A comienzos del siglo XX, un fraile capuchino creó con sus propias manos, un licor de agradable sabor que lentamente fue ganándose las simpatías de los bebedores locales.
Se dice de este licor y de su fórmula mágica ya desaparecida,
que constaba de un poco de incienso además de alguna fruta.
Con el paso del tiempo, la bebida se hizo más popular y
llegó a venderse muy bien en toda la Vega Baja y alrededores, llegando incluso
a saborearse en Valencia.
La bebida tuvo tal aceptación, que muy pronto se constituyó una sociedad en
acciones para explotar en serio el negocio.
Lamentablemente, el padre capuchino inventor del procedimiento de fabricación falleció sin darle tiempo a dejar la fórmula en manos de otra
persona. Llevándosela al otro barrio con él.
La sociedad que se había constituido, se disolvió.
Pero un acertadísimo accionista de nombre Jacobo Gómez, con
un golpe de maestría, se quedó como único accionista y con todas las
existencias del licor, miles de litros, que ya estaban fabricadas y almacenadas
a la espera de su comercialización.
Poco tiempo después, el producto se agotó y se empezó a
comercializar otro líquido de similares características pero que había perdido
toda su esencia.
Entonces hicieron correr la renovada leyenda de que el licor
GUAYÚ había sido traído de tierras extrañas por un monje capuchino que viajó a
la Guajira en misión evangelizadora.
El caso es que del producto original, no queda nada.
La foto muestra una etiqueta de las Destilerías
Payá de Orihuela, de una botella que salió a la venta en 1947.
FUENTE:
Joaquín Belda 1923
MÁS INFORMACIÓN EN:
https://www.facebook.com/ajomalbaoriola/posts/1735373023147939:0
Joaquín Belda 1923
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https://www.facebook.com/ajomalbaoriola/posts/1735373023147939:0
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