El 15 de octubre de 1879 fue un día en el que llegó la desgracia a la pequeña ciudad de Orihuela.
Hubo una gran inundación que parecía querer convertir a nuestra
ciudad en un inmenso lago.
En la capital murciana y en la huerta fallecieron 762
personas y bastantes fueron los heridos.
Aquí tuvimos más suerte y salvamos el pellejo pues no hubo
ninguna víctima que lamentar.
Este terrible hecho es conocido como la Riada de Santa Teresa.
Al iniciarse la inundación, el sonido de las caracolas se
elevó sobre todos los lugares conocidos dando aviso a la población de que algo
terrible estaba sucediendo.
Adoptado como costumbre desde tiempos inmemoriales, cada
casa en la huerta guardaba entre sus utensilios de labranza una caracola con la
que poder dar la alerta a sus conciudadanos más próximos.
Pero cono de sobra es sabido que de la desgracia más triste
siempre puede nacer la dicha más tierna, les contaré esta historia de amor que
apareció publicada en la prensa de la época, en el periódico canario “La Asociación ” de Santa
Cruz de la Palma
del 12 de Diciembre de ese mismo año.
Resulta que el cuerpo de la Guardia Civil ayudaba a los más
afectados.
En una de las laderas del río Segura varios de estos agentes
divisaron a una bella doncella aferrada a un madero que flotaba corriente
abajo.
Consiguieron acercarla a la orilla.
La chica estaba exhausta y tiritando, dándose cuenta también
de su desnudez.
Uno de los agentes llevaba capote, se acercó a la doncella y
la cubrió con él.
Ella y el guardia cruzaron sus miradas en ese instante, sólo
bastaron unos segundos para que de allí surgiera el amor entre los dos.
FUENTE:
CARMIÑA SÁNCHEZ
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