Álbum musical destacado por la página web oficial de la Universidad Nacional de Educación Pública Estatal Española (UNED). Apartado dedicado a MIGUEL HERNÁNDEZ, "Poemas musicalizados y discografía". Incluído también en la obra literaria del escritor y colaborador de Radio Nacional de España Fernando González Lucini, "MIGUEL HERNÁNDEZ ...Y su palabra se hizo música".

lunes, 8 de septiembre de 2025

Aprende a respetarte a ti y a los demás


A veces la vida te sorprende con lecciones que no esperas. Hace apenas unos días me reuní con una familia con la que apenas tenía relación y que, sinceramente, no creía que me fueran a aportar nada. Sin embargo, casi sin darnos cuenta, surgió el compromiso de vernos y finalmente quedamos para compartir una comida.

Yo, aferrado a mis creencias y manías, me resistía mentalmente a abrirme a la posibilidad de relacionarme con personas que, de alguna manera, consideraba intelectualmente inferiores. Pero al día siguiente, tal como habíamos acordado, llegaron en su coche y nos siguieron hasta el lugar donde íbamos a comer en grupo.

Tras unos momentos de caos organizativo para hacernos con los platos y bebidas, nos sentamos en una mesa al fondo del comedor. A mi derecha se ubicó la hija del matrimonio, una mujer con ciertas limitaciones cognitivas; frente a mí, la madre; y a mi izquierda, el padre.

Jamás imaginé hacia dónde nos llevaría aquella conversación. La hija, que había sido seguidora de mi canal de Facebook, llevaba tiempo desaparecida de la red social. Yo atribuía su ausencia a mis constantes publicaciones sobre temas como la farsemia y teorías conspirativas, y la consideraba una persona “dormida”, incapaz de pensamiento crítico por su condición.

Pero tengo que admitir que los juzgué mal. Pecé de soberbia. Aquella familia me dio una lección inolvidable. Eran encantadores, curiosos, respetuosos y abiertos a todo lo que yo compartía. La hija, en particular, era una auténtica locomotora de preguntas, con ganas de saber, de entender, de participar. Me sorprendió profundamente su capacidad de razonamiento, mucho más despierta de lo que yo había supuesto.

Me impactó especialmente una reflexión suya:

“Cuando vi que las vacunas covid se ponían en polideportivos y carpas, me di cuenta de que algo no era normal.”

Una frase sencilla, pero cargada de lógica y sentido crítico. Aunque a veces se expresaba con dificultad y su forma de hablar recordaba la de una niña, su lucidez me dejó sin palabras.

El padre también fue un interlocutor excepcional. Me preguntaba sobre temas que le quitaban el sueño: los viajes espaciales, los extraterrestres, los espíritus, las vacunas… siempre desde el respeto y la curiosidad. Me dejaba hablar sin interrupciones, y si su hija se adelantaba, él la corregía con cariño para que pudiera continuar.

La madre, aunque más silenciosa, acompañaba con una presencia serena. Pero fue el padre y la hija quienes me hicieron pasar una tarde maravillosa, en la que pude expresarme con total libertad, sin censuras ni juicios.

Esa fue la gran lección de aquel día: no juzgar por la primera impresión. A veces te rodeas de personas con títulos y prestigio que no te dejan hablar, que se ofenden, que te corrigen. Y otras veces, como en este caso, te encuentras con una familia humilde, unida, llena de amor y respeto, que te escucha, te valora y te sorprende.

Jamás habría imaginado que aquella chica, con sus limitaciones, me dejaría tan fuera de lugar con sus argumentos. Y sin embargo, lo hizo. Y me alegro de haber estado allí para aprenderlo.

Si una persona con ciertas limitaciones cognitivas estaba “despierta”, entonces queda clarísimo que el estado de conciencia no depende ni de la educación ni del nivel cultural. Al final, es cierto lo que dicen: es el alma la que elige su camino, o lo evita. Y ese día entendí que hay almas que, pese a las apariencias, están mucho más despiertas que muchas otras que presumen de saberlo todo.




domingo, 7 de septiembre de 2025

La última vez que creí en el silencio



La primera vez que la vi aparecer, algo en ella me detuvo. No fue solo que su rostro me resultara vagamente familiar, sino la sombra que habitaba en sus ojos: un pesar profundo, como si cargara con más de lo que podía sostener. La habían traído como invitada a una de nuestras reuniones para "negacionistas", esas veladas donde nos permitíamos una risa amable de quienes aún creían en el cuento oficial, en la farsa que nos habían vendido.

Era una mujer mayor, vestida de negro, con la piel pálida y el gesto ausente. Había perdido a su marido hacía apenas unos días. Ambos habían estado ingresados en estado crítico, víctimas del supuesto virus. Ella sobrevivió. Él no.

Cuando me vio, su expresión cambió. Se iluminó, como si por un instante el dolor cediera paso al reconocimiento. Había sido clienta en mi antiguo trabajo, Bricoriol, y me saludó con una calidez inesperada. Se detuvo a hablar conmigo, con la mascarilla aún puesta, mientras nosotros, por supuesto, no llevábamos ninguna.

Nos contó su historia en primera persona. Su voz temblaba, pero no por debilidad, sino por la intensidad de lo vivido. Todos la escuchamos en silencio.

Luego, la noche siguió su curso. Nos pusimos manos a la obra, compartiendo los platos que cada uno había traído, o el que alguien había preparado para todos. No diré nombres.

Ella seguía aferrada a su mascarilla, presa del miedo. No quería quitársela. Pero al ver que ninguno de nosotros la llevaba, y al escuchar nuestras palabras, nuestras bromas, nuestras razones, poco a poco fue cediendo. Se la quitó. Y en su mirada se leía el vértigo de quien se asoma al abismo de lo desconocido. Temía que, sin esa tela que le daba una falsa sensación de seguridad, su suerte volviera a torcerse, que acabara otra vez en el hospital.

Pero las horas pasaron. Y ella empezó a adaptarse. Observó cómo nos relacionábamos, cómo nos dábamos la mano, cómo nos abrazábamos, cómo nos saludábamos con los dos besos de siempre. Nadie enfermaba. Nadie sufría. Lo que vio fue amor, camaradería, amistad. Y entendió que eso, más que cualquier medida impuesta, era la verdadera barrera contra el miedo.

Al final de la noche, su rostro había cambiado. Su ánimo también. Se animó a compartir sus vivencias con el grupo. Y cuando la velada terminó, estoy convencido de que nunca volvió a ponerse ese trapo que le sellaba la boca.

Desde entonces, cada vez que me la he vuelto a encontrar, es otra persona. Sin miedo. Sin rencor. Solo amor.

Te cuento esto para que juzgues por ti mismo. Para que decidas si realmente éramos peligrosos, como decía la televisión, en ese acoso sistemático contra quienes solo querían ejercer su derecho a pensar por sí mismos, a no ser manipulados ni engañados.



domingo, 24 de agosto de 2025

Barcelona: el esplendor, el secreto y el capital invisible:

 


Entre 2008 y 2012, el FC Barcelona no solo dominó el fútbol mundial: lo redefinió. Bajo la dirección de Pep Guardiola, el equipo catalán desplegó un estilo de juego tan perfecto que parecía inhumano. El tiki-taka se convirtió en sinfonía, y el Camp Nou en templo. Messi, Xavi, Iniesta, Puyol… todos parecían moverse con una precisión sobrehumana, como si el cansancio no existiera.

Pero mientras el mundo aplaudía, algunos observadores empezaban a preguntarse si había algo más detrás de ese rendimiento físico y mental tan sostenido. En Francia, el diario Le Monde insinuó vínculos entre el Barça y el médico Eufemiano Fuentes, protagonista de la Operación Puerto, relacionada con dopaje en el ciclismo. Aunque el club negó cualquier implicación y ganó la demanda judicial, las sospechas nunca desaparecieron del todo.

Más concretamente, el nombre que sí aparece en los registros del club es el del Dr. Ramón Segura, médico y nutricionista que trabajó con el Barça en varias etapas. Conocido por sus famosos batidos mágicos, Segura fue vinculado a dos casos de dopaje por nandrolona: Frank de Boer, jugador del Barça, y Pep Guardiola, cuando jugaba en el Brescia. Aunque nunca se demostró una implicación directa del médico en prácticas ilegales, su reputación quedó marcada.

Cuando Guardiola asumió como entrenador en 2008, pidió expresamente el regreso del Dr. Segura al cuerpo médico del club. Durante esa etapa, el Barça mostró un rendimiento físico excepcional, con presión constante, recuperación rápida y una sorprendente ausencia de lesiones musculares. Lionel Messi, por ejemplo, no sufrió lesiones musculares durante toda la era Guardiola, algo que algunos medios atribuyeron a una mejora médica y nutricional significativa.

En paralelo, Barcelona como ciudad se convertía en un centro estratégico para el pensamiento progresista europeo. En 2012, mientras el Barça cerraba su ciclo dorado, Open Society Foundations, la red global de George Soros, preparaba su desembarco en la ciudad. En 2013, se inauguró oficialmente la sede de la Open Society Initiative for Europe (OSIFE), con el objetivo de influir en el debate político, social y cultural del continente desde una ciudad que respiraba cambio.

Aunque no había vínculo directo entre Soros y el club en ese momento, la coincidencia temporal entre el auge deportivo del Barça y la llegada de Soros a Barcelona alimentó teorías sobre una influencia invisible. ¿Podía el capital global haber respaldado, de forma indirecta, el ascenso del club más simbólico de Cataluña?

La historia dio un giro más concreto en 2019. El Barça, ya sin Guardiola pero aún con Messi como estandarte, buscaba fichar a Antoine Griezmann por 120 millones de euros. La banca tradicional no podía responder con la rapidez exigida. Fue entonces cuando apareció 23 Capital, un fondo británico especializado en operaciones deportivas, con George Soros como uno de sus inversores. El fondo facilitó el préstamo y la línea de crédito que permitieron cerrar el fichaje.

Así, el relato se cierra como un círculo perfecto: el club que deslumbró al mundo con su juego celestial, que fue objeto de sospechas por su rendimiento físico, terminó recibiendo ayuda financiera de uno de los hombres más influyentes del planeta, cuya presencia en Barcelona había comenzado justo cuando el equipo tocaba el cielo.