Dentro del rico folclore de la Comunidad Valenciana, se encuentra el misterioso Hombre de las Narices, un personaje mitológico cuya tradición se mantiene viva en diversas partes de España. Inspirado posiblemente en Jano, el dios romano de las dos caras, este ser habita en un árbol conocido como el Árbol de las Narices.
Se dice que el Hombre de las Narices posee tantas narices como días quedan en el año. Es decir, cada día que pasa, pierde una de ellas. Su única aparición se produce en la víspera del 31 de diciembre, el último día del año. Es en ese momento cuando se le puede observar.La tradición dicta que los adultos cuenten a los niños la historia del Hombre de las Narices, quienes imaginan a un personaje estrafalario con 365 narices en su rostro, sin darse cuenta de que, en realidad, solo le queda una nariz en el último día del año. Para jugarles una broma, se suele decir a los niños que acaban de ver al Hombre de las Narices pasar por una calle cercana, instigándolos a correr y tratar de encontrarlo. Algunos incluso afirman ver su reflejo en los canalones del agua, señalándoselo a los pequeños.
En la actualidad, en algunas ciudades y pueblos se organiza un desfile con un gigante representando al Hombre de las Narices. En los lugares más pequeños, se dice que aparece en la iglesia para beberse el agua bendita del pila.
Esta fascinante leyenda ha perdurado en diferentes localidades de la Comunidad Valenciana, como Xàtiva, Gandia, Algemesí, Bocairent, Morella y Ontinyent, donde se incita a los niños a buscar al Hombre de las Narices en lugares específicos, como el antiguo hostal de Grau, la cuesta del Regall o la pensión Sol en la plaza de la Concepción. En Cocentaina, se le conoce como el Hombre de las Orejas (home de les orelles).
En otras poblaciones valencianas, también se le sitúa en lugares concretos. En Càlig, se le ubica sobre la torre medieval; en las Coves de Vinromà, se le busca en la entrada del hostal; y en l'Alcora, se cree que está cerca de la parada de autobuses. En Castelló de la Plana, se dice que se encuentra a la salida del hostal de Sant Joan, y en Alcalà de Xivert, se pasea por la plaza del Frontón.
La leyenda del Hombre de las Narices se ha convertido en una divertida tradición que entrelaza la imaginación de los niños con la magia de la víspera de Año Nuevo, recordándoles la importancia de disfrutar y celebrar la llegada de un nuevo año lleno de misterios y sorpresas.
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