17 de Diciembre de 1893
Eran aproximadamente las 9 de la noche cuando un sonido
rítmico rompió el silencio.
A lo lejos, apareció la sombra de un carro
El vehículo pasó por delante de las puertas de San Francisco
sin detenerse y unos guardias tuvieron que ponerse manos a la obra para
detenerlo.
Llamaron a gritos al conductor creyéndole dormido o
despistado pero nadie contestó.
Acercaron un farolillo al interior del carro y sufrieron un
susto de muerte.
Dentro se encontraba un cadáver ensangrentado echado de
bruces y con la cabeza fuera del vehículo.
En un primer momento fueron incapaces de identificar al
cuerpo ya que se encontraba en una postura en la que sólo podía vérsele la
parte posterior de la cabeza y parte del cuello lleno de sangre.
Se dio parte al juzgado inmediatamente. Y también a la Guardia Civil.
Se inmovilizó el carro y se mantuvo una guardia que detuvo
otros dos carros que llegaron a posteriori.
Un individuo que se hospedaba en la “Posada de la Plaza ” y que estaba de mirón
en aquel momento identificó al instante el carro y a su ocupante.
El cuerpo era ni más ni menos que de Mariano Hurtado, un
vecino de San Pedro del Pinatar, casado y padre de cinco hijos que se encontraba
en Orihuela en compañía del testigo que lo identificó del que no consta nombre
alguno.
Ambos, eran vendedores de pescado procedente de San Pedro
del Pinatar.
Lo último que se supo del infeliz era que había partido por
la mañana en dirección a Fortuna para vender sus piezas. Y que al regresar por
la noche a la ciudad de Orihuela había sido asaltado y asesinado.
Aproximadamente a las 10 de la noche llegó el Juez de
Instrucción, El Señor Martínez y el forense, Luis Bueno.
Se llevó el cadáver al Hospital para ser levantado y
reconocido.
Se constató que la víctima tenía una herida en la nariz
entre los dos ojos y otra en la nuca causadas por armas de fuego. Además de una
tercera en el corazón realizada también con arma de fuego.
El cadáver se encontraba todavía caliente, por lo que se
dedujo que no hacía ni una hora y media que había ocurrido el crimen.
Se procedió a hacer un registro exhaustivo de las ropas del
cadáver y se encontró que tenía un bolsillo de faja con una de las bolsas
cortada. En la otra bolsa se contaron 41 pesetas en plata.
Se calculó que el total percibido por la venta del pescado
habría sido de 12 duros por lo que se supuso que en la otra bolsa cortada
deberían de haber habido hasta 4 o 5 duros en calderilla.
No cabe duda de que el móvil del crimen fue el robo y que
los ladrones creyeron que la bolsa cortada y su contenido era todo el botín que
podían obtener de aquella pobre víctima.
El Sr. Juez, reconociendo que el crimen había sido cometido
cerca de Orihuela por hallar el cadáver todavía caliente, estimó oportuno
encontrar el rastro para precisar con exactitud el lugar en donde se había cometido.
Por tanto, empezaron las pesquisas y junto al Teniente de la Guardia Civil y varias parejas
de la benemérita y de la guardia municipal empezaron a caminar armados todos de
valor en la noche fria e inhóspita en busca del mencionado rastro por la carretera
de Murcia hasta llegar al punto en donde se perdía el rastro de sangre.
Se tomó declaración a los habitantes de la zona “Las Puntas” y
lograron reconstruir el crimen.
Uno de los vecinos declaró haber escuchado dos detonaciones
seguidas y otras pasadas 4 o 5 minutos.
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