Álbum musical destacado por la página web oficial de la Universidad Nacional de Educación Pública Estatal Española (UNED). Apartado dedicado a MIGUEL HERNÁNDEZ, "Poemas musicalizados y discografía". Incluído también en la obra literaria del escritor y colaborador de Radio Nacional de España Fernando González Lucini, "MIGUEL HERNÁNDEZ ...Y su palabra se hizo música".

jueves, 21 de julio de 2016

La Leyenda del Pilar de la Horadada: El Zurrón y la Niña


La Cayetanica, como le decían en el pueblo, era la más pequeña de tres hermanas y la pobre era cojica.

Un día, su madre, las mandó a recoger leña.

Y estas que eran muy obedientes le hicieron caso y fueron a desempeñar la tarea. Al terminar se quedaron jugando sin percatarse de que el tiempo pasaba con rapidez y que se estaba haciendo de noche.

Cuando la oscuridad sorprendió a las muchachas se dieron cuenta de su error y salieron corriendo para casa, dejando rezagada a su hermana cojica.

Cayetanica se perdió en el bosque y como no quería que le pasara nada malo se sentó junto a un árbol para dejar pasar el tiempo y que así vinieran a por ella.

Pero el sueño la sorprendió y se quedó durmiendo.

Quiso la fatalidad que por allí pasara un hombre con un zurrón que al verla desprevenida la cogió y la metió dentro.

Y así, con ella metida dentro del zurrón, iba de pueblo en pueblo obligándola a cantar esta canción:

Que malas son mis hermanas
Que en el campo me han dejado
Y ha venido este hombre viejo
Y en el zurrón me ha zampado

Y el hombre le hacía coro con su voz malicienta:

Canta zurronico, canta
Que si no te doy con la tranca.

Y la niña obligada y asustada cantaba y cantaba por donde pasaban.

Con el tiempo, quiso la casualidad que el hombre pisara de nuevo el pueblo de la niña.
Y el destino que juega esas malas pasadas hizo que se tropezase con la madre de Cayetanica que estaba en la puerta amasando alimento para sus otras dos hijas.

El hombre le dijo a la mujer si le podía guardar el zurrón mientras él se distraía en una tarea delicada.

Y la madre le respondió que sí, que ella sola se encargaba.

Así que el hombre se marchó y dejó allí a la madre que a sus hijas les preguntaba:

¿A ver niñas, qué queréis que os haga?
Yo quiero un rollico -decía la mayor
Yo también quiero rollico- contestaba la mediana
Pues yo quiero un tortón- contestaba alguien desde el zurrón.

La madre se quedó turbada y repitió la pregunta.

Parece que el zurrón es mágico y con voz de niña habla.
Vamos a repetir la pregunta.
¿Qué queréis que os haga?
Yo quiero un rollico.
Yo también quiero un rollico.
Yo mamá quiero un tortón.

Y la madre con los ojos bañados en lágrimas abrió el zurrón y liberó a su hija.
La escondieron bajo la cama y metieron en el zurrón a un gato salvaje y un montón de piedras.

Al poco el hombre reapareció y se encargó del zurrón hiendo de pueblo en pueblo con el fin de recibir alguna limosna
Cuando tocó, el hombre al zurrón le habló.

Canta zurronico, canta
Que si no te doy con la tranca.

Pero el zurrón no respondía.

Canta zurronico, canta
Que si no te doy con la tranca.

Y el zurrón seguía sin responder.

Cuando salgamos del pueblo
Verás el palo que te llevarás.

Y a la salida del pueblo, el hombre abrió el zurrón con la intención de dar un escarmiento a la niña pero se encontró con una sorpresa que no se esperaba.

Un gato salvaje le saltó hacia la cara y se la arañó desfigurándosela.
Pero fue mayor el susto que se pegó que casi lo deja en el sitio.

Y así es como termina
El Cuento del Zurrón.
Con un buen susto,
Y aprendida la lección.


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