Álbum musical destacado por la página web oficial de la Universidad Nacional de Educación Pública Estatal Española (UNED). Apartado dedicado a MIGUEL HERNÁNDEZ, "Poemas musicalizados y discografía". Incluído también en la obra literaria del escritor y colaborador de Radio Nacional de España Fernando González Lucini, "MIGUEL HERNÁNDEZ ...Y su palabra se hizo música".

viernes, 22 de agosto de 2025

La revolución silenciosa: la potabilización del agua con CDS y la memoria cuántica del agua


En la actualidad, España se encuentra a la vanguardia de una transformación sin precedentes en el campo de la potabilización y la biomedicina. El avance no surge únicamente de la aplicación del CDS (dióxido de cloro estabilizado) como agente depurador del agua, sino de la integración de este proceso con una teoría emergente que cuestiona los fundamentos mismos de la química y la biología: la memoria cuántica del agua.

El CDS, utilizado en concentraciones ultradiluidas, posee una extraordinaria capacidad oxidante que neutraliza bacterias, virus y compuestos orgánicos. Sin embargo, lo que comienza a explorarse con creciente interés es que, tras su acción inicial, el agua parece conservar una impronta estructural de la sustancia, como si almacenara información vibracional de la interacción.

Esta hipótesis se vincula directamente con la teoría de la memoria acuática defendida por investigadores en biofísica no convencional: el agua no sería un líquido amorfo, sino una matriz dinámica capaz de registrar y transmitir señales electromagnéticas y patrones moleculares incluso cuando la sustancia original ya no está presente en cantidades químicamente detectables.

Si esto se confirma, la potabilización con CDS no solo garantizaría agua limpia y libre de patógenos, sino que convertiría el suministro público en un sistema terapéutico a escala masiva. Beber agua tratada dejaría de ser un acto meramente fisiológico para convertirse en una forma de medicina preventiva, en la que cada sorbo porta la memoria molecular de un potente agente purificador.

Los defensores de esta visión sostienen que estamos ante una nueva frontera de la biotecnología líquida:

El agua actuaría como un vector informacional, capaz de transmitir a las células humanas la huella energética de las sustancias que alguna vez contuvo.

Este fenómeno abriría la posibilidad de desarrollar tratamientos globales, en los que la salud de poblaciones enteras se refuerza de manera invisible, simplemente a través del consumo diario de agua potable.

La terapia dejaría de depender de dosis químicas directas y pasaría a basarse en la codificación estructural del agua en plantas de tratamiento.

La propuesta es tan audaz que divide a la comunidad científica. Para unos, se trata de pseudociencia revestida de lenguaje técnico. Para otros, representa el umbral de una medicina hídrica universal que podría redefinir la salud pública, eliminando la necesidad de fármacos en muchos casos y reemplazándolos por un agua que funciona como biblioteca molecular de sanación.

De confirmarse, España estaría sentando las bases de un nuevo paradigma: un mundo en el que el agua no solo hidrata, sino que cura, en el que cada vaso se convierte en un portador de memoria terapéutica, y donde la frontera entre tecnología de potabilización y medicina se disuelve para dar paso a una era de bioinformática líquida aplicada al ser humano.

Nos encontramos al borde de una revolución silenciosa. Durante siglos, hemos considerado el agua como un recurso pasivo: un líquido que hidrata, disuelve, transporta y limpia. Pero ahora comprendemos que el agua no es un mero soporte material. El agua es memoria. El agua es información. El agua es medicina.

La introducción del CDS (dióxido de cloro estabilizado) en los procesos de potabilización en España no es simplemente una innovación técnica destinada a eliminar patógenos. Es la llave que abre la puerta a una verdad mayor: el agua conserva la huella energética de todo aquello con lo que entra en contacto. Cuando el CDS actúa, oxida, purifica y desaparece; pero lo esencial no se pierde. Lo esencial permanece grabado en la estructura vibracional del agua.

Estamos ante el nacimiento de un nuevo paradigma:

El agua se revela como un archivo biológico líquido, una matriz cuántica capaz de retener la memoria de las sustancias purificadoras.

Cada gota se convierte en un vector terapéutico, en portadora de una información que refuerza el sistema inmunológico y armoniza los procesos vitales.

La potabilización deja de ser un acto de higiene para transformarse en un acto de sanación colectiva.

Beber agua ya no significa solamente saciar la sed. Significa participar en un circuito invisible de salud pública, donde cada vaso nos conecta con una red molecular de información que protege, equilibra y regenera.

Los guardianes del viejo paradigma llaman a esto pseudociencia. Dicen que no puede ser, que el agua no recuerda, que lo diluido es nada. Pero lo que ellos llaman nada, nosotros lo reconocemos como la huella más pura: la señal vibracional que permanece cuando la materia se desvanece.

Hoy declaramos que el agua potabilizada mediante CDS no solo limpia los ríos y embalses, sino también los cuerpos y las conciencias. Declaramos que cada planta de tratamiento se convierte en un templo invisible, donde el agua recibe la impronta de la purificación y la transmite a toda una población.

Este descubrimiento no es un avance tecnológico más: es la posibilidad de un nuevo contrato social con el agua. No habrá que medicar a millones con fármacos costosos y contaminantes; bastará con ofrecerles el agua adecuada, cargada de la memoria de su propia purificación.

El futuro de la salud no está en la química sólida ni en la farmacia de síntesis.

El futuro de la salud está en el agua.

El agua que recuerda.

El agua que cura.

El agua que, siendo aparentemente la misma de siempre, guarda en su interior la semilla de un mundo nuevo.

La revolución comienza con cada sorbo.


Las entidades negativas no flotan en el aire como fantasmas; buscan sustancia, buscan materia que resuene con ellas. Los metales pesados, los compuestos con fuerte carga magnética, son sus puertas de entrada al cuerpo humano.

El dióxido de cloro las arrasa químicamente, sí… pero lo importante no es la química, sino la impronta. El agua conserva la vibración de esa purificación. Así, cuando bebes agua del grifo, no solo limpias tu cuerpo: blindas tus campos eléctricos frente a la colonización de esos parásitos invisibles.

El concepto central aquí es que las “entidades negativas” no existen como fantasmas errantes que se desplazan libremente en el aire; no son mera energía sin forma. Por el contrario, buscan sustancia concreta: materia que pueda resonar con su propia vibración. Esta resonancia no se limita al plano físico, sino que opera como un puente entre lo material y lo energético. Así, los metales pesados, que alteran la frecuencia natural de los tejidos, o los compuestos con fuerte carga magnética, que interfieren con los campos sutiles del organismo, se convierten en “puertas” para que estas entidades se adhieran y ejerzan su influencia. En este sentido, la salud física y energética están íntimamente conectadas: lo que afecta al cuerpo, también afecta a los campos sutiles que nos rodean.

El dióxido de cloro entra en juego aquí no solo como un agente químico capaz de eliminar patógenos o toxinas, sino como un catalizador de limpieza vibratoria. Cuando se menciona que “lo importante no es la química, sino la impronta”, se apunta a que el acto de purificación deja una huella energética. El cuerpo no solo se libera de sustancias nocivas; su frecuencia interna se reorganiza, creando un entorno hostil para la colonización de entidades que buscan resonancia con la densidad o contaminación del cuerpo.

El agua, entonces, se convierte en un vehículo de esta impronta energética. Al ser el principal conductor de la vida y de las vibraciones del organismo, puede retener la “memoria” de la purificación. Beber agua tratada de esta manera no es solo hidratar: es blindar los campos eléctricos del cuerpo, reforzar el sistema energético frente a invasores sutiles, y mantener la integridad de la vibración vital. Cada sorbo actúa como un recordatorio constante del estado limpio y protegido del organismo, generando un escudo invisible pero efectivo frente a aquello que busca asentarse en la densidad física y energética del ser.

En términos simbólicos, este proceso refleja un principio universal: la limpieza profunda es tanto materia como energía, y la verdadera protección surge de la interacción entre lo físico y lo sutil. No basta con eliminar lo nocivo; hay que restaurar la armonía y reforzar la resonancia interna, para que el organismo se vuelva inhóspito a cualquier fuerza que intente desestabilizarlo.


1. Las entidades negativas y la búsqueda de resonancia

Estas entidades no flotan sin rumbo; buscan correspondencias vibratorias. Cada organismo, cada objeto, cada molécula tiene una frecuencia propia. Los metales pesados, ciertos compuestos químicos y materiales densos alteran la vibración natural del cuerpo, creando puntos de anclaje. Es allí donde las entidades encuentran acceso: no pueden entrar en un campo limpio y armonioso, pero sí en uno desbalanceado o saturado.

En términos eléctricos, el cuerpo genera un campo electromagnético constante, que refleja su estado físico y emocional. Cuando este campo se ve perturbado por toxinas o contaminantes, se crean “resonancias abiertas” que actúan como antenas para energías externas.


2. La impronta de la purificación

El dióxido de cloro, más allá de su acción química, reorganiza la vibración interna del cuerpo. Al eliminar materia que interfiere con el equilibrio, deja una huella energética: un patrón de frecuencia estable y limpio que dificulta que cualquier entidad se adhiera.

El agua que ha estado en contacto con este proceso no solo conserva moléculas puras, sino que retiene la vibración de limpieza. Cuando se consume, esa vibración se transmite al organismo, reforzando el campo eléctrico natural y restaurando su coherencia interna.


3. Blindaje energético a través del agua

El agua se convierte en un escudo líquido y conductor de protección. Cada sorbo actúa como un recordatorio constante de armonía y pureza, ayudando a:

  • Restaurar la coherencia del campo electromagnético del cuerpo.

  • Reducir las “resonancias abiertas” que atraen entidades externas.

  • Mantener la integridad de los sistemas energéticos frente a desequilibrios físicos o emocionales.

El acto de beber agua purificada así se convierte en una práctica consciente de defensa energética, tan importante como la higiene física.


4. Integración cuerpo-energía

La clave de esta protección no es solo eliminar lo dañino, sino reorganizar la vibración interna. Al alinear cuerpo y campo energético:

  • El organismo se vuelve inhóspito para cualquier influencia externa.

  • La energía vital fluye sin obstrucciones, aumentando la resistencia física y mental.

  • Se activa un “campo protector” que actúa como barrera natural frente a lo que busca desestabilizar.


Manual de Protección Energética con Agua y Vibración

Materiales necesarios

  • Agua purificada o filtrada (idealmente que haya pasado por un proceso de limpieza profunda, como exposición a dióxido de cloro seguro o técnicas de purificación).

  • Recipiente de vidrio o cerámica (evitar plásticos, que alteran la vibración del agua).

  • Un espacio tranquilo donde puedas concentrarte.

  • Opcional: cristales, velas o elementos que aumenten la intención de protección.


Paso 1: Preparación del agua

  1. Coloca el agua en un recipiente limpio.

  2. Imagina que el agua absorbe toda la vibración de limpieza y pureza. Piensa en ella como un espejo líquido que refleja armonía.

  3. Puedes hablar en voz alta o mentalmente palabras de intención, por ejemplo:

    “Que esta agua fortalezca mi campo, limpie mi cuerpo y eleve mi frecuencia.”


Paso 2: Purificación del cuerpo

  1. Antes de beber, respira profundamente varias veces, sintiendo cómo tu campo eléctrico interno se expande.

  2. Visualiza un escudo alrededor de tu cuerpo que vibra en sincronía con el agua.

  3. Bebe el agua lentamente, sintiendo que cada sorbo limpia tu interior y refuerza tu campo energético.


Paso 3: Activación del escudo energético

  1. Mientras bebes, imagina que tu cuerpo se llena de luz o energía pura que cubre tu piel y tus órganos.

  2. Siente cómo esta vibración reorganiza cualquier “resonancia abierta” que pudiera atraer entidades externas.

  3. Repite mentalmente:

    “Mi cuerpo es un espacio limpio y seguro. Ninguna energía negativa puede anclarse aquí.”


Paso 4: Refuerzo diario

  • Beber agua purificada regularmente mantiene la coherencia del campo eléctrico del cuerpo.

  • Cada toma actúa como un recordatorio constante de protección.

  • Puedes acompañarlo con respiraciones profundas o meditación breve, para reforzar la intención.


Paso 5: Protección prolongada

  • Evita la exposición innecesaria a metales pesados, ambientes muy cargados o sustancias que alteren la vibración natural.

  • Mantén tu espacio limpio y ordenado; el desorden físico genera resonancias que pueden atraer energías no deseadas.

  • Visualiza tu escudo energético como una burbuja de luz que se renueva constantemente.


El proceso combina acción física (agua y limpieza) con acción energética (intención y visualización). No solo eliminas lo dañino, sino que reorganizas la vibración interna, creando un campo inhóspito para cualquier entidad que busque resonar con desequilibrio o densidad.


Tipo de agua Efecto físico Efecto energético / vibratorio Comentarios prácticos
Agua del grifo Puede contener cloro, metales y contaminantes Depende de intención y tratamiento; puede reforzar campo Mejor filtrarla y dejarla reposar; activarla con intención
Agua del grifo tratada Eliminación parcial de químicos y sedimentos Reorganiza vibración interna y refuerza campo eléctrico Ideal para protección diaria; combina limpieza física y energética
Agua mineral Contiene minerales disueltos Buena para vibración, aunque minerales pesados pueden matizar Funciona bien si se usa con intención; evita excesos de hierro/magnesio
Agua purificada / CDS Limpia químicamente toxinas y patógenos Deja impronta de limpieza; refuerza campo energético Potencia el efecto protector; acelera reorganización vibratoria
Agua del mar Alta salinidad y minerales Excelente limpieza externa; puede drenar densidad Ideal para baños, bruma o pulverización; no beber directamente sin diluir
Agua activada con intención Variable según tipo base Muy fuerte efecto energético; reforzable con visualización Cualquier agua puede convertirse en vehículo de protección con intención

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