Anda que no es curioso ni nada este extraño relato que me ha contado un vecino de Orihuela a través del Correo Electrónico. De ser verdad aún estoy flipando.
Os animo a que si tenéis algún caso incomprensible en vuestras vidas o tenéis una imagen en la que aparezcan cosas que no deberían estar, me las podéis mandar para que os las publique en este mismo blog. Gracias por leerme.
Estábamos sentados mi mujer y yo a la espera como cada noche
de empezar a cenar mientras ella buscaba con el mando a distancia una película
en la televisión con la que poder entretenernos.
Nos pareció escuchar pasos por el pasillo de nuestra casa y
nos quedamos mirando entre asombrados y asustados.
Los pasos se hicieron más fuertes y de repente, como una
visión de algo insólito, de algo que sabíamos era imposible pero que con una
naturalidad increíble apareció ante nosotros.
Una de las sobrinas de mi mujer, a la que ella tiene más
cariño, apareció por la puerta del comedor en pijama de color azul y
zapatillas.
Enseguida pensé que aquello no podía ser, que siempre
cerrábamos la puerta con el cerrojo y que a menos que la hubiésemos dejado
abierta sin querer, era del todo imposible que aquella joven hubiese sido capaz
de entrar a nuestra casa.
Yo le pregunté que cómo había entrado y me respondió algo
que no tenía mucho sentido. Dijo algo como que las puertas son gratis.
No muy convencido con la respuesta me levanté y me dirigí
hacia la puerta para examinarla para comprobar que no nos la habíamos dejado
abierta. Pero todo estaba correcto, con el cerrojo echado y sin posibilidad de
abrir a no ser que la niña tuviera una llave.
Mi mujer, empezó a comportarse con ella con toda
naturalidad, como si todo fuera algo normal y aquella niña hubiese estado toda
la noche con nosotros y no hubiésemos reparado en ello hasta ese momento.
Y yo no sé si fue por cariño a mi esposa, me dejé llevar
también con la sensación de que aquello era de lo más normal del mundo.
El caso es que le preguntamos si había cenado y nos dijo que
sí, que quería ver una película con nosotros como había hecho en otras
ocasiones que había venido de visita.
Entonces mi mujer se puso a buscar en los canales infantiles
algo de dibujos animados mientras yo entre regañadientes decidía que
abandonaría la sala y me iría al otro cuarto para ver algo que me gustase a mí.
Mi mujer ya sentada en el sillón y con la niña entretenida,
empezó a escribir un mensaje en el móvil a su hermana que vive a más de una
hora de viaje de nuestra casa.
En dicho mensaje le explicaba a su hermana lo que estaba
pasando y esperó a que esta le contestara.
La respuesta no tardó en llegar.
Mi mujer se quedó muy sorprendida pues en el mensaje
recibido se afirmaba que su sobrina estaba en su casa con sus padres y su
hermanos viendo una película.
Mi esposa se levantó y se acercó al cuarto en donde yo
estaba y me lo contó.
La sensación de que algo imposible estaba ocurriendo se intensificó
aún más.
Así que decidimos hacer una prueba para demostrarnos a
nosotros mismos que no se trataba todo de una broma.
Fuimos al comedor en donde estaba la niña viendo los dibujos
animados y asegurándonos de que no era un sueño, que la chica estaba allí con
nosotros con su pijamita, aparecida de la nada, le mandamos un mensaje al móvil
para ver si respondía.
Resultó que aquella niña de azul no llevaba el smartphone
pero la otra que se suponía que estaba en casa con sus padres sí, pues en pocos
segundos nos respondió.
Mi mujer le pidió que se hiciera un selfie con sus padres y
la niña al poco nos mandó la foto que le habíamos pedido.
Y era cierto, en la fotografía aparecía junto a su madre,
también en pijama, pero diferente al que llevaba puesto en nuestra casa.
Así que sumidos entre la fantasía y la realidad, dejamos que
la noche pasara con normalidad aún siendo testigos de un fenómeno imposible.
De vez en cuando le preguntábamos cosas para cerciorarnos de
que aquella persona era real.
Y todo parecía de lo más normal. Ella respondía con
naturalidad.
Cuando llegó la hora, nos marchamos a la cama como siempre.
Esto es, yo a la nuestra de matrimonio y mi mujer con la niña en la de
invitados.
Cuando me desperté a la mañana siguiente fui a buscarlas a
la cama, para demostrarme a mí mismo que todo había sido un sueño.
La cama de invitados estaba ocupada por dos bultos. Uno era
mi mujer y el otro no era más que un amasijo de prendas de color azul colocados
de manera que parecía que la persona que había estado dentro se había
evaporado.
Desperté a mi mujer y se lo comenté y ella se espantó al
comprobar por ella misma que su sobrina ya no estaba entre nosotros.
Volvimos a ponernos en contacto con sus familiares y ellos
respondieron que todo seguía normal, con la niña en su cama en su habitación.
Esto es para mí el caso más raro que he vivido en toda mi
vida.
Luego estuve investigando en la red y descubrí algo
denominado como bilocación que es lo que creo que había sucedido aquella noche
en nuestra casa.
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