En el vasto imaginario valenciano del miedo, aparece una criatura misteriosa conocida como la Quarantamaula o Corantameula en Ontinyent. Se trata de un ser fantástico de origen demoníaco, utilizado para aterrorizar a los niños desobedientes.
En el pueblo de Tibi, donde la leyenda se puede encontrar en un artículo de Top Valencia, se describe a la Quarantamaula como un monstruo que es mitad humano y mitad gallina. Tiene la mitad de su cuerpo cubierto de plumas, patas largas y un cuello similar al de un buitre. Se dice que su guarida se encuentra entre los cañaverales del pantano. En la comarca de la Vall d'Albaida, se cuenta que la Quarantamaula adopta la apariencia de una bruja similar a un gato. Realiza lo que los gatos disfrutan más: subirse a los tejados y deambular de casa en casa, creando ruidos y atemorizando a los niños. En otras zonas, incluso puede adoptar la forma inofensiva de un caracol o un gato. En todos los casos, prevalece la idea de que es una criatura que se desplaza por los tejados y provoca ruidos lanzando piedras contra las ventanas.
Estas variadas formas de la Quarantamaula nos recuerdan que las manifestaciones del mal pueden ser infinitas e incluso pueden tomar la apariencia de seres inofensivos, como un gato. La presencia de esta criatura aviva el temor ancestral que siente la gente hacia lo desconocido y resalta la importancia de la vigilancia y la prudencia frente a las amenazas que acechan en la oscuridad.
La Quarantamaula encarna el miedo y el misticismo arraigados en las tradiciones valencianas, recordando a los niños y a los adultos que deben respetar las normas y mantenerse alerta ante los peligros ocultos que acechan en el mundo que los rodea.
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