El arte de manipular a las masas radica en ofrecerles dos mentiras simultáneas, de manera que se vean obligadas a elegir entre ellas. La primera mentira, respaldada por el oficialismo, será aquella que muchos seguirán sin cuestionar, confiados en la autoridad que la respalda. La segunda, en cambio, será criticada y censurada con vehemencia, generando en otros un deseo de rebelarse, de seguir esa supuesta verdad oculta, aunque también esté construida sobre engaños. Así, unos se aferrarán ciegamente a lo que provenga del poder establecido, mientras que los demás se dejarán arrastrar por el espejismo de una conspiración falsa que se alimenta del secretismo.
Sin embargo, existe una tercera opción, una verdad inadvertida que se escapa a la vista de las multitudes, pero que persiste en pequeños círculos de personas que aún debaten y reflexionan sobre ella. Es esa tercera vía, casi silenciada por el ruido de las otras dos, la que merece ser explorada e investigada con verdadera atención.
Un ejemplo claro de esta dinámica se puede ver en las teorías sobre la forma de la Tierra. Tenemos la versión ampliamente aceptada y promovida por la ciencia oficial: la Tierra es un globo. Luego, surge la controvertida teoría de la Tierra plana, que ha ganado adeptos al posicionarse como una oposición radical y conspiranóica a la versión oficial. Estas dos ideas dominan el debate, una sustentada por la autoridad científica y la otra por el atractivo de la rebelión contra el consenso.
Sin embargo, entre ambas, hay una tercera teoría de la que casi nadie habla: la de la Tierra cóncava. Es una hipótesis silenciosa, sin el ruido mediático ni la persecución pública que reciben las otras. No es atacada abiertamente ni defendida con fervor, pero sigue presente en ciertos círculos. Lo sorprendente es que, a pesar de su aparente invisibilidad, algunos científicos e investigadores continúan explorando esta idea. Pagan expediciones, organizan estudios y se arriesgan a dañar su reputación en el proceso, todo con el fin de intentar descubrir más sobre esta posibilidad apenas conocida. Mientras el mundo mira hacia las dos mentiras en disputa, esta tercera opción sigue latiendo en las sombras, esperando ser comprendida.
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