1. Los Vikingos tomaron el Castillo en el año 859.
En la provincia de Alicante y Murcia
podemos encontrar más de doscientos restos de esos Castillos que antaño se
utilizaron para defender dichos territorios.
Algunos, rehabilitados con pasión por los
arqueólogos de determinadas localidades son la envidia del resto de España,
como el de Lorca o el de Alicante.
Nosotros en Orihuela, tristemente tenemos
que conformarnos con las ruinas del que en la antigüedad fue considerado por
todos nuestros amigos y enemigos como el más espectacular e impresionante de la
península.
Una fortaleza inexpugnable que muy pocas
veces fue tomada por la fuerza. Y que tenía a su alrededor una de las murallas
más descomunales que se recuerdan de toda Europa.
Cánticos y Leyendas suenan tras las piedras
de esas fabulosas construcciones que se levantaban desafiando incluso la fuerza
de los vientos.
Aquí tenemos la Leyenda de la Armengola o
la gesta de la mujer que fue capaz de desbaratar los planes de masacre de
nuestros enemigos musulmanes.
También el relato publicado en la novela de
Los Caballeros de Loyola que narra las peripecias y aventuras de un grupo de
niños que permanecían internados en el Colegio Santo Domingo y que en una de
sus excursiones vinieron a parar a la zona de los llamados calabozos del
Castillo.
Sin olvidarnos por supuesto de la explosión
del polvorín que esparció los miembros de casi cien soldados castellanos por la
sierra y que a día de hoy aún no hemos sido capaces de encontrar.
Pero no debemos de conformarnos solo con
estas bravas gestas.
Cientos de batallas se han librado en ese
monte.
Miles de soldados perdieron allí su vida
defendiendo unos ideales que les llevaron a la desdicha.
Esas piedras que coronan la cima de monte
tienen un valor histórico realmente importante.
Pero, ¿es suficiente para competir con el
resto de Castillos, murallas, torres, castillejos y demás que hay repartidos en
el interior de la Comunidad Valenciana o la Región de Murcia?
Yo digo que no.
A esto, tenemos que añadirle un hecho que
es exclusivo de Orihuela. Alguien muy especial se asentó en nuestro castillo y
sólo en nuestro castillo de los tantos que pueblan las dos regiones.
Pero para ello tengo que empezar a hablaros
de una serie de televisión que tiene cientos de miles de fans en todo el
planeta.
Una de las series más exitosas de estos
últimos años, VIKINGS, destaca por su gran fidelidad histórica.
Ya que parte de unas fuentes documentadas
muy rigurosas y ricas en detalles como la fiel representación antropológica de
la sociedad vikinga de la época.
Esta serie narra las aventuras del vikingo
Ragnar Lodbrok que fue uno de los héroes más famosos de la cultura nórdica que
saqueó Northumbria, Francia y Bretaña.
Arrastrado por las prometedoras leyendas
que hablan de tierras al oeste donde aguardan grandes riquezas y harto de su
jefe tribal, el conde Harldson, pide a su amigo Floki ayuda para que le
construya una embarcación para lanzarse al mar en busca de aventuras.
Le apoyan un número de hombres valerosos
como su hermano el despiadado y feroz Rollo que junto a él conspiran hasta
destronar a Harldson, transformándose así en la leyenda viviente que vino a
Orihuela, a establecerse en lo alto del Monte san Miguel en nuestra fortaleza
desde donde organizó la mayor parte de sus asaltos.
Esto ocurrió por el año 859 después de
Cristo.
Los oriolanos fuimos testigos de cómo una
flota compuesta por 62 embarcaciones vikingas cargadas con cientos de hombres
cada una que lucían largas melenas ondeando al viento, atravesaron la
desembocadura del río Segura hasta llegar a nuestras puertas.
Armados por el deseo del sabor de la sangre
y de suculentas riquezas, consiguieron hacerse con la fortaleza inexpugnable de
Orihuela.
Desde nuestro castillo, según documenta el
Museo Arqueológico MARQ de Alicante, se diseñaron y ejecutaron las incursiones
que se realizaron por tierras mediterráneas que llegaron incluso a Baleares,
Provenza, La Toscana y que dejaron devastados pueblos limítrofes pertenecientes
a la costa Valenciana.
Todo ello fielmente reflejado en los
documentos que se conservan de distintos cronistas musulmanes.
Si quieres conocer el lugar donde Ragnar
diseñó los ataques más salvajes y despiadados de la historia de nuestra
civilización, no te puedes perder la visita a nuestro castillo.
Apúntate con nosotros a la Ruta del
Castillo.
El casi olvidado saqueo de los Vikingos a
la antigua ciudad de Orihuela (Alicante) a finales del siglo IX, posiblemente
tras remontar el río Segura, recobra protagonismo en la exposición que sobre
estos guerreros nórdicos temidos por sus pillajes acoge el Museo Arqueológico
de Alicante (MARQ).
Con el título "Vikingos. Señores del
Norte. Gigantes del Mar", la muestra incluye 663 piezas cedidas desde el
pasado mayo y hasta enero de 2017 por el Museo Nacional de Dinamarca, de
Copenhague, y después de exhibirse en el MARQ, dependiente de la Diputación de
Alicante, está previsto que recorra varios países hasta 2021.
Una flota de entre sesenta y setenta naves
a vela y remo con centenares de estos bárbaros capitaneados por dos de los
hijos del rey Ragnar Lodbrok (muy televisivo por la serie
"Vikingos"), Bjorn y Hastein, alcanzaron por navegación de cabotaje
la desembocadura del Segura, a la altura de Guardamar, a finales del año 858.
Se desconoce si atracaron allí los barcos o
si aprovecharon el poco calado de sus entonces innovadoras quillas (que
facilitaban la navegación fluvial) para remontar el curso y alcanzar Orihuela,
en aquel entonces llamada Uryula y que constituía una de las principales
ciudades de la Cora de Tudmir, provincia del reino de Al-Ándalus del omeya
Muhammad I, que abarcaba el sur de Alicante y las áreas limítrofes de Murcia y
Albacete.
El ataque de estos guerreros de Thor y Odín
debió tener como fin hacerse con plata, esclavos y avituallamiento en su largo
camino para tratar de tomar la ciudad de Roma (no lo lograron), en lo que se
convirtió en la primera oleada vikinga por el Mediterráneo (858-861).
Habían partido de su campamento de
Normandía (norte de Francia) y asaltaron A Coruña, Iria Flavia, Cádiz y
Algeciras antes de alcanzar el sur de Alicante y hacer lo propio mediante una
estrategia que se repetía y que tenía como propósito provocar el máximo pánico
en la población local.
Aunque del ataque a Orihuela no queda
constancia arqueológica, sí se conocen datos por escritos posteriores del
historiador andalusí Ibn Hayyan y por varias menciones en las Sagas Islandesas
del siglo XII, según ha relatado a Efe una de las comisarias de la exposición
del MARQ, Teresa Ximénez.
Una vez que desembarcaban para tomar una
ciudad, estos rubios guerreros hacían sonar a golpes sus escudos y quemaban
todo a su paso para crear miedo y facilitar una rápida rendición, lo que les
permitía volver cuanto antes a sus naves con el botín.
El arma predilecta de estos gigantes
vikingos (tenían una estatura media de 1,70 metros por 1,50 de aquellos
hispanos) era el hacha danesa, de mango largo y que cogían a doble mano, y
también usaban espadas, lanzas y arcos, al tiempo que se protegían con escudos.
Apreciaban sobremanera la plata porque era
su metal predilecto para las joyas y amuletos, muchos de ellos con la
representación del martillo de Thor (Dios de la guerra), ya que era un pueblo
de marcado carácter supersticioso.
El temor que despertaron estos ataques en
el imaginario colectivo, unido a otros peligros del mar por los piratas y
corsarios, provocó la creación de la primera flota naval por Abderramán II y
una cierta militarización de la costa.
De esto último es ejemplo, según Ximénez,
la rábita de Guardamar, fortaleza religioso-militar musulmana de entre finales
del siglo IX y principios del X formada por pequeños espacios oratorios.
La falta de restos arqueológicos de lo
ocurrido en Orihuela ha hecho que los responsables de la exposición hayan
pedido algunas piezas coetáneas al Museo Arqueológico de Córdoba, como una
celosía de mármol blanco, un capitel y diversas monedas de dirham de plata, las
preferidas de los vikingos para fundir el metal y elaborar sus amuletos.
El apartado sobre el ataque oriolano ocupa
la parte final de la tercera sala que compone la muestra, que está dedicada a
la religión y las creencias, donde destaca una réplica de la famosa piedra de
Jelling, a la que muchos ven como el símbolo del nacimiento de Dinamarca y que
fue erigida en 965 por el vikingo Harald Bluetooth, cuya trascendencia ha
servido para bautizar el conocido dispositivo actual de los teléfonos móviles.
FUENTE:
http://www.efe.com/…/el-olvidado-saqueo-de-or…/10005-2993935
2. Durante la Guerra de los Dos Pedros, entre las
Coronas de Castilla y Aragón, los oriolanos tuvieron que recurrir al
canibalismo para sobrevivir durante el sitio al que fueron sometidos.
El río Segura fue el escenario escogido
para albergar los restos de aquellos soldados oriolanos que fueron degollados y
descuartizados tras sobrevivir a una de las luchas más salvajes y sangrientas
acontecidas en la Vega Baja en la llamada Guerra de los Dos Pedros.
Cuentan las crónicas que de 7000 habitantes
tan sólo quedaron 500 y encima sus mujeres fueron entregadas a la soldadesca
castellana que fue la que se alzó con la victoria comandada por Pedro el Cruel.
Pero en este episodio tan sangriento de
nuestra historia es donde se demostró el valor y la fidelidad que los oriolanos
tuvieron para el que ellos consideraban su monarca Pedro IV el Ceremonioso.
Dicho soberano, reconociendo la resistencia
que los oriolanos opusimos al rey Pedro el Cruel nos concedió en el año 1380 el
privilegio de la fidelidad.
Y gracias a él y a este relato de su mano
conocemos de lo que los oriolanos tuvimos que hacer para sobrevivir:
Nos ni los nuestros pudiéramos ni pudieran
en modo alguno
socorreros; empero, no por ello desmayó
vuestro valor,
sino que haciendo de la necesidad virtud,
después de haberos comido
para sostener la vida, los cueros de las
bestias y perros y ratones y,
lo que es más repugnante a la humanidad,
los cadáveres de los enemigos que podíais
coger.
De estas palabras que el rey nos dedicó
para ensalzar nuestro honor como defensores salió uno de los lemas que orlan
nuestro escudo y que acompaña al pájaro del Oriol:
Semper
prevaluit ensis vester
(Siempre
prevaleció vuestra espada)
3. El Rey castellano, Pedro II el Cruel, tomó el
castillo de Orihuela a traición asaeteando a su alcaide Juan Martínez de
Eslava, cuando volvía a la fortaleza después de un parlamento.
Emulando el heroísmo de Sagunto y Numancia,
Orihuela se personifica y se inmortaliza en la insigne figura de D. Juan
Martínez de Eslava, alcaide del Castillo que murió asesinado cobardemente por
la felonía e inhumanidad del rey Castellano.
Pues supo estar al frente de la ciudad de
Orihuela ante el cerco al que fuimos sometidos por las tropas de Pedro El
Cruel, proclamando Pedro IV de Aragón la pura fidelidad y la extrema valentía
de aquellos oriolanos que resistieron por largos años el asedio del terrible invasor.
Nombran las crónicas de los tiempos del Rey
don Pedro IV de Aragón a Juan Martínez de Eslava, que siguió fielmente la voz y
causa de ese monarca en la unión de Aragón y Valencia, por lo que el citado don
Pedro IV le hizo merced de la gobernación de Orihuela, donde pronto fue
menester su valor para defender la plaza contra el ataque del Rey de Castilla
don Pedro I, “el Cruel”, que la combatió infructuosamente.
Volvió, sin embargo, el Monarca castellano
por segunda vez, y con un poderoso ejército, a sitiar la ciudad y castillo de
Orihuela, pero comprendiendo que mientras defendiese la plaza Juan Martínez e
Eslava no conseguiría conquistarla, hizo llegar a sus puertas “un trompeta con
bandera de seguro, y que en su nombre se dijese al gobernador quisiese venir a
parlamento con él en su tienda, que tenía que practicar cosas del beneficio
común. Aseguráronle mucho la salida a Juan Martínez de Eslava unos caballeros
vasallos del Rey de Castilla, y con eso salió a ver qué le quería; mas como era
(don Pedro I) de ánimo cruel, tenía puestos dos ballesteros en cierto puesto y
dada orden que en llegando el gobernador cerca de su tienda, le tirasen y
matasen, como en efecto lo hicieron, por donde hubo de rendirse el castillo”.
Dio
el combate á Origuela Jueves á 30 del mes de Mayo de este año, y los de la
Villa se defendían muy bien; y fue muerto en aquel combate un gran Cavallero de
la Andalucía, que se decía Don Alonso Perez de Guzmán.
Dentro
de ocho días se dieron los de la Villa , y combatiose el Castillo con toda
furia, y al fin se hubo de rendir á partido.
Por
cuanto durante el cerco de doce años , recibisteis inmunerables daños , por
haberos talados los campos, guertas y árboles, y arruinado todo el término, y
haberos muerto los mas de vosotros, que de seis, ó siete mil que érades, parte
murieron peleando, y otros en poder del
mismo Rey presos, con ásperos, y nefandos linajes de muerte los acabó, de
manera, que apenas quedaron seiscientos; y aunque no fue menor el daño que les
hicistes, en fin huvo de venir en poder de ellos la Villa, y los que quedastes
en ella; por ende. Fué dado este privilegio en Barcelona á á 18 de Julio, año
1380.
Tomada
la Villa; combatiose el castillo, que era uno de los mejores y mas bien
labrados que había en España. Estaba en su defensa Juan Martinez de Eslava, un
caballero muy principal, y valiente, y rico hombre de Aragon. Entendiendo el
Rey de Castilla, que de solo su valor, y consejo dependía la defensa de aquella
fuerza, hízole llamar á trato para hablar con él; y sieno asegurado por algunos
Cavalleros, saliendo fuera á la había, estando el Rey en una estrada
encubierta, dos Ballesteros que tenía consigo le tiraron dos saetas, y fue
herido en el rostro malamente. Viendo la gente del Castillo, su Alcaide, sin
esperanza de vida, confusos, y tristes, en efecto rindieron el Castillo á
partido, y á pocos días murió Juan Martinez de Eslava de la herida; y aun huvo
sospecha , que cohechados los Cirujanos por el Rey de Castilla, echaron ponzoña
en la llaga, con que muriese. El Rey Don Pedro de Castilla reparaba tan poco en
el modo, que como él se pudiese señorear de sus enemigos, no consideraba si el
trato era honesto. Ó no; solo quería hacer menos sus contrarios, sin tener
respecto a justicia, ni razón; causa del odio general con que era aborrecido.
Viendo
inútiles sus ataques, pidió y obtuvo una entrevista con el gobernador Eslava,a
guisa de tratar unas treguas, ofreciéndole las seguridades que reclamó para
llegar al campamento. El bravo valenciano, confiando en la palabra del rey,
salió con efecto de Orihuela; pero al entrar en el punto señalado para la
conferencia, fue herido a traición por dos ballesteros que el rey había hecho
apostar con este objeto. Eslava no murió en el acto, porque las heridas que
había recibido no ofrecía gravedad; pero falleció, sin embargo, á pocos días,
con sospechas de que el mismo rey mandó a los cirujanos, que las envenenasen.
4. En 1707, cayó un rayo en el polvorín del castillo,
muriendo en la explosión más de 80 soldados del Regimiento de Madrid que
formaban parte de la guarnición borbónica.
Cómo hemos ido a parar de tener uno de los
castillos más bellos y esplendorosos de la Península Ibérica (según cuenta el
cronista Jerónimo Zurita en el siglo XV) y del que destacaba también su
inexpugnabilidad, amplitud y grandeza a las pocas ruinas que nos quedan hoy.
Una fortaleza que se batía con los cielos y
que ofrecía una visibilidad estratégica absoluta desde donde estaba erigido.
Durante la Guerra de Sucesión en la que
Orihuela era en principio partidaria de Felipe V pero luego de Carlos III por
el apoyo del Marqués de Rafal , después del saqueo del cardenal Belluga,
concretamente el 28 de mayo de 1707 a las 8 y media de la mañana un siniestro
rayo cayó en el lugar en donde antaño se retenía y torturaba a los prisioneros,
la mazmorra, pero que en esos tiempos albergaba unos cuantos barriles de
pólvora.
La explosión fue espectacular y parte del
castillo voló por los aires.
De los 90 hombres del regimiento de Madrid
que estaba de guarnición sólo se encontraron 23 cuerpos completos.
El resto, los 67 restantes en forma de
almas en pena aun vagan por la sierra de Orihuela buscando las partes de su
cuerpo que perdieron en la explosión.
5. A principios de los años 60 del siglo XX se
propuso un proyecto para erigir un Sagrado Corazón de Jesús en el castillo, a
imitación del de Monteagudo.