Durante la Guerra Civil, hubo un bombardeo en La Milagrosa, donde estaban las monjas de la Misericordia, se incendió un ala del edificio en donde hubo que lamentar la terrible tragedia de que algunos niños fueran alcanzados por la muerte.
El inmueble dañado se puso en rehabilitación para reparar los daños del incendio. Durante una larga época permaneció completamente cerrado.
Los niños que jugaban junto a él, a veces veían en una de sus ventanas a una niña a la que llamaban para que bajara y jugara con ellos.
Pero la niña nunca bajaba.
Era algo que los traía de cabeza porque la veían con toda claridad asomarse a la ventana pero nunca quiso o pareció querer bajar a jugar con ellos.
Actualmente, este ala del edificio pertenece al ayuntamiento o a la universidad en donde funcionarios ejercen sus labores.
Se han recogido en la actualidad testimonios sinceros de trabajadores que dicen haber escuchado pasos y voces infantiles en su interior en horas en las que se supone que no debe de haber nadie en el colegio.
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