sin embargo, se mostró receloso de enseñar muchos de sus
hallazgos.
Así pues, la tensión y desconfianza fueron creciendo a lo
largo de la trayectoria de Furgús. Su competitividad por realizar los más
insospechados descubrimientos se desbocaba.
Además, tener la primicia a la hora de mostrar los
descubrimientos a la sociedad y la comunidad científica pudo llegar a ser una
necesidad agónica para él. Algo que, incluso, pudo llevarle hasta su muerte.
Furgús finalmente alcanzó una gran fama y prestigio como
arqueólogo entre los poderes políticos y económicos del entorno. Su ambición y
pasión incluso lo llevó a crear un importante museo de arqueología en Alicante.
Sin embargo, sucedió algo que nadie podía sospechar: Furgús jamás volvió a ser visto con vida.
Se pueden apreciar las cruces de la leyenda |
Se cuenta que durante su exploración se le escurrieron los
pies, cayendo despeñado por el lado de la roca cortada en el conocido como patio de Lourdes del colegio Santo Domingo.. Dicen que para
testimoniar su amor a cristo, antes de dejar de respirar pintó una cruz en una
piedra con su propia sangre.
Sin embargo tras su muerte, comenzó la leyenda: muchas personas
afirmaron ver el espectro del padre Furgús vagando por el colegio ¿Una visión?
¿Un fantasma en búsqueda de venganza? ¿Un cuento de niños? Más allá de las
habladurías, es inexplicable por qué hubo tan poco revuelo tras la desaparición
de una eminencia de sus características.
Su muerte apenas fue mencionada en la prensa, a pesar de las
sospechosas circunstancias en las que se ve envuelta su muerte. El padre Furgús
gozaba de plena salud y reflejos cuando supuestamente resbaló por el monte,
realizando un camino que, además, conocía perfectamente ¿Qué se esconde tras su
muerte?
LA IBERIA Diario de la tarde nº 476, 30 Enero 1909 |
LA IBERIA Diario de la tarde nº 477, 1 de Febrero 1909 |
A pesar de la importante repercusión que supuso el paso del
jesuita por el mundo de la arqueología, tampoco se realizó ningún evento
relacionado con Furgús a modo de homenaje. Además, de entre su gran círculo de
poderosas amistades jamás se escuchó una queja ante la nula investigación
realizada tras el supuesto “accidente”. Todo
apunta a que su muerte está velada por
una oscura capa de manipulación de los hechos, por un círculo muy poderoso con
la suficiente fuerza para acallar a todo un pueblo.
Misteriosamente, nadie puede aportar más detalles sobre la
misteriosa muerte del padre Furgús, justo en el momento de su plenitud
intelectual y su fama entre los círculos más poderosos.
¿Hubo quizá una poderosa mano que acalló tantas bocas?
¿Hubo quizá una poderosa mano que acalló tantas bocas?
MARINA RODRIGUEZ
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