Sábado 1 de noviembre de 1902
Caminaban los oriolanos junto al río cuando alguien divisó
un pequeño bulto flotando en sus aguas.
Con la vista echada al frente acudieron algunos curiosos a
intentar divisar qué era eso que era arrastrado por el caudal del Segura.
Al llegar el curioso objeto a la altura de donde se
encontraban los observadores, ninguno quiso dar crédito a lo que allí pudieron
contemplar con más detenimiento.
El bulto resultó ser el cadáver de un niño recién nacido que
alguien, algún vándalo asesino se había atrevido a arrojar al río con el fin de
acabar con su vida. O peor todavía, habría nacido muerto y arrojado a las aguas
en vez de haber recibido cristiana sepultura.
FUENTE:
LUZ DE
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