Como si de una película de terror de Hollywood se tratase esta
historia demencial se produce en la ciudad de Orihuela,
A un lateral del río Segura hay una casa abandonada que
esconde una historia oscura y cargada de detalles sombríos.
Un grupo de adolescentes, estaban buscando una forma de
establecerse en una vivienda para utilizarla como club.
La pandilla, formada por jóvenes, la mayoría estudiantes, no podían permitirse pagar un alquiler por una
vivienda que les sirviera en sus propósitos, así que decidieron buscar alguna
casa abandonada cercana a su hogar para ocuparla sin que nadie fuera molestado.
En una ocasión, pasaron cerca del río y un lugar tétrico y bastante descuidado
les llamó poderosamente la atención.
Aquel día, eran sólo una avanzadilla, una chica y varios
muchachos.
La vivienda se mostraba majestuosamente ante sus ojos, justo
pegada al borde del río.
Con un acceso que no era difícil pero que podía resultar
peligroso por la cercanía del río, en una parte en donde no hay ninguna
protección como una valla que los protegiera ante posibles caídas al agua.
Con mucho cuidado, atravesaron una gran verja de hierro
pintada de rojo que no presagiaba nada bueno.
Se asomaron por la ventana y contemplaros enmudecidos un
lugar desierto de toda vida pero en el que aún quedaban casi todos los muebles.
Eso sí, devastados por el paso del tiempo y con la indeleble
huella de grandes desconchones en las paredes y ciertas partes ennegrecidas
como testigos de una calamidad ocurrida en aquel lugar.
Encontraron una parte por la que pudieron acceder al
interior.
Pensándoselo mucho, pues el lugar se las tría consigo.
Penetraron dentro de la vivienda y ayudados tanto de la luz
del sol como de las luces que salían de sus teléfonos móviles, se pasearon por
allí para ver qué clase de tipo de reforma necesitaban hacerle para que aquello
resultase habitable para sus fines.
Llegaron a una habitación que les hizo estremecerse, pues
arriba de una viga, quedaba colgada una soga a modo de horca.
Muy cerca, una mesa de madera con caracteres tallados a mano a modo de tabla Ouija, como prueba de que aquel lugar había servido también para otras cosas.
Se acercaron y empezaron a bromear con la cuerda una vez
superado el susto.
El más valiente de ellos, se atrevió a descolgarla.
Pero alguno de aquellos chicos ya había sentido el pánico al
contemplar aquella visión tan siniestra y se dejaron llevar por el ambiente
macabro.
Entre los muchos objetos que había por el suelo, encontraron
documentos de varios bancos con avisos de pago que reflejaban en la escasa luz
que quedaba los nombres de varios de los dueños que habían vivido allí.
La chica, se agachó para agarrar lo que le pareció un
pequeño libro.
Le resultó familiar y a la vez interesante.
Era como uno de esos pequeños diarios que se usaban en el
siglo XX cuando aún existía la moda de escribir tu vida y que era muy célebre
entre las adolescentes enamoradizas que manifestaban en ellos sus inquietudes y
aventuras amorosas.
Se guardó el libro y decidió que más tarde le echaría una
ojeada.
Contentos con el hallazgo, creyeron ver allí su futuro
establecimiento, el lugar en donde habrían de adecentar su nuevo proyecto, un
sitio donde pasar el rato jugando con los amigos, charlando, fumando y lo que
se prestase.
Salieron pues de allí con una sonrisa en los labios a pesar
de la ardua tarea que les quedaba por hacer.
Aún permanecieron un buen rato juntos y luego se marcharon
cada uno a sus casas.
La chica, cuando tuvo un hueco libre, sacó el libro y
decidió que tenía que empezar a leerlo.
Algo en aquellas hojas sucias y envejecidas por el paso de
los años y la humedad la atraía hacia su profunda lectura.
Las primeras páginas del libro le impresionaron bastante.
En el manuscrito, se relataba la vida de la última habitante
de la casa, una persona atormentada que veía pasar el tiempo con ojos desconsolados.
Hablaba de manera terrorífica de sucesos poco claros y muy
extraños que se producían en la casa y que habían acompañado a todos sus
anteriores dueños.
Aseguraba el diario, que algunos de los que habían vivido
allí, habían acabado sus días suicidándose, otros en extraños accidentes.
Todo lo que había pasado en aquella casa sonaba inquietante
y muy triste.
Relatado como si una novela de Lovecraft se tratase.
En donde solo penurias, crímenes, muertes violentas,
incendios, golpes en la noche, voces fantasmales y sombras nocturnas fueran el
pan de cada día de la vida cotidiana de los sujetos que estuvieron allí
morando.
Así llegó hasta la última parte.
Unas pocas líneas avisaban del futuro proyecto que tenía pensado
el autor/a de aquella macabra obra siniestra.
Hablaba de quitarse la vida.
Quizás, para eso había servido aquella soga que poco antes
bailaba al son del ritmo de una invisible flauta de hueso tocada por las manos
estériles y huesudas de la propia muerte.
Le contaron al resto de los amigos el hallazgo que habían realizado.
Pocos días después, intentaron volver a la casa un grupo
mayor de personas.
Pero se toparon con que alguien, quizás el ayuntamiento,
había tapado todos los accesos y cerrado todos los huecos para que nadie
volviese a entrar en aquel sitio.
Un día, del año 2016, fui yo el que me tropecé con los
muchachos.
Me dirigía a realizar una caminata por la ciudad para ponerme
en forma cuando pasé por una calle en donde vi a una pareja que pasaba el rato
charlando.
Sentados en un banco comenzaron a conversar conmigo por pura
casualidad y me relataron todo cuanto conocían sobre aquel lugar.
Fui anotando mentalmente los detalles y decidí que tenía que
ir a echar un vistazo y realizar algunas fotografías.
Hablamos de cómo conseguir el diario, pero resultó que la
chica que lo había encontrado y leído, la misma que por su propia boca me lo
estaba contando, se lo había dejado a una amiga y que por circunstancias de la
vida, mantenían una rabiosa riña entre ambas y se negaba a volver a hablar con
ella.
Acabamos haciendo un pacto, debían de buscar la manera de
recuperar el diario a través de otra chica de la pandilla y a la espera quedé.
Me di un garbeo en busca del caserón y creí encontrarlo.
Realicé alguna toma con la cámara del teléfono y volví para enseñarles las fotografías de lo que había retratado, para
estar seguro de no haberme equivocado de casa.
Evidentemente, no era la casa que ellos decían, por unos metros.
Cuando los volví a ver de lejos, advertí que el grupo había
crecido.
Ahora eran muchos más.
Ya era de noche y algunos de ellos se mostraron muy amables
al ofrecerse como guías.
Me fui con dos de ellos hacia la casa.
Cierto fue todo lo que me habían contado.
El lugar era siniestro y lúgubre.
Y además en aquellas horas de escasa a luz, parecía mucho
más terrorífica que a plena luz del día.
Los dos muchachos, decididos, sacaron sus teléfonos móviles
y usándolos a modo de linterna me mostraron todos los detalles con la
descripción más acertada que pudieron darme.
Quedé impresionado por el ambiente que se respiraba en la
zona.
Después de una mirada que fue todo menos fugaz, decidimos
que ya no había nada más que enseñar.
Entonces cuando nos disponíamos a regresar, fue cuando uno
de ellos se percató de lo extraño y a la vez fascinante que quedaba una huella
de mano sobre la nevera.
Me puse a hacer fotografías y curiosamente la huella se veía
como si fuera tinta fosforescente sobre la pared lisa de color blanco
esmaltado del frigorífico.
Y de momento esto es todo lo que tengo sobre este sitio.
Así que es ahora cuando empieza la verdadera investigación.
Sigo a la espera de que algún día se pongan en contacto
conmigo y me dejen ver el famoso diario.
Sería un puntazo tenerlo y mostrarlo en una de las Rutas.
IMPORTANTE:
Por favor. Todos los lugares que aparecen en mi Blog son muy peligrosos. Están en ruinas y a punto de desplomarse o tienen un acceso con mucho peligro. No quiero que nadie se acerque nunca a uno de ellos. Podéis ver las fotos que acompañan cada entrada. Y si algún día pasáis junto alguno de los sitios mentados, miradlo de lejos. POR VUESTRA SEGURIDAD.